sábado, 23 de junio de 2018

Érase una vez un país tan pero tan mediocre que tomaba las derrotas ajenas por victorias pírricas.... El nombre de ese país empezaba con ch de chaquetero.
En El exorcista fue Pazuzu. Ahora en Hereditary fue Paimon. A la salida de la función, una joven comentaba haber quedado pa la cagá. Asombro fue poco. Intriga, pavor por la maquinación, por el descubrimiento de fuerzas siniestras, tal vez. Hace tiempo que una película que se dice de terror efectivamente no me asustaba. La última creo fue La noche de los muertos vivientes. Pero era demasiado chico. Aún me pasaba rollos en la oscuridad. Con esta, en cambio, el demonio queda invocado, de a de veras. 

(Fui cero expectativa. Al principio parecía una peli genérica, pero la tensión y el horror fueron in crescendo, tanto así que el ruido de las palomitas y el murmullo de la gente desaparecieron conforme avanzaba la trama, hasta llegar a un silencio inquietante).
Grata sorpresa hoy en clases cuando la pillé a ella, a la chica solitaria, en la sala de computación, escuchando Roundabout de Yes. Dijo que el tema lo había escuchado de un supuesto meme con música. "No acostumbro a escuchar música antigua, pero esto tiene onda", aseveró. Ni idea a qué meme con música se refería. No fue el hecho del supuesto meme el que me intrigó, sino que el hecho de Yes sonando en los audífonos de mi querida y misteriosa alumna solitaria de séptimo básico. 

*Tengo otra anécdota: esta chica una vez en la biblioteca se puso a tocar el teclado. Interpretó el tema de Tapion de una película de Dragon Ball Z, que originalmente suena con armónica. Sus compañeros la rodeaban como extasiados. Me preguntaron si cachaba el tema. Fue tanto que parecía una verdadera artista de hamelin. Solo en lo que duró la interpretación de la chica hubo un orden genuino.