que conocimos la luz y nos detuvimos a jugar con las sombras?
El lamento de los sobrevivientes, Jorge Sbarra
Cuando subía el cerro cargado de bolsas, una señora en la otra vereda me vio y me preguntó: -¿son regalos?-. Yo le respondí, fuerte y claro: -No, es ropa de cama-. La señora luego dijo: -ah, yo pensé que eran regalos para los niños-, a lo cual comenté: -Aún no es navidad-, buscándole la salida chistosa. La señora rio un poco y siguió su camino. Yo continúe el mío, cerro arriba, cual pascuero apócrifo a su habitación cerrada.