martes, 26 de marzo de 2019

Cerré ayer la clase de introducción a la PSU con una breve alusión al libro Fascímil de Alejandro Zambra. Les hice saber que el libro usaba la estructura de la prueba para desarrollar un ejercicio literario a ratos lúdico, a ratos catártico, rondando la desilusión o la referencia paródica. Se les mostró una breve parte que tenía relación con el "manejo de conectores" o, como en el libro se menciona, el"uso de ilativos": _____ las mil reformas que le han hecho, la Constitución de 1980 es una mierda. Las alternativas eran: a) Con b) Debido a c) A pesar de d) Gracias a e) No obstante. La idea era que comprendieran el formato PSU como un artefacto, una formalidad maleable, susceptible de intervención. Una cabra se extrañó sobre el lenguaje usado en el ítem del libro, y dijo "sha qué ordinario". Otra cabra un tanto más tranquila sostuvo que, por el mismo hecho de ser una novela, las alternativas planteadas no daban a lugar y únicamente estaban ahí para confundir al lector, en forma de joda. Otros tantos al medio se reían en grupo por la salida inesperada. Solo un chico de más adelante, casi bajo una escalera de la sala, planteó, no exento al contexto del hueveo, que el ítem, de hecho, y pese a su condición, sí tenía una alternativa correcta, siguiendo los lineamientos exigidos para la prueba convencional. "¿Y cuál vendría siendo esa respuesta?" le pregunté en el acto. El cabro se paró y dijo que la respuesta, en este caso, el ilativo restante, era "A pesar de". Explicó que era el más cohesivo y el más cercano al sentido del enunciado, puesto que la idea del autor era dejarle al lector la venia de la respuesta; sin embargo, el propio enunciado dejaba implícita la crítica a la Constitución, la cual, mientras siga existiendo, no dejará de ser lo que es. "La Constitución existe a pesar de nosotros", concluyó el cabro. Luego de eso, se sentó, miró a ambos lados, algo sonriente, y fue aplaudido de manera unánime, tanto así que no me quedó otra que seguirles la corriente. "Tamo dao pal éxito", le decía de mofa un compañero al cabro. "Puntaje nacional al toque", le replicaba otro, en el momento que salían de la sala, moviendo las sillas rápidamente, intuyendo que la prueba misma no era otra cosa que un artificio, y que el propio hecho de que el profe haya puesto ese libro como un intento de dinámica, lo comprobaba.