lunes, 11 de noviembre de 2019

El poder de la semántica expresado en la contingencia política: de asamblea a "congreso constituyente". Cambiar la figura de la consigna supone otra maniobra léxica. Amarrar el cambio constitucional al legislativo era la próxima jugada en el tablero.
La Tercera al parecer ya convocó un Santiago en 100 palabras basado en la revuelta social. Solo falta que el Mercurio Valpo convoque un Valparaíso en 100 palabras con la misma temática. A lavarse las manos con bicarbonato, escritores.
En el lapso de una semana, decapitan una estatua de Pedro de Valdivia y se la ponen a Caupolicán en Temuco; destruyen un memorial de Jaime Guzmán incluyendo el monumento en Viña; queman la centenaria casona Schenider, actual sede de la Universidad Pedro de Valdivia; y, además, saquean la Parroquia de la Asunción en Santiago, al igual que la Catedral de Valpo. Hay una cólera focalizada en esos sabotajes. No hay un mera catársis de violencia desatada. Hay una destrucción que materializa una afrenta simbólica no solo contra el gobierno, ni siquiera contra el capitalismo en sí, sino que contra todo aquello que haya ostentado un poder opresivo, (la colonización española, la ideología neoliberal, el catolicismo dogmático) lo que habla del carácter transversal del movimiento a gran escala. Ya no se trata solo de exigir el cumplimiento de una agenda política para asegurar la correcta distribución de los bienes y servicios, se trata de cobrar el elevado precio de la historia contra los vencedores; se trata remotamente de hacer valer una especie de justicia amordazada, si es necesario, a punta de sangre y de escombros. No hay ley de talión posible en ese levantamiento, nunca lo habrá; pero en su lugar hay un espíritu de vendetta criado por años, quizá siglos.