jueves, 28 de julio de 2022

Es un hecho de la causa que el discurso progre es, hoy por hoy, lo hegemónico, pero la trampa está en que se vende como lo contrario, como disidencia, cuando está respaldado precisamente en la estructura liberal. Si hiciéramos un símil para entender el asunto, el progre sería homologable al "demócrata" norteamericano. No sería una "izquierda" clásica propiamente tal, sino que únicamente parte del binomio político. Curioso que uno de los principales brazos del poder financiero internacional sea precisamente esta izquierda progre y todos sus lobbys y agendas asociadas. Y con eso no excuso a la derecha política, solo digo que este otro brazo es menos evidente pero igualmente cómplice del status quo, cuestión que no todos (sobre todo gente de izquierda) están dispuestos a aceptar todavía. Por otro lado, la famosa agenda 2030, auspiciada por Naciones Unidas y seguida de cerca por el Foro Económico Mundial y toda la corporatocracia occidental, con su lema "no tendrás nada y serás feliz", a mi juicio, es la agenda de aquel nuevo capitalismo progre que se intenta vender como la solución sostenible y unilateral a la crisis de los Estados Nación, provocada en parte por el propio colapso económico del sistema y sus consecuencias sociopolíticas. En definitiva, "ellos" propiciaron la enfermedad y ahora, cínicamente, te ofrecen el remedio o la “vacuna”: una reingeniería del propio modelo, ahora exportable a todos los países bajo la órbita de las potencias. Si la izquierda (no la progre, que aplaude la agenda) sigue haciendo vista gorda de esta infame situación, no creo que vaya muy bien encaminada y enfocada en el contexto geopolítico actual y, en cambio, siga enfrascada en peleas de "perros chicos".