viernes, 5 de febrero de 2016

TPP

Al cruzar Bellavista se oye a una joven hablar sobre el polémico Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, TPP. Discutía con su amiga en relación a la imparcialidad de esta clase de acuerdos, hechos prácticamente a pesar de la legislación de cada país involucrado. Decía claramente que si solo seis de los doce países circundantes al Pacífico firmaban el trato este se implementaba. Justo delante de ellas un tipo se mete en la conversación mientras esperaban para cruzar, y lo hace sin más agregando que en verdad los yanquis ya tienen todo cocinado, que el Acuerdo busca liberar el intercambio comercial entre los países del Pacífico pero a cambio de fortalecer patentes en el área médica, priorizar el flujo de la exportación y controlar la distribución gratuita de la información por internet. El tipo señalaba cómo se podía leer la letra chica del contrato. La joven del principio replica que entonces no se podrá compartir ninguna clase de contenido virtual sin la autorización del titular. Son los malditos derechos de autor, volvía a decir el tipo. Además, de acuerdo a la joven, aparte de la colusión de las farmacias, si se aprueba el trato también ciertos medicamentos tendrán una licencia que no podría ser usada por cualquiera, lo que dificulta el uso de genéricos, por lo que serán comercializados a precios igual o todavía más caros. El tipo, aprovechando el tiempo que quedaba para cruzar y la intensidad de la conversación, remató lo que venía diciendo y agregó: todo será parte de una movida estratégica de yanquilandia para quitarle protagonismo comercial a China, que en la actualidad vendría siendo el cliente número uno de Chile y de la mayoría de los países sudacas. El gesto de aprobación de las jovenes no se hizo esperar. Un gesto entre resignado por la situación y satisfecho por la comprensión de lo que pasaba. El tipo esbozaba una sonrisa como contento por empatizar con ellas mediante el dialogo expreso sobre un tema contigente. Justo en el momento en que la luz cambiaba para cruzar la calle, ellas se marchan, el tipo se queda sin cruzar, y se oye de fondo precisamente una mini protesta contra el TPP afuera de la Intendencia. Sin quererlo, las jovenes que hablaban sobre el TPP, el tipo que entra de improviso a discutir, que logra su atención, a pesar de quedar atrás, y uno mismo como transeunte incógnito, como mero testigo auditivo por contiguidad, firmábamos en ese momento un pacto invisible: El pacto de la disidencia al paso, de los que están de acuerdo en un punto a raíz de un impulso de la casualidad y el deseo y que luego se esfuman, cada uno por su lado, con ese conocimiento y esa satisfacción moral en silencio, acaso sin volver a reconocerse de nuevo, acaso siquiera sin haberse conocido bien, y solo existiendo una cuestión en común que los unía: La sensación claustrofóbica de cierta conciencia...