miércoles, 6 de agosto de 2014

Resulta una realidad que quienes promulgan dejar las posesiones sean siempre quienes precisamente las poseen. Son los privilegiados que romantizan e idealizan la pobreza como un valor en si, hacia una suerte de cinismo al uso, de vestir harapos conceptuales y teorías sobre el desprendimiento que solo corresponden a una ambición disfrazada de modestia, es el pensamiento de lobo hablando el lenguaje de las ovejas. Allí encontramos a muchos gurúes y lideres de lo "espiritual". Los necesitados autenticos no pueden darse el lujo de "desprenderse" de nada. Al contrario, quieren volver a "aprehender" la vida. Camus decía al respecto: "Es un tipo de esnobismo intelectual lo que hace a la gente pensar que pueden ser felices sin dinero". Estos son los nuevos "pobres", que ensalzan la pobreza a categoría de mito o de fenómeno pero que en el fondo no quieren serlo. Son las nuevas ratas de la inconsecuencia. El auténtico no pensará dos veces en salir y enfrentar al mundo, solo y contra todo. Quizá Aniceto Hevia, en Hijo de Ladrón, sea un retrato hablado: "Cuando fui dado de alta y puesto en libertad, salvado de la muerte y de la justicia, la ropa, arrugada y manchada de pintura, colgaba de mí como de un clavo. ¿Qué hacer? En verdad, no era mucho lo que podía hacer; a lo sumo, morir; pero no es tan fácil morir. No podía pensar en trabajar -me habría caído de la escalera- y menos podía pensar en robar -el pulmón herido me impedía respirar profundamente. Tampoco era fácil vivir. En ese estado y con esas expectativas, salí a la calle".
-Está en libertad. Sol y viento, mar y cielo. "

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