domingo, 25 de febrero de 2024

"El colectivo rumbo al Puerto se interna por la avenida España, la arteria que conecta Viña del Mar con Valparaíso. El chofer, un mendocino que vive hace 15 años en la zona, coincide: este verano de la ciudad jardín es un espectro de lo que solía ser la temporada estival. Prácticamente no hay turistas en días de estrechez económica y tragedia; el discreto movimiento se alimenta de los propios residentes.

Dejamos atrás Caleta Abarca, el balneario donde solían instalarse distintos programas satélites de los canales de televisión, para cubrir los detalles del festival. La discoteca del lugar ya no existe, la basura se amontona, los paraderos lucen vacíos. Pocos vehículos circulan de noche con la locomoción pública prácticamente desaparecida apenas se oculta el sol, una de las tantas consecuencias de la tormenta perfecta que fue el estallido social seguido de la pandemia y el acento informativo en la delincuencia, que modificó los hábitos nocturnos. “Los turistas están en todos lados, menos acá”, asegura el conductor, alertado por un hermano que veranea en el sur.

La resaca de los incendios que afectaron a Viña del Mar a comienzos de febrero con 134 personas fallecidas, al menos seis mil viviendas afectadas y más de 30 mil damnificados, con las consiguientes medidas restrictivas dictadas por la autoridad militar, prácticamente aniquiló la actividad turística. La ocupación hotelera en la zona cubre apenas la mitad de la oferta.

El Festival internacional de la canción de Viña del Mar, la fiesta que solía sellar el verano chileno, parece un invitado incómodo en su propia cuna."

Marcelo Contreras, Festival de Viña 2024, la venerable y vetusta tradición.
Me he dado cuenta, de un tiempo a esta parte, que tanto en política como en literatura hay que tener "cuero e' chancho" para recibir las críticas muchas veces destructivas de los propios pares y perseverar pese a todo, convencido del camino, persistiendo en el oficio. El campo literario no está ajeno a la dinámica del poder. La escritura íntima, como ámbito de la libertad, resulta una trinchera donde todavía se puede desplegar el examen de la propia consciencia, sin restricciones ni concesiones.