lunes, 5 de agosto de 2024

Para seguir escribiendo

Para seguir escribiendo, puse en jaque el futuro

trituré el amor frustrado

desafié mis paradigmas

barrí con los falsos amigos

hice del silencio un anatema.

Apuntes al vuelo sobre narrativa

I

El biempensante de la corrección política está incapacitado a priori para la literatura. Si tiene que medir cada palabra y ajustar cada posible significación conforme a la medida axiológica de los otros, se está saboteando en todo momento de manera impune. Se está devorando la cola antes siquiera de completar el uróboro de las palabras, siempre insaciable al punto de la indigestión.

II

Hay literatura en la conspiranoia. Lo descubrí cuando profundicé en una vereda que era para mí desconocida, hasta antes de nuestra convulsa coyuntura política. Hay un enorme potencial narrativo en los relatos sobre conspiraciones, en los entrecejos, en los intersticios y en los rincones del poder globalizante. Quien se niega a verlo, carece de la capacidad para imaginar “fuera de la caja” de sus paradigmas o no concibe en ciertos discursos alternativos un terreno digno para la extensión de la escritura.
Fragmento de mi próximo novela hipotética, quizá mi proyecto más emocional, visceral y arriesgtado:

“Mudos, descenderemos al abismo”. Cesare Pavese

Aún recuerdo aquella noche, la noche en que todo acabó. Es inútil reprocharle a la memoria lo inevitable. Lo supe de golpe, sin remedio. Nos habíamos matado. Aun las palabras que no alcanzaron a ser dichas en ese momento o que, por cobardía, fueron destrozadas, jamás podrán articular una respuesta legible. Supongo que nunca estuvimos destinados, pese a la poesía, oscura traicionera. Supongo que no había manera de resolver nuestros laberintos personales sin salir enredados y heridos de muerte, que nuestra historia debía terminar con un coito interrumpido, una promesa frustrada, siquiera con un débil destello amoroso, para regocijo de los impúdicos mercenarios de las letras.

Me engañaba a mí mismo al pensar que un libro podría encerrar bajo llave todas las maldiciones. Sin embargo, era lo único con lo que contaba. ¿Qué otra opción cabía, ante la resaca del tiempo? Callarlo todo, permanecer en la sombra para siempre o prepararse para la carnicería.