lunes, 5 de febrero de 2024

El fuego no tiene sombra (poema)

El fuego no tiene sombra

Pero atrae penumbras

Sobre Valparaíso, abrasada la consciencia

Ya no caen aves electrocutadas

Solo corazones incendiarios.



El fuego corroe la memoria

Pretende la purga pero inflama la rabia

Sin luz, arrancan los tejidos,

Arrancan sus casas y sus espacios

supuran la ardiente melancolía

de un territorio indómito,

marcado por la disolución.



Perdido el ensueño y el arraigo

Caen ebrios en su proclama

Los agitadores y los esbirros

Perros de una leva poderosa

Se pierden en la bruma invencible

Vuelven a la Cueva, donde el Chivato reposa

Milenario en su relato,

Salvaguarda del acabóse.



El puerto reconoce su fuego

Sus cerros le gritan a sus árboles

Y sus árboles a los extraviados

Porque, transeúntes, volverán del olvido

Su patria será restaurada

En la medida que recobre

El ritmo de la inmanencia.



Cenizas del tiempo harán de los caídos

Una palabra tenue, vibrante

Ante la sordera del dogma

Y todos los incendios volverán

A su origen, tal cual el suelo

Que brotó infundado.

La religión Woke. Anatomía del movimiento irracional e identitario que está poniendo en jaque a Occidente. (2024) Jean-François Braunstein

"Tras el «gran despertar» woke se esconde una ola de locura que ahoga el mundo occidental.

En nombre de la lucha contra la discriminación, esta religión surgida en las universidades estadounidenses predica verdades bastante inusuales: su «teoría de género» sostiene que el sexo y el cuerpo no existen, y que solo cuenta la conciencia. Su «teoría crítica de la raza» afirma que todos los blancos son racistas, pero que ninguna persona «racializada» puede serlo. Su «epistemología del punto de vista» sostiene que todo conocimiento está localizado y que no existe ciencia objetiva, ni siquiera en las disciplinas tradicionales. El objetivo de los woke es «deconstruir» toda herencia cultural y científica de un Occidente que acusan de sexista, racista y colonialista. Incluso los académicos parecen haber sido seducidos por la absurdidad de estas creencias, y rechazan la razón y la tolerancia que hasta ahora habían sido el núcleo de su profesión.

Todos los caminos parecen llevar a una dictadura en nombre del «bien» y de la «justicia social». Se necesitará coraje para decir no a este mundo orwelliano que se nos promete."
¿A quién culpar cuando no hay nadie concreto a quien culpar? ¿Al tiempo, a la realidad, a la vida, al destino? Cruel sarcasmo de los hechos, sus causas ocultas y sus efectos fulminantes.
Un caballero en el negocio hablaba sobre un amigo damnificado por el incendio, y tuvo de pronto una idea: "Podrían dar el 10 por ciento de nuevo. Ahora se necesita". Le encontré toda la razón. Así como fue con la pandemia, durante el gobierno de Piñera, la situación lo requiere. Un nuevo retiro de los fondos previsionales sería un justo salvavidas.

El fuego no tiene sombra (crónica)

El fuego no tiene sombra, pero vaya que atrae penumbras. Eso recordé cuando miré al cielo ayer, un cielo lleno de humo y de cenizas. Íbamos de viaje. Al cruzar la calle, rumbo a tomar la micro para ir al rodoviario, hubo un corte de luz en todo el plan. No le prestamos mucha atención, confiados en que el incendio era focalizado y que la energía volvería luego.

Sin embargo, conforme avanzaba el tiempo, la cuestión se fue haciendo más caótica. El taco se volvía larguísimo. El cielo se ponía más denso y las alarmas de los celulares no dejaban de sonar, como en una orquesta siniestrada. “Evacúen”, era el mensaje masivo en esos momentos. “Evacúen”.

Lo cierto es que nosotros íbamos porfiados a destino. Solo en cuanto llegamos al terminal, comprendimos realmente la gravedad del asunto. Todas las líneas cortadas. Todos los viajes suspendidos ante la emergencia. Nos devolvimos resignados, y no menos preocupados por la magnitud del fuego que se iba abriendo paso entre nuestras zonas más queridas.

Al día siguiente, me reporté con mi padre. Él se encuentra bien y su zona estuvo a unos cuantos metros de ser arrasada. Viajé a Viña después del toque de queda, para cobrar el dinero de los pasajes. La gente en las calles iba y venía, rumbo a centros de acopio, algunos con pala en mano, de regreso de sus lugares sacrificados o en busca de un poco de agua para capear el calor satánico que asolaba la ciudad.

Algunas personas trataban de entender quiénes habían sido. Unos le reclamaban al gobierno su inoperancia y su complicidad con los “pirómanos”. Otros, arremetían contra los empresarios forestales por su maldad especulativa. Tras la tragedia, lamentablemente, hay quienes insisten en buscar culpables, bajo una mirada parcializada y sin criterio ni rigurosidad suficiente. Cada quien invoca a sus propios demonios y proyecta en el otro, su adversario, el peor de los males. Ya dijimos que el fuego no tiene sombras, pero vaya que atrae penumbras.
Hermosa y trágica frase de La princesa Mononoke que ha circulado por motivo de los incendios forestales en Viña, Quilpué, Villa Alemana, Limache, parte de Santiago y gran parte del Sur: "Escucho el dolor del bosque y siento el dolor en mi pecho. Los árboles lloran al morir, pero no puedes oírlos".