El rayo de la muerte
I
Hay una energía que cae cual rayo
Sobre la vida: es la muerte
Una explosión que reduce a cenizas lo vivo
Una energía que al cuerpo embiste
Y a la mente apaga.
Al caer el rayo, más negro que la noche,
El cuerpo se desconecta de su envase
Y el alma se libra de la materia.
Lo que va al sepulcro es el cuerpo físico
El cuerpo vital y la personalidad.
Pero la personalidad, cual fantasma,
Permanecerá, negándose a su desaparición,
Penando en lo inconsciente.
Lo que continúa después de la muerte
Es la consciencia que se libera
El ego que la embotella
Y el recuerdo que perdura
En la acumulación del aprendizaje.
II
La muerte encierra su propio misterio
Los ángeles de la muerte
Parcas, moiras y nornas
Son los encargados de cortar el cordón de plata
Que une el cuerpo físico
Con lo sutil y lo astral.
Los ángeles de la vida
conectan el alma extraviada
Con un nuevo cuerpo en subsistencia.
Al fin, el último aliento del difunto
Se unirá con la exhalación del primer nacido.
III
El libro del destino puede leerse, nuevamente
Tras cada muerte, tras cada decisión
Cada nueva página inaugura
Un nuevo plano, una nueva existencia.
Tras la descarga del rayo de la muerte
La consciencia y el juicio interno se liberan
Y el ego cae, desmayado.
Tan pronto como se recobre del desmayo
Tendrá el pensamiento del mundo.
En el salón de los recuerdos
Observa la proyección de su vida
Analizando cada huella, cada paso
Su dharma interior le vigila y le juzga.
Con pleno conocimiento de lo que fue
La esencia se somete a tres juicios:
El número de la vida,
El peso del corazón
Y la medida de la energía.
Cuando se le quite el velo de misterio a la muerte
La esencia estará lista y dispuesta
Para enfrentar el juicio de los juicios
Y el veredicto será inapelable.
El veredicto determinará su destino
Volverá al mundo de la consciencia despierta
Retornará a la sensualidad del cuerpo
O descenderá de lleno al infierno de lo material.
La muerte, cual rayo, habrá cumplido su fin último sobre la tierra
Caerá otra vez
Hasta que el nombre de los seres
Haya dejado de pronunciarse
Y su silencio allane el camino a la luz.