domingo, 4 de diciembre de 2022

Ese clandestino e insondable límite en el que literatura y vida acaban siendo una y la misma cosa. No cualquiera franquea esos horizontes sin antes ser perseguido o, peor aún, seguido de manera incondicional.
Los insultos de Gaspar Rivas a compañeros de bancada demuestran, sin filtro, el desparpajo y la odiosidad de los honorables. Los políticos serían así un reflejo de su sociedad, una sociedad dividida, enemistada, polarizada, porque, seamos sinceros ¿Quién no ha sentido alguna vez, en algún punto de su vida, el impulso de denostar abiertamente a unos cuantos ingratos? La otra cara de la democracia envuelve también esa libertad, pese a su contradicción. Se corre el riesgo de perder poder al proyectarlo negativamente sobre otro, aunque resulte catártico denunciar, de vez en cuando, una "conchesumadrada".