martes, 30 de diciembre de 2014

Nadie habla de inspiración

Nadie habla de inspiración, esto no es sino un susurro de días oscuros, ya nadie cree en los genios, incluso decir que todo está dicho resulta redundante... ya no se cree en el poeta como demiurgo, sino al que escribe como paria o funcionario, exiliados de la república de la seguridad, buscan su nicho en los rincones y en las afueras, siempre merodeando lo que no les pertenece por decreto: la belleza y el tiempo.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Camino cintura

Recorrí el camino cintura, más corto de lo que parece en realidad, ya que el resto del camino continúa con la archiconocida Avenida Alemania. Me reencontré con la intersección entre ambas direcciones, en el sector de Cerro Alegre, justo arriba del hospital Alemán, donde se supone estuvo internado el gran y olvidado Pezoa Veliz y donde dicen que también nació el pobre diablo que deletrea esto, el lugar donde otrora recordara, en el pavimento, tantas idas y venidas, imaginando que fugarse al plan era desafiar todo pronóstico.

Di la vuelta por la Plaza Bismarck, la plaza como testigo de un viejo amor en la cuadra, pero la velocidad no admitía melodramas. Continué y doblé hacia Florida: el teatro Mauri abandonado, el colegio y el departamento de Neruda. Un fumador en la esquina invitaba a descansar. Seguí sin mirar atrás. Pasando por un clásico auditorio, recordé que planeamos una tocata, allí donde hacían juntas vecinales. Nada lo suficientemente prosaico, excepto las aberraciones de asfalto en medio de las curvas de la avenida, allí donde era un terreno baldío y se envolvían las obligaciones entre papelillos.

Llegué hasta donde estaba el colegio. Un perro asustado era el único que advertía mi regreso. Bajé hacia Bianchi, la casa quemada de la ex compañera, el barrio donde para cruzar había que esquivar la micro. Yo, por supuesto, vivía justo abajo de la curva. En esa maniobra, pensábamos acelerar nuestro rito, en la escalera para descender al plan, como si con eso se acelerara la noche para la diversión.

Las señales de ruta desaparecieron con la tarde. Aceleré la marcha, la esperanza me divisó, pero fui más rápido, puesto que desafié al tiempo.

martes, 23 de diciembre de 2014

A Chomsky se le criticaba, durante las pruebas de gramática, que, por un lado, se declaraba anarco sindicalista y anti sistema y, por otro, establecía jerarquías gramaticales con sus modelos lingüísticos. En la desesperación académica subyacía el animal salvaje que toda escritura reclama, pero en el mismo proceso se sacrifica la lógica de ese su sistema. El universo de esa lógica, tan poco anárquica en la realidad pero coherente en la abstracción, expresaba dos facetas de un mismo rostro. Rechazábamos el orden abstracto porque solo veíamos el impulso revolucionario, siempre tan agramatical, pero potencialmente infinito. Lo recuerdo ahora que leo algo sobre un discípulo de Chomsky, y presenta también un lado b: lingüista, pero poeta. En uno de sus libros señala que "el lenguaje sirve también para no hacer sentido". Se llama "Cualquier hombre es una isla". Un libro de lingüística, pero también de poesía. En el fondo, a pesar de reprobar el ramo, la anarquía también tenía su propia gramática, su estructura profunda.

martes, 16 de diciembre de 2014

La poesía no salva a nadie



A estas alturas del año comienzan los discursitos celebratorios y funerarios... y no quise ser menos aportando mi granito de arena a semejante playa de exhibicionismo. Seré breve: el rock and roll fue lo que me salvó de la debacle personal: nada más. Era mejor dicho el germen para la carrera imaginativa que explotaría después. En el colegio era o escuchar tu propia música o pertenecer al clan popular. No puedo decir lo mismo de la poesía... no había una noción exacta: lo más cercano a ese conocimiento era la improvisación lírica. La palabra sonaba a refinamiento, a afectación en un espacio donde todo se medía a través de la vara del carácter. La leía prácticamente a escondidas. Solo podía intuirla como algo demasiado elevado o como algo, por el contrario, demasiado hondo. Algo así como un cielo de noche o un callejón repleto de desconocidos.

"La poesía no salva" me decían. Y yo sostengo que no es esa precisamente la cualidad que mejor define la incertidumbre y el ansía de puro presente de esa desesperación juvenil. A esa edad y en ese contexto nadie desea la salvación, menos en manos de unos reformadores que llegaban con la palabra "poética" como si fuese un evangelio secular, no en ese sentido de dependencia. Validación creo que es la palabra, y la palabra debía manifestarse en ese mismo espíritu disléxico, con el mismo carácter de esa ingenuidad, de esa abundancia de actitud. Para algunos era el arte de improvisar junto a su clan, cantar a las cuatro esquinas la miseria y el día a día de los renegados de la ley, y por extensión, del Arte (lo que llevaba mayúsculas era una irrisión, la palabra poesía solo era una interjección, un grito, un estilo, al igual que la palabra dios) Para mí, entre otros, los que no andaban en la calle, era un altavoz de la vida personal, no era ninguna clase de ayuda, (odiábamos la educación mediocre que se nos impartía), era un nicho secreto a partir del que se conspiraba contra algo o alguien sin saber exactamente por qué. La riqueza de esa confusión y la adversidad de esa precariedad era lo que ellos entendían por estilo, y lo que a la larga yo entendía por poesía. El ritmo era inseparable, se cortaba y allí no quedaba nada. Por lo mismo, la poesía no salva, no conduce a ningún paraíso ni infierno, ningún educador vivía realmente allí donde impartía su lección, ninguna entelequia universitaria podía expresar la sensación de perplejidad al doblar cada esquina como la última, y sin embargo seguir al otro día como si el barrio supiese oler tus emociones, no precisamente lo que pensabas. La poesía le ofrece a tu caos personal la posibilidad del ritmo y de la imagen. Es una maldita iniciación que no admite graduados.

miércoles, 10 de diciembre de 2014


Los conceptos de poesía, de verosimilitud, más antiguos que la rueda, y sin embargo todavía indescifrables, parecemos aún niños de pecho intentando morder las significaciones... demuestra que milenios de progreso y de sofisticación tecnológica no pueden empañar el misterio de misterios: el lenguaje.... se usa y sin embargo se desconoce a fondo, tal como la historia su contraparte aristotélica... es la angustia de las influencias, e incluso más... el pasado conlleva su propio olvido, concientes de toda la carga ancestral no se podría vivir, avanzamos hacia cualquier parte con amnesia sin perder del todo el recuerdo.... lo digo mientras olvido si era fin de semana u otra día "productivo" más en la rueda sucesiva que a la vez me impuse y me fue dada, por unos cuantos burócratas conocidos, que por supuesto de verosimilitud no saben nada pero sí cómo fabricar realidad....




viernes, 5 de diciembre de 2014




No hay curriculum ni objetivos ni pruebas ni métodos de control que sorteen la frontera más distante y a la vez más profunda: la del pensamiento propio.... no hay necesidad de leer mucho para descubrirlo, es solo cuestión de agallas, sin esa preciada facultad, el saber es solo contrabando.


Todavía persiste cierta idea, no sé si en la cultura popular o en el inconciente colectivo, de que el acto de pensar es algo que demanda inactividad, que es obra de entes inactivos y prácticamente exiliados de la vida... por eso se representa a los "pensadores" como serios cuando eso tiene que ver más con el carácter que con el pensamiento, siempre impredecible... recuerdo que leí algo sobre Ortega y Gasset quien había dicho que el clásico Pensador de Rodin se trataba más bien de un hombre "preocupado" que de un pensador, algo así como que estaba "pensando en el salto de acróbata que iba a dar"... la figura del pensante como serio y estático es antigua, incluso arcaica... Nietszche en cambio reivindicaría el "pensamiento caminante y festivo", cosa que le critica a Flaubert llamándolo nihilista al enterarse de que este solo podía pensar sentado.
Quizá el punto de inflexión para un autor: cuando pasa de sustantivo a adjetivo... como ayer a raíz de un estudio que buscaba explicar científicamente que leer a kafka te volvía más inteligente (y curiosamente, más desesperado, debido al hecho de que las neuronas debían encontrar salidas inauditas a situaciones que el sujeto no podía controlar)
Pensé que la ciencia psicológica sería de hecho más kafkiana al intentar ser objetiva sobre una producción que pertenece al lenguaje literario, con todos sus laberintos y abismos.
Más allá de si era cierto o no el estudio, el propio discurso científico alcanza así cuotas de ficción al encarnar en si misma la esencia de la obra del checo, su insufrible paradoja.
Un amigo replica entonces que "solo bastaría con el aumento de sueldo de los parlamentarios como evidencia del absurdo general". De esa forma, Chile se gana el adjetivo de kafkiano; luego, el mundo entero en la actualidad sería kafkiano; Y no al revés.



En el fondo el misterio sigue siendo cómo es que se existe un día siguiente. Al dormir apostamos a que se amanecerá íntegro, vivo, que el mundo conocido será el mismo, que tendrás que trabajar donde mismo y por lo mismo. Nadie sabe lo que ocurre en el lapso del sueño, es el único momento de incógnita y de libertad absoluta. Si nos pusiésemos a pensar en todos los factores o variables que nos rebasan, acabaríamos locos. Simplemente no se podría vivir. El conocimiento en ese extremo acaba neurótico. Se necesita a cada minuto una cuota de imaginación e incluso de fe para no desfallecer en el próximo paso fuera de casa, para no temer la intuición del fin esperando a la vuelta de cada esquina.

lunes, 24 de noviembre de 2014



De la época del colegio francamente no recuerdo ninguna materia ¿quién en su sano juicio recordaría absolutamente todo? La escuela se trataba de salir de la prisión personal para acabar tus días imaginando un futuro hecho borrones en la pizarra, se trataba de salir juntos de alguna clase de prisión espiritual... la de que el mundo nos pertenece, cuando a lo sumo recordamos unas cuantas jugarretas en el patio, unos cuantos dolores de corazón y algunas canciones pegajosas... se trataba de forjar alguna clase de actitud, y eso lo daba el estilo que ingenuamente se hacía propio, esa ingenuidad era nuestra barricada, era esa cimarra un escape placentero pero trágico, como la música... nadie entendía para qué mierda se estudiaba y sin embargo se entendía el ritmo de una época, una victoria pírrica frente al sinsentido de la formación... frente al crudo paso a la adultez... aquella incertidumbre, aquel ruido nos pertenecía por defecto.

jueves, 20 de noviembre de 2014



La legitimación a través del discurso, puede ser algo riesgoso, las palabras tienen su doble filo, por más rigor que se aplique está siempre el sedimento del carácter, de la personalidad, de una posible herida... el lenguaje como lo conocemos algo muy tardío, no se sabe cómo ni de dónde pero habla por nosotros una memoria inefable, alguna clase de instinto ¿a eso tan informe se pretende llamarle yo? en cada palabra que arrojamos contra el otro y el universo (bombardeado de conceptos) vamos enterrando ese secreto personal ¿para qué entonces la verdad? recuerdo a una chica que dijo algo así como que la verdad es pura tregua: un momento de distensión para continuar con el movimiento incesante.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

La escena de la ventana

Pienso en la escena de la ventana del cuadro de Juan Pablo Castel en El Túnel. Aquel detalle que María fue la única en percibir, la mujer solitaria mirando frente al mar, aquella escena que parece una premonición y, a la vez, una destinación. A partir de instantes decisivos, de detalles enfermos es que el artista envuelve la mirada en el otro. En el caso de Castel, la mirada de la musa es el reflejo de su propia obsesión sin lugar en la sociedad, y luego la sórdida trama y luego la persecución, la incomprensión y el asesinato. 

Durante una relectura del libro, mientras permanece la ventana abierta y el recuerdo de unos cuantos amores ingratos, caigo en la cuenta de que el sentimiento no puede encerrarse en una fórmula. Detrás de esa fachada de etiqueta, de esa razón fría y compuesta, crear es un crimen, es excavar un túnel hacia cualquier parte, y como dijese Castel: "¿Cuántos de esos imbéciles habían adivinado que, debajo de mis arquitecturas, debajo de esa cosa intelectual, había un volcán pronto a estallar?".

jueves, 13 de noviembre de 2014

Interstellar




Interstellar, bellísima ópera cósmica. Amor y relatividad, se busca salvaguardar aquel abismo insondable. Desde Platón a Blake, el misticismo sigue siendo el hecho de que pertenecemos a las estrellas, somos polvo de estrellas, los fantasmas del futuro, y el conocimiento no hace sino escudriñar en ese secreto. "Lo que una vez fue imaginado, hoy está demostrado". La película nos vuelve a situar como niños ante aquellas preguntas esenciales ¿Qué es el amor? ¿Qué es la ciencia? Hace que el espectador conciba en ese visionado, mientras piensa simplemente en el espectáculo, en la cita victoriosa, en el fin de consumo personal, el límite difuso que lo posterga de aquellos conceptos que por abstractos parecieran destinados a una elite poderosa o a un montón de románticos soñadores perdedores, paradójicamente sin tiempo ni espacio en el mundo de todos los días, en el mundo de los que se creen normales, terrenales, iguales o cinematográficos, ante la inmensidad.

Bunge en su texto fundante ¿Qué es la ciencia? plantea que esta se encuentra en todo momento abierta al azar a través de la experiencia subjetiva y postula que el error es condición para avanzar e ir en pos de una búsqueda perfectible y potencialmente infinita de la verdad. Ahora bien, si la obstinada pretensión de objetividad se va reciclando indefinidamente en pos de la experimentación con los fenómenos, entonces esa misma objetividad es paradójica en esencia y la misión hacia la Verdad virtualmente imposible. Decía Nietzsche que el edificio entero de la ciencia está cimentado sobre “arenas movedizas”. Es quizá ese ímpetu optimista, esa fe ciega en el saber y el poder, lo que empuja al método científico a establecerse como único y particular, como “ser” en definitiva, a pesar de su estrecha ligazón con el devenir. El propio Bunge, al hablar sobre el carácter abierto del conocimiento científico, señala que “los sistemas están vivos”, cambian sin pausa alguna, y además que el sabio moderno es un generador de problemas que se entrega a lo desconocido y va más allá de los fenómenos. Es esa sed de más allá lo que mueve al científico a disputarse como el “hombre de conocimiento”, (o como en la película, el “héroe”, el lacayo de la NASA). Sin embargo, un craso error limita su visión: la vieja oposición sujeto/objeto que se ve encarnada en si mismo, inaugurada por el cogito cartesiano y que como una sombra envuelve todos los espectros del saber moderno. He ahí el talón de Aquiles. La separación misma del estudioso de su objeto de estudio. La película de Nolan se aventura precisamente a eliminar esa separación haciendo de ese fin un arco argumental: el viaje que supera las barreras del espacio y del tiempo conlleva en si misma su propia carga sensible, la promesa, el reproche, el recuerdo y la reconciliación, el círculo está completo. Toda la tecnología, toda la ciencia ficción lista y dispuesta para la odisea del sentimiento.

En 2001, película pionera, el misterio era la incertidumbre respecto al origen y el destino del ser humano, el centinela como señal, como guía y a la vez como incógnita… sitúa al espectador frente a lo sublime, en palabras de Schopenhauer, lo terrible por incomensurable. La película de Nolan se propone pasar del amor como esencia intangible al sentimiento como el arraigo vital frente a lo desconocido, invierte la metafísica, de manera inaudita obliga a los astros a aterrizar, es un viaje hacia adentro, el universo, las leyes físicas, la materia oscura serían el telón de fondo de esa aventura incierta. Más que la reivindicación del sentimiento como fórmula redentora me interesa la vinculación que se creía perdida entre la razón científica y el reino de lo sensible. El esfuerzo de Nolan en la película, aunque hollywoodense, situando nuevamente a una sola porción del planeta, se siente renacentista y, hasta cierto punto, humanista. Busca que entre el cine, la ciencia y el corazón no haya sino un agujero negro de distancia: “Aunque los sabios al morir entiendan que la tiniebla es justa,
porque sus palabras no ensartaron relámpagos
no entran dócilmente en esa noche quieta. Rabia, rabia contra la agonía de la luz”

martes, 4 de noviembre de 2014

Desde la escolástica medieval hasta la afirmación de Roland Barthes de que prácticamente todo es relato, "literaturizable", recuerdo una pregunta capciosa del profesor Nordenflycht: ¿Qué es literatura? Nadie respondía porque en el fondo la pregunta no tenía respuesta alguna, aunque el curso no se dignaba a responder mejor dicho por el temor que suscitaba la actitud desafiante, no se atrevían a desarrollar el más mínimo argumento más por miedo al ridículo o por ignorancia de parecer bárbaro ante semejante luminaria... sin embargo había uno que otro balbuceando un desatino, una frase incompleta, ahora por miedo al silencio categórico de la clase.... respuestas desafortunadas pero geniales en ese contexto dubitativo: "es aquello que no se puede expresar fácilmente con palabras", o "aquello que tiene un significado invisible". Ante esta última el profesor repitió la pregunta como un mantra, y recuerdo que dijo: "¿esa es la definición para un fantasma? vuelva a leer". Dispara usted disparo yo: la clase era una ejecución silenciosa de egos, ante el miedo de definir algo que no admite definición. Era cuestión de actitud. Y hasta hoy retumba el eco de esa pregunta, tanto que no se la imagina sin la anécdota, sin el miedo de articular esa palabra maldita con un aire de desazón o sarcasmo.


Escribir de noche en cada línea escarbando algún secreto, un tumor de la nostalgia, nada ha pasado... imagenes construidas en un rincón del interior, algo se siente acabar desde hace rato, el placer de dar algo por terminado, sea lo que sea, por mínimo, efímero... mientras suspiro la vida tras el último café en sobre, un pequeño apagón en la radio me decía que pronto amanece y es la necesidad de transcribir algo, ese galimatías para hacerlo legible a quien sabe quien ¿quizá alguna, que dejé atrás? en la facultad? o algo en la bilis de los días por venir... como sea las palabras se hacen pocas... la tarea comienza , algo acaba ¿qué era? lo que pensé escribir? el sueño, la música, el camino infernal de las intenciones.

miércoles, 29 de octubre de 2014


Pensar, estudiar o jugar... cuando pequeño solo se podía armar un nicho de diferencia haciendo "lo correcto", más por obligación que por impulso propio, entonces para los compañeros seguir las ordenes era señal de menosprecio, era ser chupamedias de la ley, la responsabilidad se volvía un karma, el desacato era lo cool, el hambre y el juego eran lo más honesto de esas horas de conceptos, de tallas, de hormonas en cautiverio. Eso señalaba mi amiga, y en cambio ahora que somos grandes, el desacato te conduce al abandono o al descrédito social... -solo atrévete a trazar la línea negra en la pizarra, decía ella-. Los medios ofrecen la ilusión de que esos niños, aquella barbarie jovial, pueden cambiar en una simple operación tecnológica, que las relaciones serán más eficaces pero la esencia sigue siendo la misma. Es cosa de salir a recreo: continúa el estudioso sin ser popular, continúa el rebelde como el líder. Todas esas cualidades rimbombantes no explican la revelación del juego de moda, el genio que existe detrás del rayado de los libros de clases, la alegría de atravesar un vidrio durante el recreo. Al juego no le incumbe significar nada, el significado es siempre póstumo, es siempre un momento de maquinación. Estudiar o jugar, algunos maestros dirían que implica un progreso moral, a través del cual se alcanza la mayoría de edad, pero los irracionalistas dirían en cambio que esas cualidades no llevan a ninguna parte en particular y solo funcionan para que los hombres no se liquiden los unos a los otros. Como sea, es cuestión de carácter, de dejar las entrañas en ello, de alguna cuota mísera de placer, sea lo que sea que signifique.

La era de la desconfianza

Es la era de la desconfianza: los nuevos escritores y linguistas descreen de su propio oficio, la susceptibilidad del lenguaje; los nuevos científicos descreen de los conceptos antes inmutables de espacio y de tiempo, pareciera que hablasemos y nos comunicasemos sobre la base de una gran nada con multitud de pequeños fragmentos de realidad, como si toda nuestra historia se pareciese a la búsqueda de pequeños pedazos de vidrio con el que deseamos reconstruir el espejo de alguna obsesión recóndita, antigua, imaginaria... lo mismo ocurre en el plano político, vemos en el otro representada la gran quebrazón burocrática del orden... por eso Duchamp tenía razón... su obra "El gran vidrio" no puede estar completa sin la parte final, el brochazo de la perfección: cuando este se rompe en mil pedazos sin posibilidad de reconstruirse... es en realidad una metáfora del deseo pero también una imagen del mundo... hasta la palabra mundo suena a postal, a quebrazón.

lunes, 13 de octubre de 2014



La frase de Pessoa que leí hoy día: "Hay metáforas más reales que la gente que anda por la calle". En eso pensaba mientras recorría los antiguos barrios de la infancia... uno pasa por ahí creyendo reencontrarse no con el lugar precisamente sino que con aquel que allí vivía, con algo que te evoque el pasado, algún personaje de aquel entonces, alguna experiencia memorable, porque uno se sentía realmente importante a pesar de todo en ese pequeño círculo, sin carrera, sin dinero, pero cada descubrimiento e inclusive cada golpe era atesorado como algo valioso, material de alguna obra inconclusa. Sin embargo no es más que un escape pretencioso de la rutina, no se puede volver a ese que era, ese volver no es sino el intento de contar algo, se intenta porque se busca, se busca porque algo falta, en el medio de esa caminata todo permanece igual pero ya nada es lo mismo. El ascensor con el montículo blanco al medio, la metáfora de eso que ya no tiene lugar. Quizá lo único real siga siendo el camino cintura, pasando casi por arriba de las casas. Muchos de los antiguos siguen viviendo donde siempre, pero sigo mi camino, el afán de volver ¿adónde? a aquella etapa ya superada, a donde ya no quedan compañeros, donde solo restan las esquinas de siempre.



sábado, 11 de octubre de 2014


Cuando Neo le pregunta a Morfeo que si él llegase a morir en el mundo de la Matrix podría acaso sobrevivir en el mundo real invadido por las máquinas, Morfeo le responde: "El cuerpo no podrá vivir sin la mente". Si uno llevara esa afirmación al plano de la virtualidad, podría acaso declararse oficialmente muerto en la Red y por otro lado permanecer vivo, despierto, fuera de allí, digamos, en el mundo "real"? Leibniz reflexionaba sobre la responsabilidad moral de conocer la realidad ¿será tan importante al fin y al cabo saber distinguir entre la pastilla roja y la azul? ¿Qué es aquello tan urgente que nos lleva a elegir entre una u otra decisión? El destino, el espíritu, alguna clase de esencialidad de nombre rimbombante? El punto es que algo permanece entre los dos mundos provocando que la decisión sea irreversible... en el hipotético caso que muera para la red, no puedo seguir siendo el mismo en el mundo que concebí como real... en cambio, si muero por fuera, es decir, realmente, la Red no advertirá el suceso al menos que acuse falta de actividad... no es sino una inmortalidad simulada, puesto que continúa siendo un montón de datos en constante programación... Ese es el vicio y la virtud de la decisión: Siempre se pierde algo, siempre dejo atrás una posibilidad, pero así como la mujer de Lot, no se puede mirar atrás sin antes quedar petrificado para los tuyos en ese mundo en ruinas... muero para la red y me pierdo la aventura de la ficción, muero realmente y no hay garantía de que vuelva a lo que fui ni que llegue a ser lo que podría llegar a ser.

jueves, 9 de octubre de 2014

Nobel

Ni Tolstoi, Ni Proust, Ni Nabokov, Ni Kafka y Borges necesitaron del Nobel. A decir verdad, nadie realmente importante necesita ser premiado. De hecho, la categoría de "culto" implica un secreto: es influyente, pero subterránea. Los premios no debieran importar más que una bonificación de fin de mes, que un espectáculo pagado en medio de la juerga, que un acto de condicionamiento por refuerzo positivo a cierta manía de convertir en monolito a un autor o a un texto (ambos ficcionales). Sea quien sea que salga podría patentar la anecdótica vanidad de la escritura. Aunque, si fuese parte de un jurado extinto, declararía ganador a Kennedy Toole solo por haber nacido póstumo.

viernes, 3 de octubre de 2014

Sin título



Cómo me gustaría
Calar hondo en la sordera de la masa
Siempre dispuesta a una prostitución funcional
Respecto de sus ambiciones y naufragios
Pero no…
No basta con escribirlo:
La escritura tiene sus días contados.

Soy como una pequeña isla
En un archipiélago espacial
Sometida indefinidamente
A un cautiverio feliz y productivo
¿Qué es la sociedad, al fin y al cabo?
Un conjunto de islas ambulantes
Chocando una con otra
Inútilmente en busca de su unidad original
O de su unidad individual
Que es lo mismo.

Cómo me gustaría
Calar hondo en la sordera de la masa
Y plantar allí mis ambiciones y naufragios
Pero no…
No basta con escribirlo:
La escritura tiene sus días contados.

Y mi existencia se vuelve demasiado insular
Como para ser leída.


2010

Mark Twain en el laboratorio de Nikola Tesla, 1894


viernes, 26 de septiembre de 2014

UG Krishnamurti


UG Krishnamurti, el llamado "anti gurú", uno de los únicos honestos que he leído, dice no tener ninguna enseñanza para nadie, y que solo está ahí para hablar porque la audiencia y la prensa han creado en torno a él algo que no es, un círculo vicioso, un diálogo de sordos. No escribe, no formula ideas, lo encuentra ridículo. Vanidad pura. Renuncia a la búsqueda, porque de por sí lleva a lo mismo. Sobre los libros que otros editaron sobre él, extractos de entrevistas, declara que “Usted puede reproducir, distribuir, interpretar, malinterpretar, distorsionar, arruinar, o hacer lo que quiera, incluso reclamar autoría, sin mi consentimiento o el permiso de nadie.” U.G. hace lo mismo que la naturaleza. La naturaleza no reclama derechos de copia sobre sus creaciones. No es un maestro, no enseña, no busca nada para nadie, es el iluminado en grado cero.

martes, 23 de septiembre de 2014

Sobre un contrato de lectura con El Retorno de los Brujos

Vieja reflexión sobre un contrato de lectura con "El Retorno de los Brujos" de Louis Pauwels y Jacques Bergier, escrita para un Seminario de Especialidad, desempolvada entre algunos archivos digitales:

Escribir acerca de “El retorno de los brujos” supone, para mis experiencias como lector, abrir un ámbito especial a partir de los referentes culturales (no estrictamente literarios) que he logrado abarcar. En específico, este ámbito está relacionado con el mundo del esoterismo contemporáneo. Me remonto entonces a la década de los 60 para situar el contexto donde el libro circuló y desenvolvió. Durante esos años, en Francia, la obra ideada y publicada por Pauwels en colaboración con Jacques Bergier generó –de acuerdo a lo informado en los medios- un verdadero “boom” en torno a temas de diversa índole esotérica y científica-humanista. Por ende, llegó a convertirse en “best-seller” en el sentido estricto de éxito de ventas. De alguna forma, la masividad alcanzada se condice con el omnipresente mercado e industria cultural que la fomenta y preside. Es así que la influencia de nuevos conocimientos esotéricos expuestos “generosamente” para el gran público, caló hondo en un incipiente interés colectivo por aquellas temáticas y asuntos anteriormente restringidos a un círculo intelectual más elitista. Puedo resumir entonces que con el éxito comercial de “El retorno de los brujos” durante los 60, los llamados conocimientos esotéricos referidos a una visión transversal de los saberes humanos, pasaron de constituir un conjunto de saberes underground para posteriormente formar parte del circuito mainstream promovido por el mercado y la industria de la cultura. 

Este hecho tuvo indudablemente proyecciones en el futuro. Es posible evidenciarlo en la recepción que tuvo el libro por parte de la crítica, tanto en el sector periodístico como académico. El primero se ha encargado de fomentar todo un fenómeno comercial en torno al libro, facilitando una imagen publicitaria que va de la mano con su manifiesto potencial lucrativo, simplificando hasta el absurdo los contenidos presentes en él. El segundo ha enfatizado su carácter “fundacional”, en el sentido de que funciona como un referente inmediato de prácticamente toda la literatura mainstream actual con orientación esotérica pseudo-científica. Precisamente estos caracteres se han vuelto determinantes para que “El retorno de los brujos” se haya convertido, hoy por hoy, en un libro de culto y de escasa circulación. Esta consideración del libro, a mi parecer, le dota de cierto “aire mítico” que funciona como un valor agregado, independiente de los parámetros de valor provenientes de los sectores de la crítica. De este modo, al entrar en contacto y en dialogo con generaciones posteriores de lectores (entre las cuales me incluyo) se constituye como factor para la construcción de un determinado perfil, una “identidad”. Es decir, aquellos que consiguen este libro, en cierta medida condicionados y mediados por información y conocimientos previos referentes al marketing (el envoltorio comercial y su valoración proveniente de los distintos sectores de la crítica), y a sus respectivos trasfondos culturales, aficiones e intereses, generan una apertura, una iniciación de esa “aura” de valor (en términos de Walter Benjamin) que el lector descubre, más allá del formato material del libro y de su edición específica. 

En mi caso, pienso que como lector de “El retorno de los brujos” seguí hasta cierto punto la línea expuesta anteriormente. Mi encuentro con el libro, entonces, va íntimamente ligado con mi incipiente interés por los conocimientos filosóficos que se enmarcan bajo el concepto del esoterismo. En particular, puedo considerar mi ingreso a la corporación “Nueva Acrópolis” como un antecedente directo. A partir de mi experiencia en los talleres de filosofía que impartían, pude discriminar realmente mi proyección individual frente a la perspectiva que cada uno de sus agentes legitimaba. Ellos (los miembros de Nueva Acrópolis) aplicaban una concepción de “filosofía a la manera clásica”, es decir, buscaban aplicar una nueva praxis filosófica actualizada para los tiempos presentes pero basada en los principios y preceptos de los filósofos clásicos (principalmente griegos, como Pitágoras, Aristóteles, Platón, y orientales, como Lao Tsé, Confucio) y además de corrientes esotéricas como la Teosofía de Madama Blavatsky. Poco a poco me fui percatando de su rechazo injustificado por los filósofos modernos y contemporáneos. Fue de esa forma que finalmente disentí de sus puntos de vista y me retiré. Mi primera aproximación hacia este libro cobró así un significado adicional, por el hecho de mi previa retirada de Nueva Acrópolis. Empezaba a sentirme como un lector aficionado a este tipo de obras, aunque “El retorno de los brujos” no constituya literatura esotérica propiamente tal, ni siquiera literatura como fenómeno estético –constituye más bien un ensayo fragmentado en distintas partes, con inclusión de ciertas anécdotas de parte de los autores y de breves textos literarios de célebres escritores ad-hoc-. Me sentía por ello libre de posturas ideológicas, y dispuesto a profundizar en todos estos temas de interés (siguiendo una senda crowleyana de individualidad).

Posterior a mi lectura de “El retorno de los brujos” incursioné en literatura que guarda una cierta relación con las ciencias y los conocimientos humanísticos. Es el caso de autores como Aldous Huxley, con “The Doors of perception”, Lobsang Rampa, con “El Tercer Ojo”, y Austin Osman Spare con “El libro del placer”. Tampoco puedo olvidar la figura de Aleister Crowley, en el ámbito de la magia y el ocultismo. Si bien leer “El retorno de los brujos” me permitió establecer un contrato de lectura con dichos textos y con otros por el estilo, siempre me enfoco principalmente en su dimensión literaria, con una inclinación hacia el imaginario que configuran (a partir de mi proyección), sin dejar de lado su aspecto intelectual. “El retorno de los brujos” funciona así como un texto fundacional de mi nuevo itinerario de lectura, trazando una línea alternativa a mi anterior recorrido como lector. Es por ello que en la actualidad centro mi actividad de lectura en dos ámbitos: el de la literatura como obras estético-artísticas y el de los libros con contenido filosófico, religioso (desde una visión secular) y científico-humanista. 

Por otro lado, la lectura del libro de Pauwels y Bergier no sólo ha influenciado los límites de mi campo y de mi modo de lectura, sino que también lo ha hecho en mi forma de concebir lo social y lo cultural. Partiendo de la premisa básica planteada por los autores sobre el “realismo fantástico” como un ingente cambio de paradigma, una aproximación hacia una posible reintegración de lo humano con el cosmos, en el sentido de que lo fantástico justamente supone la verdadera realidad del hombre ante la naturaleza y en el universo, sostengo que es posible aplicar a la vida práctica estas subyacentes ideas operando bajo el concepto de “ver e ir más allá”. Se trata de adoptar siempre una actitud escéptica ante los velos e ilusiones –principalmente informativas, colectivas y culturales- y crítica frente a las redes de poder y de control que ejercen su función consuetudinaria día y día buscando su legitimación en la desidia mental de las grandes masas. “El retorno de los brujos” ha sido para mí un puntapié que me instó a reconsiderar todas estas cuestiones, más allá de la creencia en contenidos como el de las civilizaciones perdidas en el continente americano, la conexión esotérica entre el nazismo y la cultura hindú y el surgimiento de una neo-alquimia que supondrá una revolución en el paradigma del conocimiento científico para dar lugar a una próxima era de misticismo actualizado. En la medida que funcionan como hipótesis y propuestas en ciernes, se hallan sujetas a una revisión, una re-lectura. En este caso, y siguiendo una lectura sugestiva, contribuyen como elementos gravitantes de una especie de imaginario, donde solo el elemento fantástico conlinda con los misterios, donde la visión mágica de la realidad es la expresión de las voluntades, ya que como versara Paul Eluard: "Hay otros mundos, pero están en este".



Si se escribe es casi siempre por un motivo que te excede, siempre buscas ocultarte de algo que te avergüenza, que te sobrepasa o que simplemente no comprendes, te resguardas de aquello que llamas lo desconocido, lo temible por seductor, lo que atrae pero no se alcanza a poseer lo suficiente, o lo inamovible, las circunstancias, las consecuencias de tus acciones en el pasado y en el presente, el peso de la tradición, de sus influencias, de tus relaciones, intuyendo alguna pizca de luz afuera de ese embrollo, se escribe a oscuras a fuerza de no ver nada, de ya no saber de nadie ni de nada, para hacerlo te inclinas, te escondes, te divides a ti mismo, el texto acaba siendo una comezón gigante, la obra de algún insecto que pica desde adentro, para mostrarte el camino de regreso a tu final sin origen.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Es toda una odisea ser consecuente con lo que se piensa... pero no me refiero precisamente a la moralidad... a ratos comulgar con el sentido común resulta conformista, pero dicen que esa conformidad les pertenece a todos... universalidad de la lógica, hablamos sobre las cosas que nos intrigan y repelen como si no estuviésemos incluidos en el plan... nosotros somos la tradición, pero también nosotros somos la traición.
La belleza angelical de la panadera, hace que comprar el pan se vuelva una actividad sublime, y que después de un día particularmente decepcionante, casi impago, todo cobre sentido cuando escucho la voz que salida de tan fina sonrisa atiende mi pedido en medio de toda una horda de clientes desesperados. El problema es que su forma de ser recatada ni siquiera lo advierte: ella parece más preocupada en atender y proveer el pan, que en la mirada furtiva señalando la belleza que despunta de su inocencia laboriosa. Por eso se vuelve doblemente peligrosa y facinante: lo bello decía Kant resulta de aquello que gozamos mediante la pura contemplación, sin necesidad de lo útil. Ella desconoce por completo la importancia vital de lo que hace, pero lo hace sin orgullo, con una tierna eficiencia. Cada vez que llega con el pedido, sonríe con su sagacidad silenciosa, tras esa apariencia de fragilidad y de esfuerzo en realidad sabe a la perfección todo lo que ocurre... lo único que no ha llegado a entender quizá sea el dilema: ¿qué tan lejos puede llegar esa mirada? y ¿podrá marcharse así de agradecido un cliente? Lo bueno es que ya se ha roto el hielo, fuera de la panadería por motivos azarosos. Así es más o menos el trabajo del escritor: va en busca de un poco de pan y acaba encontrando a través del hambre la belleza verdadera. No se trata de desear solamente, es la maravilla de la casualidad. Solo queda resolver si el hambre inicial vino por la necesidad circunstancial del pan o en realidad por la necesidad imperiosa de la mujer. Y es que la palabra pan por sí sola nunca quitó el hambre

martes, 16 de septiembre de 2014





"La hipocresía es el homenaje que el vicio le rinde a la virtud" Francois de La Rochefoucauld



sábado, 13 de septiembre de 2014



Sobre el mundo, ni hablar. Usamos la palabra como si con ella diésemos la vuelta al globo. Solo es la vanidad de querer entenderlo todo. Y conste que hablo sobre la palabra mundo, sin salir de la casa un sábado por la noche frente al computador. Es la mejor licencia poética. Cuando algunos ni siquiera han salido de su barrio, quizá nuestro mundo no sea sino unos cuantos viajes, experiencias, relaciones y naufragios. El resto es literatura, especulación y también posibilidad....

viernes, 12 de septiembre de 2014

¿Qué importa quién habla?

Resulta absurdo en plena época digital la presencia preponderante de nombres en materia de escritura. La autoría intelectual fue un derivado burgués, fue el engendro de Gutemberg que reclamaba derechos individuales por sobre la obra que pertenece siempre a la colectividad ¿Qué importa quien habla? es la premisa de Mallarmé, la creación de un libro total, una integración con el Uno... tiene en cierta forma su derivado posmoderno en la red. El universo del lector se amplía, la muerte de Dios implica la muerte del autor. Por eso mismo cabe ser francos y responder ¿cuánto aporta realmente un nombre propio a la obra? No resulta sino de una relación material de pertenencia. Hasta en el Quijote se avizora ya esa burla respecto a la incertidumbre de alguna suerte de autoría como título nobiliario, tragicómica como la pregunta sobre el origen. Existen textos que apelan directamente al anonimato, un contrabando escritural, obras huérfanas y auto suficientes que solo en el lector cobran el valor que reclaman. Pero también los textos hallan su frontera a través del baile de los perfiles, de los heterónimos, tenemos el caso de Pessoa en sus cartas, en esa apuesta surge la posibilidad de asfixiar al yo mediante su multiplicación. Ese quizá sea el rosario de los textos que ya no obedecen a ningún autor como genio, la obra y su armonía caótica, oriental, con la lectura, siempre múltiple y libre: "Me he multiplicado, para sentir, para sentirme, he necesitado sentirlo todo, me he transbordado, no he hecho sino extravesarme, me he desnudado, me he entregado, y hay en cada rincón de mi alma un altar a un dios diferente".

martes, 9 de septiembre de 2014

Somos ese algo que fracasa

Somos ese algo que fracasa, que retrocede para llegar

El reptil renacido desde la cola,

¿Comprenderás acaso cuando salive sobre los huecos de tu verdad?

Todo lo nuestro es perecible, infundado, efímero

Sueños proteicos, una escatología de bolsillo

Para la mañana de aquel día

Que corre a prisa pero jamás llega a tiempo.

¿De dónde vienen? ¿Hacia dónde perecen?

Ya no existen los monstruos de la razón

El imaginario está derramado entre tus manos

No existe lo que no está pasando

Los clásicos solo fueron la última canción de una resaca estelar

Solo hay de lo que tenemos, de lo que aún no acabamos de consumir del todo.

Dirán que hace falta el humor, la risa era el recurso del abandonado,

En los tiempos del ágora sin calles, sin nombres

Era la vida del poderoso, contemplando la feria de su desparpajo

¿Existe acaso el humor en este gran galimatías?

Hasta riendo las entrañas se revuelven,

es el capital del sarcasmo obsceno de la mente,

el mundo no se mueve sino a base de borrones y desilusiones

La vida es corta, ¡y es inflamable!

Solo así se puede ladrar hincado debajo de todas las casas.

Somos todo de lo que carecemos, somos todo aquello que nunca seremos

Y en realidad nunca se escribió nada sobre nada.

Solo en la indiferencia de cien ídolos

Inauguramos un reino de cinismo, mientras del otro lado

Los inocentes continúan su revancha

Articulan la perversidad del origen, en el único idioma que conocen.

¿Qué no ves? Es inútil negarlo; la ficción es ese órgano que revive nuestra paradoja.

A la sombra de esta jornada, la muerte seguirá siendo

Lo único que no podremos escribir, sin recurrir al auto sabotaje.

Pide que esta vez la verdad sea tu cómplice

Y toca a todas las puertas, y abre todas las pieles;

entonces no querrás abrir esas puertas, y no querrás cerrar esos ojos.

Deseamos que la realidad sea ese polvo que nos corta el rostro,

Después de la despedida al filo de la calle,

Pero seguirá siendo de esa forma una oscura y soberbia paradoja.
Concibo todavía una paradoja insalvable en la enseñanza del lenguaje y de la literatura. Diagnóstico inicial: ser capaz de actuar el rol (siempre falto de autenticidad) de formador y por fuera apelar al desenfado del aficionado a la escritura. Depende del grado de motivación que sea posible inculcar, aunque siempre se mantiene el margen de error, por el simple hecho de que se tensionan realidades diversas, donde el maestro debe actuar como catalizador a pesar suyo y de su discurso personal. Se apela a democratizar la enseñanza y aprendizaje verbal (verbo demasiado antojadizo, a estas alturas), pero no todos piensan ni desean asumir semejante mesianismo, y con todo derecho. El edificio de la planificación sucumbe cada vez que un alumno termina diciendo, por ejemplo: ¿de qué le sirve la literatura? y es una pregunta revestida de adagios academicistas y de palabras demasiado complacientes para hacer que funcionen en realidad, y casi nunca lo hacen, de lo contrario sus agentes seguirían en el sistema público; pregunta capciosa que solo es capaz de responderse parcialmente, y de acuerdo a criterios más fugaces que el placer mismo. 

La interrogante que me asalta aquí es ¿En qué medida pensar y escribir se constituyen como universales, como derechos fundamentales, cuando en la práctica siempre ambas actividades se construyen desde la excepción a la regla? Quizá de eso se trata. Pero me aqueja un dilema ético en este punto. Será posible apelar a una selección natural darwiniana, en la cual el desarrollo del intelecto apunte hacia el aumento del poder y el privilegio, o a una visión democrática -a falta de otro término mejor- en la cual todos sin excepción tienen el mismo derecho a los mismos niveles de pensamiento solo por ser personas. O efectivamente se trata de una paradoja, a modo de Sócrates: entre más se sabe, menos se sabe (¿entre más poder, menos poder?). De ser así, el conocimiento solo sería útil para fines parciales, concretos y no por una causa común universal. Solo dudando me inclino por aquella primera posibilidad, puesto que es evidente que no todos tienen las mismas capacidades, lo cual no da pie para ir en contra de los menos capaces. Un cierto animo moralista hace que me incline por la segunda en desmedro de la primera, puesto que desde una concepción idealista, quijotesca, puedo confiar en que todas las personas, solo por el hecho de ser, tienen el mismo derecho al conocimiento, llegando ese ideal incluso a constituirse como una fe. Pero como sentenciaba Nietzsche: Fe significa no querer saber la verdad. En la práctica, el cultivo del conocimiento, en su faceta más intelectual, ha demostrado ser tarea de excéntricos. Un nicho de iluminados, bastante distante de la realidad. Y ya se sabe que mucho de los estudiantes conocen esa realidad y precisamente por eso dejan a un lado todo ese discurso reivindicatorio.

¿Para qué servirán realmente tantas tareas, tanta basura protocolar, tanta celulosa gastada en abstracciones inútiles, tanta voz gastada en imponer un orden que no es el personal? No quisiera apelar al mito bíblico –el conocimiento como derivado de la muerte-. Pero en todo ese proceso casi siempre se posterga el tiempo presente, la vida tangible, lo único digno para ser llamado "a-lumno", sin otra luz que esos instantes de despreocupación, de lucidez febril, en medio de la cadena sucesiva de normas y de saberes ajenos. Desde una visión pedagógica, si se quiere ingenua, pero no menos entusiasta, apelo entonces porfiadamente a desobedecer las reglas, aunque eso signifique auto sabotearse a si mismo y sabotear tu medio de supervivencia, en un espacio donde la enseñanza vive sujeta al trampolín social... porque pensar y escribir son, al fin y al cabo, tentativas para desafiar la gravedad de las cosas.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Parra el poeta imaginario del anti siglo



"Si el hombre, dice Parra, llega a tener éxito en su afán de destruir el Universo, lo más probable es que Dios vuelva a crearlo de nuevo".

... Si la vida no tiene sentido actualmente ello significa que nunca lo ha tenido, que nunca podrá tenerlo. De ello es consciente el poeta cuando se niega a rehacer su vida de atrás para adelante y adoptar una actitud romántica, de nostalgia por el pasado...

Dijimos que él vive sus pensamientos. Con ello quisimos significar hasta qué punto en él se entrelazan la acción y la contemplación. Si postula un regreso a la realidad, lo hace en el terreno de la realidad. Lo posible y lo necesario son para él uno y lo mismo. Piensa dogmáticamente y vive críticamente la caída o la exaltación de sus dogmas. De ahí que él no intente demostar una intuición, sino expresarla; siempre que ella sea lo suficientemente significativa como para rechazar todo atisbo de duda. Con la duda empieza la filosofía y muere la poesía" Enrique Lihn, Introducción a la poesía de Nicanor Parra.


Ciudadanos de las tinieblas

"Hay otros mundos, pero están en este" Paul Eluard.

Ya va tomando forma la colección de Otros Mundos que en los años 70 tuvo su apogeo en el universo editorial. La idea era, a raíz de mi antigua filiación a Nueva Acrópolis, recorrer un camino ecléctico de búsqueda y de conocimientos, aún valorando el aporte en material oculto y tradicional que los acropolitanos de aquella filial compartían. Decidimos dejar la institución debido a su cada vez más evidente carácter sectario.

Reconocimos que el sendero continúa fuera. La figura de JAL, fundador de la institución, aunque notable en su aportación, se nos hizo en un principio demasiado ambigua para seguir nuestro propio camino. Los dogmas tales como la moral religiosa y el cientificismo positivo, uno desde el fanatismo y otro desde el materialismo, parecen seguir siendo lo que otro autor en su tiempo llamó "monstruos reaccionarios.

Es algo consabido que los hombres de ciencia tuvieron su lado esotérico. Es cosa de remitirse a Newton. El mismo hombre que teorizó sobre la gravedad fue un asiduo alquimista. Giordano Bruno, el mártir renacentista, que para algunos ateos sigue siendo considerado un racionalista, estuvo también interesado en la magia y la tradición hermética. Jacques Bergier hablaba de una vuelta al "realismo fantástico" que no se limita a lo evidente, lo medible y cuantificable, sino que permite adentrarse en posibilidades de realidad que exceden el sentido común. En palabras del autor, la realidad sería fantástica por antonomasia. Lo mismo dijo Borges respecto de la literatura. 

No se trata, según aquel, de imaginar entelequias ni de sueños ingenuos, se trata de arrancar esa materia desde las entrañas de lo real, desde tus propias "entrañas". Las experiencias imprevistas que desatan el sudor a cada paso, en tu lecho, en la próxima esquina, que desafían las cabezas y páginas en blanco. Se está unido a una tradición oculta y, a la vez, se camina hacia lo desconocido. En esa línea, el pensador hace de sí un clandestino, una especie de animal fugitivo y subterráneo, porque, como dijese Crowley: "el pensador, con sereno espanto, formula su ley eterna".


jueves, 28 de agosto de 2014

La nueva mercadería del ego

Ser feliz o seguir deseando...siguen siendo las imagenes que nos creamos de cada una. Es la nueva mercadería del ego. Es el miedo a desaparecer en cada alternativa. La elección te pilla siempre desvelado, debe ser el choque de lleno contra la realidad como si fuese concreto, como si fuese otro día nuevo. Se teme perder lo que se conoce ¿Acaso los nihilistas no pensaron en eso? ¿Será que matan a sus ídolos, pero temen las consecuencias? Se desea al otro en la medida que lo olvidamos, en la medida que lo castramos de nosotros como un algo inútil pero deseable... los amores por eso, ya decía un autor, se vuelven templos de fanatismo, se pierde la elección pero permanecemos sin embargo, en nuestro propio pedazo de ficción... siempre inventamos al otro... acaso aquello que deseamos alguna vez, está siempre en otra parte, siempre un continente prohibido, inviolable, fugitivo, esperando el dedo acusador, la promesa extinta... es el precio de elevar nuestra fantasía hasta la abstracción, arrebatarle el nombre y el aliento, en base a puras palabras viejas, monedas de cambio... hacemos de lo esencial aquello que no nos atrevemos a tocar, es el negocio de los solitarios, los aburridos de solemnidad, siempre quieren lo que no les pertenece, ese es el ritmo que bailan a escondidas... sean solos, amen lo que no existe, lo que está en otra parte: el botín del arcoiris, el sueño americano, la pareja de teleserie, el amanta de pornografía, el libro lleno de nombres y autógrafos... en el fondo, es la gran cacería de las estrellas, sin otro final que la caída, y sin otro deseo que lo imposible... a eso le llaman la realidad.

miércoles, 27 de agosto de 2014

La vida está en otra parte

En cierta forma, incluso a pesar del vanguardismo, el arte sigue siendo un escapismo. El hombre moderno parece que quiere huir de todos lados, hasta de si mismo. Aunque no deja de ser acogedor el seno de la ficción, la vida continúa estando en otra parte. Quizá sea Proust el representante màs potente de esa transmigración, cuando logra proyectar toda su vida a partir de una simple hoja de té, y amasa el tiempo perdido como si fuese hecho en casa. En ese puro acto queda envuelto. Todos quieren siempre ser otra cosa. Si se hiciese el ejercicio contrario, ya no ser otros, sino dejar de ser de una vez por todas, cercenamos en nosotros la cultura y quedamos desnudos como recièn expulsados de todo paraíso y con el miedo a lo desconocido como nuestro único abrigo, solo con el hambre de la significación. Entonces, en el fondo, el hambre es una categoría del espiritu. Y en ese sentido no hay diferencia entre el cavernario de Altamira y el solitario que escribe detrás de una pantalla, tratando de evitar lo inevitable, que todo es una ilusión y que todo dejará de ser inexorablemente.

jueves, 21 de agosto de 2014

Algo sobre Javier Marías



¿Se es uno mismo pensado, se es uno mismo leído y escrito en todo momento? Tal interrogante asalta tras leer a Marías. Se otorga una solución salomónica al delegar al pensamiento un rol primordial en la experiencia de vida. Se apela a algo de orden distinto al cogito ergo sum: es intelecto aplicado a la cotidianeidad. “Pensar es para los atristos” repetía un célebre personaje del cine. Y es ese extraño sentido del pensamiento que en Marías adopta un matiz productivo y optimista. Pero si quebramos la metódica certeza cartesiana, podemos llegar a pensar incluso que nosotros mismos somos un mero producto de un pensamiento ajeno, lo cual sería ahondar en la teoría del genio maligno o en la visión de Unamuno sobre el límite difuso entre sueño y vigilia, entre ficción y meta ficción. Pero sería además entrar en un solipsismo estéril que no viene al caso, cuando se habla del pensar más bien como una actividad laboriosa, oficiosa, pragmática en todo sentido, ante lo cual se redunda (viciosamente) en las concepciones sobre el entendimiento, el mutuo acuerdo, el aprendizaje. Ahora bien, ese pensar adquiere unos dotes misteriosos, más allá de lo cotidiano, cuando muta en intelecto. Entonces el pensamiento se transforma en un gran excavador que indaga en lo más recóndito de los seres y de las cosas, no tanto por una “sed de esencia” como por una necesidad de permanencia, traducida en ciclos de aprendizaje y desconocimiento, a modo recursivo.

Marías habla de la lengua como la conductora del pensamiento. Se refiere en este sentido a que los contenidos del pensamiento son difícilmente legibles por si solos, y por ende, necesitan de una verbalización, de una lengua que los exprese satisfactoriamente. Quizá no sea conveniente aludir al clásico dilema entre el huevo y la gallina en relación con los conceptos de lenguaje y pensamiento, sino que de entender la conducción lingüística y verbal de este último, es decir, su manifestación tangible por medio de las palabras, y por lo mismo, su bienvenida al mundo de los factores comunicativos. Y en este punto el autor acierta: la lengua es forma (de acuerdo a Hjemslev) a tal punto que se transforma en un “filtro”, por lo cual decir lo que se piensa resulta de un complejo proceso de inteligencia y selección. Es más, decir lo que se piensa literalmente resulta imposible dado los contenidos obscuros, abstractos, no verbales, del pensamiento. En una analogía con el deseo, el pensamiento solo desea pensar. Evidentemente, sería el lenguaje algo así más que un simple ventrílocuo de la mente, una facultad para generar y construir signos verbales que den forma a dichos contenidos mentales que quieran tomar parte desde el pensamiento.

Luego, en una especie de panegírico a la escritura, esta toma partido como forma más acabada del intelecto, por su carácter permanente, “inequívoco”, material, frente a la caducidad, fugacidad, espontaneidad, inmediatez del lenguaje oral, del simple “decir”, sometido a los avatares del tiempo y del espacio. Platón, en tiempos clásicos, criticaba a la escritura por su pretensión de “establecer fuera del pensamiento lo que solo pertenece a él”, además de debilitar la memoria y el carácter dialógico del lenguaje oral. Por el contrario, hoy, más que nunca, podemos decir que es imperativa una evolución en la lecto-escritura, frente a la invasión de los medios audiovisuales, que coartan precisamente lo que Marías promueve y defiende: la correcta verbalización del pensamiento. Por otro lado, Marías habla del acto de escribir para pensar, “de manera que aquello resista al examen, a la crítica, a la confrontación (…)”. Se refiere a la formula “escribir para pensar” en términos de incremento, de acumulación, de acercamiento hacia la verdad desde una cierta labor y rigor de índole científica. En cierta medida, Marías exalta la condición intelectual del proceso de escritura, pero tiende a caer en una exacerbación de cierto producto textual particular, académico, puramente formal. Sin embargo, se entiende y se agradece su énfasis en el carácter oficioso del aprendizaje verbal, en este caso, de la escritura en estrecha relación con la lectura. Su enfoque pedagógico sobre la dimensión verbal –tan descuidada por estos días- es legítimo y correcto. Lógicamente un mayor enriquecimiento y sofisticación de la lectoescritura llevaría a mejores expresiones y “decires” del pensamiento. Es posible aludir a la figura de Derridá para comprender mejor el rol protagónico de la escritura en el ámbito de los saberes y el conocimiento. Frente a la visión platónica, Derridá reivindica a la escritura como proceso en el cual el lenguaje se construye incesantemente, en el cual el texto, lejos de tener una sola significación, está tan cargado de ellas como de potenciales lectores, y en el cual el autor no constituye ni el principio ni el fin de su sentido. Ello conlleva a reconsiderar el acto de escribir como fundamental para potenciar la capacidad verbal del pensamiento, y cómo puede esto resolverse en soluciones pragmáticas, en resolución de problemas de la propia vida cotidiana, que no necesariamente llevan al cultivo del intelecto en si mismo (cosa que sería estéril y auto complaciente, por lo demás).

Barthes, sobre los textos escritos, señalaba que estos son verdaderos tejidos en los cuales coexisten, se comparan y contrastan muchas otras escrituras desde diversos focos y dimensiones. Es así que se puede aventurar en el ejercicio del pensar para escribir como un acto de “costura” verbal e intelectual que requiere de constante práctica y sofisticación. Ahora bien, si llevamos esa concepción a un extremo, podemos considerarnos a nosotros mismos, en cuanto seres dotados y construidos en pensamiento, como simples “tejidos”, como creaciones de nuestra propia intelectualidad latente. Marías concluye diciendo: “No parece inteligente vivir por debajo de uno mismo”. Es precisamente porque la inteligencia y el conocimiento requieren de subjetividades erguidas, alzadas, libres en su manifestación y/o “textualización”. Si escribimos para pensar, y pensamos para vivir, vuelvo entonces a la interrogante ¿Se es uno mismo pensado, se es uno mismo leído y escrito en todo momento? Solo puedo concluir una cosa: que escribir (y pensar) no es tarea para débiles.

lunes, 18 de agosto de 2014

Nunca se sabe

Nunca se sabe a ciencia cierta lo que es una idea. Podemos analizar sus condicionamientos, constatar si tienen alguna clase de origen psíquico, social, hasta biológico, pero cuando aparecen lo hacen casi siempre de forma inenarrable, en nuestros horas de insomnio, en nuestro furtivo momento de dispersión, o en un derroche de emocionalidad. Entonces qué es precisamente una idea nueva? No cabe otra cosa que invocar al mito: o las ideas son creaciones románticas del intelecto o son un conjunto de asociaciones lógicas de elementos que ya existían mucho antes que nosotros en la memoria colectiva. En realidad, hacemos uso y abuso de las palabras sin saber realmente el origen y el significado original, de lo contrario no habría espacio para especular ni divagar libremente sobre nada… De cualquiera forma, las ideas solo pueden estar ahí una vez que han sido expulsadas de nosotros, el mundo nos invade con su ejército de formas, no nos importa el cubo rubrick por la jodida simetría de los colores, porque esa ya fue la idea de otro, sino que porque pasó por nosotros en un intento de reinventarla con nuestras manos. Creemos tener muchas ideas pero si se mantienen en la esfera del ego se limitan a ser parte de una auto complacencia inútil por etérea. Si las ideas no nos atraviesan de alguna forma las consideramos abortadas de antemano… Es esa la clásica disputa entre la musa y el genio (o mejor dicho, el obrero) que la considera su temporera privada de la creación… Da Vinci decía: “Concebir una idea es algo noble. Ejecutarla es servil”.

domingo, 17 de agosto de 2014

El robo del siglo

El robo de los "ladrones del siglo", pocos reconocen el verdadero arte que hay detrás de una gran acción criminal. No se trata tanto del valor de lo que se roba, ni de qué hacer con el botín, se trata del acto de robar por si mismo, por eso no cabe apreciarlo solamente con los ojos interesados en el dinero. Decía Bertol Brecht: "qué es robar un banco comparado con fundarlo". En definitiva el robo de aquellos sujetos, más allá de si tiene alcances morales o políticos, de si su acción fue digna de Robin Hood, es preciso concebirlo desde el gesto, incluso si se quiere, desde el estilo, puesto que semejante empresa demanda inteligencia, astucia, hasta creatividad. Es el punto en que el robo se vuelve arte, en que es una jugada maestra, un ajedrez oscuro, y se sitúa más allá de cómplices y de victimas. Apuesta por la perfección, quiere pasar desapercibido y al mismo tiempo provocarlo todo. Los dadaístas nos enseñaron que la originalidad es difusa, que hay que volver a las fuentes para constatar que solo quedan sombras. Entonces el robo se vuelve una célula marginal pero necesaria: Es el agente destructor que le permite a sus cómplices experimentar las manchas del guion.

lunes, 11 de agosto de 2014

Qué extraño se siente escribir sobre la morada...



Qué extraño se siente escribir

sobre la morada del ocio y de la muerte,

esa muerte trasnochada y ebria

celebrando la broma viviente que soy

…y es ella la que empezó la broma.



Unas cuantas luces

me llevan a soñar el aburrimiento

de escritura intermitente, de ojos rehenes.



La parsimonia mía,

que intercambia monólogos,

comunicados a la pantalla…

la gélida luz que absorbe y atrapa

la boca que come de tus constelaciones

el satélite bufón de tu astrología.



El juego y olvido de las palabras

la mitología no enseñada,

la analfabeta alegría

la alegría de atravesar puertas,

de sobornar los agujeros

de salar las equivocaciones

y jamás postergarse a si mismo.



¿Debo hacer de mi solitario heroísmo poesía?



Cuando me defino asalta la duda,

El yo se presenta cual verdugo

Como si fuese hijo del error o la vergüenza

¿Es la vergüenza la que me parte en dos?

¿Es la vergüenza la que redimirá nuestrocontacto

Entre pliegues y miradas de infinito?

¿Es la vergüenza misma ese infinito del que mehablabas,

Esas tardes en vela, de sabor amargo?

No: es solo aquello que envolvías celosamente

Para regocijo de tu espíritu caprichoso



Nuestras palabras dichas en el vacío

Ese montón de energía funeraria

¿tuvo algún sentido para nosotros?

Fue solo el juego de niños cósmicos

dentro de una fiesta de caos

Entonces ¿Para qué el sentido?

La conmoción podría ser la respuesta,

La conmoción del peso de las palabras

que se masturban en caverna

ante nuestra propia ausencia y presencia.



Así, en esta tarde de sentidos y contrasentidos

me trago el orgullo y puedo decir

que gracias a la bendita inexistencia

me declaro el héroe de nada y de nadie

y puedo acabar de derramar la tinta

el líquido sobre mujeres que no existen...

Luego me vuelvo frenético,

el signo interrogativo para amigos y enemigos.

En especial para todo y todos,

no saben separar entre figura y genio,

y ya no se puede ser uno sin el mundo

luego escribo, muero y el sentido subyace.

miércoles, 6 de agosto de 2014

“Vengo de una raza notable por la fuerza de la imaginación y el ardor de las pasiones. Los hombres me han llamado loco. Lo cierto es que aquellos que sueñan de día conocen muchas cosas que escapan a los que sueñan sólo de noche. Diremos pues que estoy loco. Concedo por lo menos que hay dos estados distintos en mi existencia mental: el estado de razón lúcida que no puede discutirse y que pertenece a la memoria de los sucesos de la primera época de mi vida, y un estado de sombra y duda que pertenece al presente y a los recuerdos que forman la segunda era de mi existencia. Lo que pasa es que soy muy feliz en la duda y en la sombra” A. Caicedo.
Resulta una realidad que quienes promulgan dejar las posesiones sean siempre quienes precisamente las poseen. Son los privilegiados que romantizan e idealizan la pobreza como un valor en si, hacia una suerte de cinismo al uso, de vestir harapos conceptuales y teorías sobre el desprendimiento que solo corresponden a una ambición disfrazada de modestia, es el pensamiento de lobo hablando el lenguaje de las ovejas. Allí encontramos a muchos gurúes y lideres de lo "espiritual". Los necesitados autenticos no pueden darse el lujo de "desprenderse" de nada. Al contrario, quieren volver a "aprehender" la vida. Camus decía al respecto: "Es un tipo de esnobismo intelectual lo que hace a la gente pensar que pueden ser felices sin dinero". Estos son los nuevos "pobres", que ensalzan la pobreza a categoría de mito o de fenómeno pero que en el fondo no quieren serlo. Son las nuevas ratas de la inconsecuencia. El auténtico no pensará dos veces en salir y enfrentar al mundo, solo y contra todo. Quizá Aniceto Hevia, en Hijo de Ladrón, sea un retrato hablado: "Cuando fui dado de alta y puesto en libertad, salvado de la muerte y de la justicia, la ropa, arrugada y manchada de pintura, colgaba de mí como de un clavo. ¿Qué hacer? En verdad, no era mucho lo que podía hacer; a lo sumo, morir; pero no es tan fácil morir. No podía pensar en trabajar -me habría caído de la escalera- y menos podía pensar en robar -el pulmón herido me impedía respirar profundamente. Tampoco era fácil vivir. En ese estado y con esas expectativas, salí a la calle".
-Está en libertad. Sol y viento, mar y cielo. "

viernes, 1 de agosto de 2014

Se escribe al comienzo y durante como puro impulso, ánimo de seguir. Se deletrea la ficción a costa de provocar un club de fanatismo y de inquisición. El resto que se gesta a partir del famoso "oficio" (la mayor capacidad, lecturas, conocimiento) se da en el camino, entre los ripios, entre los errores. Hay una manía por "escribir bien", que deriva de una exigencia canónica o lo que llama Bloom, angustia de la influencia. “La literatura puede servir como ensayo para aprender a desleer un mundo"... pero las definiciones no importan mucho, si lo que se desarrolla en la práctica es indeterminado. La critica academicista, abogados del diablo, no debiese desalentar a los aficionados. Si tu novia te anima a seguir, el resto importaría poco, o como algo anecdotico, pero no determinante. Se arma una serie de cofradías, de pequeños santuarios o antros de lectura, ya no se aspira en el fondo a un paradigma, es preciso conocerlo, pero lo que se hace en la práctica es más bien una necesidad compulsiva, una forma de extirpar el órgano de las significaciones.

Enseñar lengua




La poesía como zeitgeist: cada época con su propio aliento, pero allí aguarda algo que lo atraviesa todo... es mutable siendo el lenguaje solo la expresión de esa ¿energía? ¿razón? ¿música?... en ese vaivén el espíritu de la lengua no ofrece tregua... por lo mismo Aristóteles hablaba de la poesía como universal, al hablar de lo que podría ser... es en el fondo el principio histórico de que la poesía atraviesa como lanza todos los corazones del tiempo, más allá del lenguaje y de la circunstancia, del llamado contexto de producción (en términos escolares).... Tiene quizá que ver con el grado de universal de cada voz poética... Vallejo hablando del dolor, Holderlin de la alegría.. son tan imperativos ahora, como en aquellos momentos... a pesar de, o precisamente, por esa diferencia vital de orígenes y ocasos. Pero reinterpretar su poesía, a partir de esa curva de tiempo, es también todo el desafío. Por lo mismo, no me cabe en la cabeza aquella didáctica antojadiza que recurre a una enseñanza cronológica de los autores, como si fuesen almas en pena que de repente se invocan en la sala de clases, y que los alumnos deben repetir como un mantra para nutrirse prácticamente de esa "sabiduría", de ese espíritu letrado que ellos, como cajas vacías, no poseen ¡se trata de despertar al Vallejo y al Holderlin en cada uno! provocando a fuerza de sangre esos sentimientos, a raíz de la lectura, de otra forma no podrán identificarse jamás. El error está en situar a la poesía como un trampolín social, como un ideal de sublimación... la poesía es ahí ahora y siempre, de lo contrario, será mejor que la eliminen definitivamente del abstracto panóptico curricular, y volver a la escuela normalista del lenguaje como producción en serie.

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Una especie de ética incómoda aflora en la cabeza del profesor de lengua que al mismo tiempo tenga ciertas pretensiones poéticas: no puede simplemente aspirar al espectáculo social y mercantil de la poesía, o peor aún, sentirse parte del grupo de pequeños mesías jóvenes de la literatura "posmo", y ver por otra parte, el evidente déficit de lectura y la indiferencia hacia escribir que demuestran sus alumnos... país de poetas, pero para quiénes? leerán tus alumnos alguna vez esa producción, con algún gesto de identificación verdadera? ¿para quien escribes? ¿quien te lee? preguntas del millón.


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¿Cómo se supone que pueda aplicarse la enseñanza de la literatura si gran parte de los estudiantes con una mezcla entre desidia e impulsividad demuestran que ni siquiera no saben leer, si no que simplemente prefieren no hacerlo? ¿Cómo enseñarles que leer es gratificante o al menos útil para todos cuando en el fondo se está de acuerdo en que leer no es un asunto de vida y muerte, sino que es una elección personal, exclusiva, muchas veces accidental? ¿Es la literatura de verdad enseñable, cuando como mucho acaba siendo escrita y consumida? ¿Es posible inculcar esa "pasión" a todos? Todavía lo ven desde la utilidad, desde la identificación, y eso está sujeto al contexto... Que la letra entre con sangre resulta tentador, pero siempre se cree en que los estudiantes acaben cumpliendo el sueño del constructivismo: que todos somos lectores en potencia arquitectos del significado (por supuesto, soñadores que ni han pisado aulas chilenas) ¿cómo se supone que los alumnos construyan significado si no hay garantía de que mantengan siquiera la atención de la clase? como mucho leen para salir del paso, amparados por un curriculum invisible... Hay que cargar con una fe y una paciencia a priori, de lo contrario se oscila siempre entre el desencanto y la utopía.


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En sala de profesores mientras los colegas ya hablaban sobre adonde irían a viajar para las próximas vacaciones, agarré un libro que estaba botado sobre Miguel Hernández, "El oficio de poeta"... como una suerte de broma pedagógica, el epígrafe rezaba: "En igual forma como se fajan los miembros del niño desde la cuna, es necesario también desde la primera juventud, fajarles también la voluntad".

martes, 29 de julio de 2014

Trascendence

Vi Trascendence: la idea de una super inteligencia que por medio de la tecnología intente emular a Dios, fábula archi conocida. Se trata más bien de un reciclaje del mito de Fausto, el deseo ilimitado de conocimiento a cambio de la servidumbre a un demonio en su sentido clásico, es decir, a una entidad externa. En este caso, Johnny Depp, el genio científico, adquiere super conciencia por medio de una red virtual a cambio de que pierde su condición humana. La clave está en la pregunta que Morgan Freeman le replica: "¿cómo saber si tienes conciencia de ti mismo? ¿acaso la tienes?". El problema del argumento reside en que mientras más "trascendencia" adquiere el genio, es capaz de religarse con el todo, replicando además aquello que él fue, pero perdiendo en ese proceso la subjetividad. Es el relato de la magia hermética pero computarizada: "el mundo como una red mental". Sin embargo, el precio de ese poder y esa visión es siempre la soledad. A fuerza de volverse una pura conciencia, Johnny Depp se vuelve impersonal, abstracto, mente que no vive porque ya no experimenta, simplemente lo sabe y lo domina todo. He ahí el error de la película. Si ya trascendió su condición humana, ¿por qué sigue atado a reglas morales y a emociones terrenales? ¿qué le impide someter al mundo y no auto destruirse? La metáfora del a-mor como la verdadera "trascendencia", por su parte, acaba siendo la fábula platónica de los seres que se sacrifican para permanecer juntos. Es la típica vía del sentimiento como redención. Pero, en la película, el genio absoluto demuestra que su capacidad para estar en todos lados y saber todas las cosas le resta la exclusividad del corazón que la mujer científica le reclama. En su expansión artificial, Johnny Depp, el genio, pierde en intensidad. Es la maldición de la técnica, imita y reemplaza pero falla en crear, falla en la poiesis, el hombre falla en su intento de ser dios pero gana precisamente liberando en forma de canto trágico aquella frustración contra la inmensidad. Faltó esa catársis; se obsesionaron con la tecnología. A mayor conciencia, menor pasión, ese parece ser de manera rústica el mensaje de la película.

martes, 15 de julio de 2014

Estuve leyendo un artículo en un blog de un escritor español llamado Neorrabioso sobre la denuncia que recibió de parte de Roger Wolfe por copiar su material impunemente en la red (con miras a difundirlo por supuesto). Wolfe le envió una amenaza explícita acusándolo de pirata. El escritor argumenta que lo que hace no es ningún delito, porque mientras no gane dinero con lo que hace , al contrario, le hace un flaco favor al autor en difundir una obra en línea gratuitamente. Es prácticamente el mismo dilema que con la música. Neorrabioso señala sin embargo que en el caso de la música la mayoría va a preferir escuchar un tema en mp3, en cambio, con la escritura, todavía el papel, el objeto libro, tiene peso (en sentido literal y figurado) frente al formato virtual -digital. Según Neorrabioso, Wolfe cae en el patetismo de reclamar derechos intelectuales contra un pobre navegante de blog que vive con los bolsillos vacíos y con suerte tiene para comprar un par de libros al mes. Él solo desea transmitir un poco de lo que sabe y ha leído. Es el vicio en el que caen muchos autores: solo por la vanidad de ver su nombre impreso se creen con el derecho de reclamar exclusividad y propiedad como burgueses del lenguaje, cuando en la práctica, y sobretodo en Chile, se sabe que el público objetivo es algo absolutamente difuso y el déficit en el hábito y comprensión lectora una realidad.


viernes, 4 de julio de 2014

Cuando los físicos cuánticos hablan del principio de indeterminación, bajo el cual no es posible determinar el estado de la materia en un punto fijo, en realidad están aludiendo mediante un lenguaje positivo a aquel devenir que los presocráticos ya habían postulado, en Tales con el símbolo del agua, y en Heráclito con el del fuego. Heisenberg explicaba que los átomos no son cosas, son posibilidades de la conciencia... es la deriva científica para concluir que nada se toca con nada, y que en el fondo, las relaciones no son sino posibilidad, exceso de energía desfilando inexistente. ¿Cuánto de eterno hay en esa gran sinapsis de las emociones? en esto punto los científicos develan en un lenguaje prosaico unas cuantas verdades poéticas. De hecho, ya se ha postulado que existen células para cada emoción humana. Todo está ya en el cuerpo, eso lo sabían los irracionalistas, dispuesto para la ficción y para el simulacro de las relaciones humanas... pero por eso mismo hay energía, gratuita, doliente, ilimitada: o dejamos que haya espíritu, haciendo que nuestras experiencias tengan lugar en el mundo, o caemos en el nihilismo de los átomos que nos componen pero que no se tocan jamás... Nuestro amigo John Keats, el poeta cuántico, lo expresa con mayor vehemencia: "no retengas un átomo de un átomo o me muero, o si sigo viviendo, sólo tu esclavo despreciable, ¡olvida, en la niebla de la aflicción inútil, los propósitos de la vida, el gusto de mi mente perdiéndose en la insensibilidad, y mi ambición ciega!"

Perro fantasma




Si es que puedes dar la mano del honor,


se hace de noche enseguida,


e intentas ser uno entre todo.


En las aceras crípticas de la ciudad


trata de adivinar por una vez en tu vida,


la perseverancia de la chispa


a través de la pública escena del crimen.






No es otro que tu trasnochado espejismo.






En el último y tercer día,


No sienten el filo en la espalda, sin antes,


Sentirlo directo en el rostro


Como un choque vespertino.






Anticípate al miedo de lo que celosamente deseas


Desde ahora ese es el código del caminante,


Un extraño como todos.






Quizás, cuando sientan el fluir de su mente


Antes de la lluvia en los terrenos baldíos.


Quizás, cuando lloren por el hecho de partir


Antes de perder lo que no podían olfatear.


Quizás, cuando los santos de los suburbios


contemplen todos los esquemas


Quizás, cuando los derrotados retrocedan para recoger


La bandera de los que sobran.


Quizás, cuando cada rincón del mundo,


no sea otra cosa que mundo.


Quizás, cuando las cosas, en general,


no estén representadas por sí solas…


o quizás, cuando llegues a ver a tu sombra darte la espalda,


será cuando te prepares a perseguir


a quienes sabotean tu paranoica existencia


Tu espíritu,


Tu espejismo.

"Ghost Dog: The Way of the Samurai" Jim Jarmusch