miércoles, 12 de abril de 2023

En la prueba de la unidad "cero", los cabros tuvieron que repasar el género lírico. Les di espacio para la creación en dos ítems. Uno consistía en una respuesta a una pregunta poética. Otro, en un poema que contenga al menos una figura literaria y rima asonante. De allí salieron algunas "joyitas" destacadas que reproduzco por acá:

¿Hay algo más triste en el mundo que un tren inmóvil bajo la lluvia?
Sí, nada es más triste que el que no sabe de su vida.

...

Pensamientos
Me desharé de mi cerebro
Lo hundiré fuera y lejos
Ya no estaré consciente
Me desharé de todos los pensamientos.
Preferiría hacer cualquier cosa
Que quedarme solo con mi cerebro.
Los añejos recuerdos
Escurridizos como conejos
Brincan en mi mente
Se escurren en una epifanía
Me persiguen hasta dejarme muerto.
Algo que me reconforta de estar haciendo clases en un colegio, pese a todo lo jodido del sistema, la precarización del rol docente y la indisciplina de los cabros, es que aún no ha calado la violenta ingeniería social del wokismo en las aulas. Hay problemas de otra índole, de convivencia y manejo de grupo, pero las relaciones entre los cabros se sienten espontáneas y orgánicas. No está esa cosa tan desagradable y artificiosa de corregir el discurso del otro por no ir "acorde a los tiempos" ni de obligarlo a decir tal o cual cosa por miedo a la cancelación: los cabros se expresan libremente a sus anchas, aunque en esa libertad también está el peligro, pero sin ese peligro tampoco hay libertad. No puedo decir lo mismo, en cambio, de las universidades, sobre todo de las facultades de humanidades, tomadas, en su mayoría, por esta ola de corrección elitista, "revolución cultural", digámoslo, impuesta de arriba a abajo, que se diluye al mero contacto con la realidad de las interacciones humanas, "deconstruida", al fin, por su propia inconsistencia.