domingo, 10 de abril de 2022

Una alumna me envió durante la madrugada unos poemas que me pidió revisar. Según ella, se quedó toda la noche escribiéndolos. Tenemos aquí, sin duda, una escritora en bruto:

I

Se alza el sol, perpetuando

la eterna y dolorosa

rutina del amanecer,

el nacimiento de un nuevo día,

levantándose sobre los restos de

La noche prontamente resurrecta.

Se alza el sol

tal cual como ayer,

y el día previo, o mañana

y el día siguiente,

se alza el sol

todos los días y sin embargo

me quita el aliento cada vez

que soy enceguecida por

su halo de luz, como si jamás

hubiera visto tal cosa.

II

estamos tan vacíos,

saltamos de cama en cama,

y buscamos y buscamos

no sabemos bien qué

quizás nada, o lo que sea

algo que nos mueva,

nos sacuda, nos cambie,

pero tenemos miedo

a las historias que duran

tenemos miedo,

porque sabemos que

de algunas

dura más la huella

que la historia,

que donde te falle

la memoria

van a estar las cicatrices,

así que elegimos

estar vacíos

porque es mejor

Que estar tristes.

III

no sueño con estatuas

ni monumentos

quiero sangre

en el pavimento,

mi poesía y florezcan brotes

del concreto inerte,

quiero perderte, Cordura,

porque en tu ausencia habita

el arte, y los días que perdí

todo aquello que anhelo

habita allí donde no estás.

pero te vas y me vuelo,

me extravío en un camino recto,

desencuentro las constantes

que rigen y estructuran

todo aquello más allá

del velo de la locura,

y todo lo que encuentro acá

acá se queda,

¿de qué me sirve hallarlo

y que sea solo mío?

quiero posar en las manos ajenas

los versos delirantes de fiebre,

pero el sentido se pierde

se torna incoherente

en la sanidad necesaria

para regalar ese fragmento

de inconsciente,

y parece adrede la tortura

de reclusar mi cúspide

a la más pura soledad.

IV

Estoy dispersa esta noche, soy solo polvo, lágrimas y reproches, rimas trilladas, poemas zigzagueantes y versos inentendibles.

A fin de cuentas tal vez soy más de lo que creían pero aún así menos que suficiente, lo que hay de mi nunca alcanza para la gente que quiero, y este destino austero sigue cruzándolas en mi camino.

A esas personas ausentes me refiero, para las que nunca sirvo, las que acechan todavía mis escritos de porquería con sus siluetas traicioneras escondidas tras la métrica.

V

A veces me siento como

Poco más que un olvido

Esperando a pasar.

Y hago el duelo

Por esas huellas a borrar

De cada paso del camino,

Por cada detalle a desdibujar,

Por los momentos que ya

No serán recuerdos.

La intrascendencia se siente,

A veces,

Como un puñal en el pecho

Una guillotina sobre mi cuello,

Una sentencia.

Acecha mis pesadillas,

Con sus sombríos paisajes

Un mundo frío en el que

No existo para nadie

más que yo.

Un mundo en el que

No me inventan otros ojos

Ni delinean otras manos

Mi contorno.

Donde no queda nada de mí

En las personas que atesoro

No queda nada de mí.

No queda nada.

VI

para ti a quien el mundo le duele tanto

Se enturbia el velo de la noche

en el reproche

de un vestido sin colgar,

desteñido de tanto lavarle

sangre que hace tiempo

ya no está.

Pero el vestido ya no

es vestido sino metáfora,

porque retazos de tela

talla ocho no alcanzan

a representar la idea

de lo que tengo para contar.

Así que delimito la historia

en el vestido, como una foto,

para ver si también

desaparece

alguno de estos días

quién sabe como,

por esas vueltas de la vida.

La historia es así:

Hay un vestido rosa.

(no, no, la foto es más grande)

Hay una nena de vestido

(o quizás más chica)

Hay una mancha de sangre

Una tarjeta y cocaína

¿Quizás heroína?

Un pendiente tirado

Un diente en el piso

Un puño tembloroso, quizás,

Un labio partido,

Lágrimas sin sal.

La historia es así

y nunca cambia.

Aunque la sueñe

todas las noches

y la piense y recuerde

cuando no sueño.

Nunca la reescribo

y siempre vuelvo al vestido

que se fue y no pude sacarle

la puta mancha de sangre

pero sí el rosa

de tanto lavarlo

aún siendo ya tarde.

Perdón

perdón por la espera

es que las manos me tiemblan

y se me resbala la tela

voy a ayudarte, tranquila,

voy a limpiar el desastre

Incluso si no es hoy, voy a seguir intentando

Hasta que el vestido esté pulcro

O simplemente deje de existir