viernes, 26 de julio de 2024

Para volver a escribir, tuve que recoger mis pedazos. Para recuperar la dirección, tuve que llevarme al límite de lo posible. Desde ese entonces, he muerto y he vuelto a morir. Se han devorado cada porción de mi antigua vida. Ahora regreso, diseminado en la tinta, conspirando en las zonas aledañas.
"Metáfora es llevar más allá y el mito es silencio, lo infinito. Detrás de toda metáfora hay un mito y, a veces, con suerte, nos enteramos de cuál es el mito que está detrás de una metáfora." Mario César Ingénito.

jueves, 25 de julio de 2024

Salman Rushdie: "No debes pensar en las consecuencias. Si tienes algo que escribir lo escribes."

"Si tienes el menor miedo en la cabeza, el temor a que algo vaya a resultar problemático, no eres libre. Entonces estás pensando en el miedo. La presuposición de libertad es una parte necesaria de la libertad. Tienes que ser libre. No debes pensar en las consecuencias. Si tienes algo que escribir, lo escribes. Cuando escribí Los versos satánicos nunca pensé que eso podría preocuparme. Pensé que aquello de lo que escribía formaba parte de mi herencia cultural. Y por supuesto que podía escribir y usarlo. Eso es la literatura: escribes de lo que tienes que escribir de la manera en que lo haces." Salman Rushdie.

miércoles, 24 de julio de 2024

Me precio de escribir reseñas para gente que considero digna de estima, de admiración, para gente íntima o sencillamente como un gesto de camaradería. No he probado a escribir por encargo, casi todo lo que escribo simplemente me nace. Hay quienes pueden dar fe de ello, aunque ya no estén dentro de mi círculo. Escribir sobre la obra de otros resulta estimulante para la obra propia.

La lectura sagrada de la posibilidad en la opacidad del devenir. Reseña analítica de “Herrumbre o del nacer” (2024) de Vladimir Boroa.

Sin duda, estamos en una “época de hierro”, tal cual lo predijo la mitología hindú. Kali Yuga se llama. Y el hierro que se oxida se vuelve herrumbre. La herrumbre remite al óxido, a la corrosión del metal, y, por extensión metafórica, a la corrosión de cualquier material o sustancia.

En un sentido simbólico, la herrumbre, sustantivo, representa la inmundicia, la decadencia, la inmoralidad, la violencia, y también puede adquirir la cualidad de la acción, manifiesta en el verbo. Así, lo que se “herrumbra” pierde forma. Herrumbrarse implica dejarse caer, decaer o, en el plano vital, “estar enfermo”.

Jesucristo hizo énfasis en la “insensatez de los tesoros terrenales que se herrumbran”. Está escrito en Mateo 6. La herrumbre, el herrumbrarse, significa perderse en la materia, caer en el pecado, revolcarse en el fango del bajo astral. Aquella “edad de hierro”, la edad de la herrumbre, entonces, envuelve un bajo nivel de consciencia humana, un desmoronamiento del mundo en su integridad originaria, en sus valores y principios.

La herrumbre colectiva, en nuestros tiempos convulsos, invoca la caída de los imperios (basta pensar en el bloque atlantista y su lucha por la hegemonía) y propicia una crisis espiritual propia de una era de oscuridad, en su aspecto más trascendente.

“Herrumbre o del nacer” (2024), el nuevo poemario de Vladimir Boroa, nos habla de esta herrumbre vital del hombre, en una era disolvente y desintegrada, descreída de los planos elevados, reduciéndolos a meras abstracciones y entelequias, absorta en materialismos sin sustancia, empujados por la maquinaria de un sistema cada vez tecnocrático y deshumanizante.

La gracia de “Herrumbe o del nacer” es que no pretende una diatriba política contra estos asuntos, solo evoca la dimensión existencial que rodea al hablante lírico en su expresión de una vida y de una historia -la suya y la de la humanidad toda- a punto de herrumbrarse, tal vez como un designio fatal o como un ciclo iniciático antes de pasar a otro nivel superior.

El libro se divide en cuatro partes y en cada una sintoniza con una dimensión de la herrumbre. Se aprecia una travesía interior del hablante lírico en ese herrumbrarse. En la primera parte, nos habla sobre la herencia, el legado literario de su madre, representado por el “silencio del verso ante la muerte”. La muerte como un poema no leído, inútil como un libro nunca abierto. La entropía se hace presente como gesto de herrumbre del sistema y de todo sistema:

“¿Cómo poder medir el azar de la herrumbre que seremos mañana, cuando al fin esta lumbre, esta consciencia humana se enfrente a su final?”.

La privación, la hora del final, la vejez, el ocaso y la melancolía se hacen patentes para poetizar sobre el proceso natural de la vida y la muerte, experimentada con sumo pathos respecto a nuestra propia infinitud y respecto a la limitación de nuestros sueños, deseos y expectativas:

“He muerto, he muerto innumerables veces en esta vida, y he acaso muchas más diseminado, como si fuesen huellas, mis fragmentos”.

Frente al ocaso, frente a la noche del olvido, tal vez lo único que sobreviva sean esos fragmentos, fragmentos del ser que somos, fragmentos de la vida que pudimos ser y que no alcanzamos, porque el tiempo, cruel monarca, nos lo impidió, arrojándonos al azar del destino.

En la segunda parte, hay referencias legendarias. Está Sancho de Don Quijote y Raskolnikov de Dostoievski, dos personajes de distintas narrativas y de distintas épocas y contextos, pero unidos en el dolor y el sufrimiento humano, materia universal de toda literatura. De este modo, se vuelve ineludible el sentimiento de angustia del hablante lírico expresado en el miedo y la sensación de la vejez, “la angustia de haber nacido sin alma”. La sed simboliza el ansia: “Pensar en mí es pensar en una herida/mi corazón es un espejismo”.

Hay también un imaginario devoto en la posibilidad de que seamos criaturas de Dios, y a cuyo Dios nos podemos encomendar para ser barridos por su influjo, cual Golem reclamando a su creador. Ese mismo sentir se expresa en El suicida: “Hoy se irá todo contigo. Las cosas de este mundo, las palabras que un día pronunciaste con ternura a una mujer que ya no te recuerda”.

Esa voluntad de derrumbe y de colapso se expresa en La orden de Sardanápalo, último rey de Asiria, que quiere arrasar con todo y no dejar “ningún vestigio de riqueza”, y en los propios Perros de Acteón, cuando el hablante versa: “La maldición del hombre es todo lo inefable, la belleza jamás revela un rostro sin antes sustraernos del lenguaje”.

Al momento de cumplir la obra del derrumbe, se está ante la poesía como ante el desastre, y lo sublime, y lo bello, nos hace enmudecer, dejándonos sin palabras para expresar nada. Lo absoluto equivale al silencio. Lo que puede ser expresado se diluye por completo.

En la tercera parte, se aborda el tema del amor, pero visto desde el tópico del amor causa belli est, es decir, el amor es la causa de la guerra. A diferencia del discurso biempensante y políticamente correcto, el amor es un campo de batalla. Sin lugar a dudas.

Cuando el hablante lírico afirma que su amada le dijo “tú no sabes amar”, se siente un abandono, se palpa una impotencia, una reafirmación del vacío y la disolución del sujeto en la nada. No saber amar equivale, para el hablante, a perderse, constatar “lo que no fue en el mundo”, el no relato, el pasado remoto, con todas sus destrucciones, ruinas y escombros históricos.

El amor se vuelve ese “anhelo inútil”, eso que se desintegra con el lazo de los amados y con el mundo que los circunda, ese recuerdo que persiste contra todo pronóstico, a pesar de la debacle. De ese modo, el amor se vive, o más bien, se sueña y vive en ese sueño, en esa ilusión, se regodea en eso que tal vez no existe, pero persiste.

Se habla de regresar para olvidar, volver para no volver, “no volver donde se fue feliz”… otro sueño, ahora perdido y olvidado. Es así que el hablante prefiere “seguir vivo y contemplarla, onírica y fugaz, como una sombra, a perderla en el sueño de la muerte”. El amor se convierte en esa sombra que rebasa el umbral de la vida y de la muerte y persevera en su ilusión maestra, en su fantasía del origen y en su unión de los cuerpos y de las almas, más allá de las apariencias:

“¿Amor es la palabra que he perdido? Mi mundo se derrumba, mi mundo se edifica”. Todo y nada. Oxímoron absoluto. Paradoja sublime. Sinergia redentora.

En la cuarta y última parte, el hablante vuelve sobre el tópico del amor desde el desengaño: “Si todos los excesos nos destruyen, a esta ley el amor no será ajeno”. Sería así el amor “oscuro como un verso olvidado”, como le hubiera dicho Diotima, sacerdotisa del amor platónico, a un joven Sócrates.

En esta travesía final, en este paraje tan sombrío como luminoso, el hablante expresa la negación del tiempo y, a su vez, la negación de la eternidad e invoca, en cambio, la dicha de la brevedad, la aceptación de la mortalidad para luego sentirse afortunado. A fin de cuentas, lo humano radica en eso, en aceptarse mortal y luego sonreírle a la vida, con la consciencia de la muerte.

El hablante pareciera que se encarna en distintos personajes de la historia occidental y de la cultura judeocristiana para recrear escenarios de “herrumbre” y de lucidez funeraria. Así, aparece Belisario, el general bizantino; un recuerdo del Génesis, recuerdo del pecado cometido y del paraíso perdido en la caída; aparece también Judas y su traición, que, en el fondo, fue su mayor obra: un panegírico a la fugacidad de la amistad; y una advertencia sobre la vida misma, “aquella lágrima que ya sabe sus prefacios”.

El destino siempre estuvo ahí. La tragedia está viva. El hombre siempre se somete a un designio que le excede. Todo su heroísmo radica en conocer esa verdad y aceptarla con entereza, confiando en su evolución interior. Llega así entregado a su viaje y es tentado a la renuncia del amor, al olvido del mundo y de su patria -Calipso-; luego, la realidad se le aparece cual bestia que abre los ojos “y se arrastró hacia el cielo desde el barro para así dar consciencia al universo”.

El milagro es parte de la vida y del viaje interior. Así como del polvo emergieron los sistemas, volverán también al polvo, y dependerá del propio hombre hacer de su propia piedra la alquimia, “el oro de la mente”.

Ante la existencia de una Muerte igualadora, tópico antiquísimo de nuestra tradición grecolatina, aparece el destino ineludible: “De duro hierro se construyó el destino”, un destino impenetrable como el misterio de los misterios. Al hombre le tocará enfrentarlo y luchar para saber la verdad, porque el saber es siempre una lucha que se libra contra el mismo destino.

En este punto, se alza la tragedia cual expresión del conocimiento, el conocimiento de todos los aspectos de la existencia: “No podría negar que en un fracaso aprendí más sobre la realidad”. El hablante lírico se equipara al filósofo socrático o al trágico edípico, hamletiano. Bebe de esa cicuta sin miedo para armar su imaginario poético.

Al fin, el hablante constata la aparente insignificancia de las cosas de este mundo y de esta vida y “piensa en esa semilla que fuimos e ignoramos”. Un día se despierta, y al otro se vuelve al sueño. En la semilla hay una promesa y una ilusión. Cita al poeta Horacio: “Non omnis moriar”. No moriré del todo. Lo que queda, después del caos, tras la herrumbre infinita, es el resabio del ser.

Llámalo inmortalidad del alma, memoria o historia, pero algo queda. En ese algo reside la lectura sagrada de la posibilidad. Vladimir Boroa, en su Herrumbre, nos invita a nacer, no sin antes vivir la opacidad del devenir. Se muere como se nace: mudos, desnudos ante lo inefable y lo incognoscible.

Deseo que todo amigo encuentre su Roro, y que todo enemigo, su Amber Heard.

martes, 23 de julio de 2024

En cuanto a materia del corazón se trata, hago carne en mí las palabras de Kafka y Bolaño:
"Todo lo que amas probablemente se perderá, pero al final, el amor volverá de otra manera." Kafka.
"El amor nunca trae nada bueno. El amor siempre trae algo mejor." Bolaño, Amuleto.

Claudio Giaconi, el consagrado atípico, el escritor invisible

A propósito de candidatos a Premios Nacionales de Literatura, dejo con ustedes a un grande de las letras chilenas, el ícono perdido de la Generación del 50: Claudio Giaconi, el autor de "La difícil juventud", "el escritor invisible" a decir de Gonzalo Contreras, el escritor para quien la literatura era "un error persistente", cuya necesidad neurótica fue realizada a pesar de él mismo. Dejo algunas poemas de su poemario fundamental: "El derrumbe de Occidente: poemas y contrapoemas" de 1985, título decidor que Giaconi escribió en Nueva York y que se dice, incluso, anticipó las claves del ataque del 11 de septiembre. Un consagrado atípico, una magnífica rara avis de nuestras letras.

Reflexión sobre Claudio Giaconi, del 2014:

"A Claudio Giaconi, el "escritor invisible", le sucedió lo mismo que a Carlos Pezoa Véliz: fueron pioneros desatendidos, siempre lejos del canon y el ruido mediático, bautizados por la enfermedad de la escritura. A estas alturas, la novela "La difícil juventud" se ha vuelto un viaje de iniciación al territorio de lo salvaje, al gesto parricida de su generación. En ese sentido, es "padre" de Bolaño. Giaconi vendría a ser otro más de los coronadores de la desesperación, de la vida que se desmarca de la tinta y de la expectativa. Amigo de lo fugaz, llevó adelante, más que un camino de fuga, para los jóvenes y estudiantes, una vía abstracta de vitalidad, para escribir y vivir como si se "lanzaran flechas al vacío". Quizá sea esa una oscura y simbólica definición de literatura: lanzar flechas al vacío."

EXILIO

En mi simbólico adiós a esta ciudad
me emborraché con tres margaritas
y fue la cuarta la fatal
a cuenta del mesonero ebrio
la que me hizo mirar atrás.
Hallé una antesala de años dilapidados
una recámara de cámaras en desuso
una despensa de máscaras en reciclaje
un cementerio para días no vividos
sonámbulos en una maratón de catacumbas
ufanos en ser los primeros en llegar.
Es hora de volver; pero de volver adónde?

CENA CON KISSINGER

Ceno con el Dr. Kissinger.
Los vinos húngaros son excelentes, le digo
Sangre de Toro, por ejemplo
pero no me atrevo a hablarle de Neruda.
El Dr. Kissinger es un hombre amable
Méngele es un hombre amable.
Es un hombre amante de la buena mesa
cliente de La Cocina de Lorenzo y María.
No tengo cabeza, dicen, y por eso salgo
decapitado en la foto polaroid.
Al lado, el Dr. Kissinger se lleva
a la boca un espárrago a la vinagreta
Lorenzo y María no caben de orgullo.
Me pregunto por mí mismo y me dicen
que estoy al lado.
Hago muñecos pero no sé armarlos.
Una bella mujer llora desconsolada.
Dice que quiere al marido que le arrebataron.
Nos muestra una foto en que aparece decapitada.
Comprendemos que somos hermanos del alma.
El Dr. Kissinger no es más que un sueño.
Él y Mengele se evaporan por la Tercera Avenida
tomados del brazo.

ORADOR CALLEJERO

Ensalzan la libertad para suprimir la libertad
Proponen la paz para liquidar la paz
Condenan la esclavitud para imponer la esclavitud
Promueven la democracia para sepultar la democracia
Predican la virtud para enlodar la virtud
Siembran el odio para destituir el odio
Imponen la dictadura para prevenir la dictadura
Hacen la guerra para evitar la guerra
Damas y caballeros,
esto es el mundo en que estamos viviendo.
Sin menoscabo a la inteligencia de la ilustrada concurrencia
si hay alguien que lo entienda
que por favor pare el dedo.

1984

El desconcierto del concierto
es el concierto del desconcierto.
La desilusión del amor
es ilusión del desamor?
El acierto del desacierto
es el desacierto del acierto.
Es la ilusión de la desmesura
la desilusión de la mesura?
El deshielo del hielo
es el hielo del deshielo.
La desilusión del velo
es la ilusión del desvelo?
El amparo del desamparo
es el desamparo del amparo.
Es la ilusión del desorden
la desilusión del orden?
El crédito del descrédito
es el descrédito del crédito.
La desilusión de la vergüenza
es la ilusión de la desvergüenza?
El nivel del desnivel
es el desnivel del nivel.
Es la ilusión de la desilusión
la desilusión de la ilusión?
El desenlace del enlace
es el enlace del desenlace.

DIOS

Está bueno que ya se las arreglen solitos
y se dejen de invocar Mi Nombre en vano.
Hasta cuándo Me joroban con sus leseras!
Tengo cosas más importantes que hacer.
Basta de andar bendiciendo en Mi Nombre
buques nucleares y otras sandeces!
Yo no tengo velas en este entierro.
Se meten en líos
y después se acuerdan de Mí.
Pues bien, se acabó!
Basta de sacramentos y a las andadas de nuevo.
Arréglenselas solitos de ahora en adelante:
Está bueno que Me dejen tranquilo de una vez!
A Mí no Me metan en el baile.
Olvídense que existo.
No vengan más a verMe.
Rásquense con sus propias uñas.
DéjenMe solo por Caridad!
Idolátrense entre ustedes mismos
revueltos todos en la misma chimuchina
y cuídenla chiquillos locos por Dios!
Y ahora no Me metan bulla.
Que quiero dormir en Paz
por el resto de la Eternidad.

EPÍLOGO

Ustedes, los que entran
abandonen toda esperanza.
Al fin, la paz del sepulcro
también ha desaparecido!
No hay necesidad de pena
para llorar a los muertos.
Basta la bomba lacrimógena
para la lágrima del deudo
al ir a enterrar sus muertos.


lunes, 22 de julio de 2024

Apuntes sobre las nuevas hipótesis de la ciencia posmoderna

I

“No habrá estrellas en el cielo, se alejarán tanto que el cosmos será un lugar oscuro y frío”, dijo el astrofísico Enrico Ramírez. ‘Para entender nuestro lugar en el universo debemos comprender los agujeros negros’, afirmó George Wong, otro astrofísico. El primero habló sobre el final del universo. El segundo, sobre nuestro lugar en él. Ambos vieron en la oscuridad un elemento preponderante. De hecho, el elemento crucial. Hay en la realidad del todo una noche absoluta.

II

"Mis estudios apuntan a una posibilidad extraña e interesante de que no vivamos en una realidad objetiva y que el universo entero podría ser sólo una simulación de realidad virtual súper avanzada", afirmó el físico Melvin Vopson. “Dado que nuestro Universo tiene una geometría plana con una energía neta cero, una civilización avanzada podría haber desarrollado una tecnología que creó un universo bebé de la nada a través de un túnel cuántico”, explicó el físico teórico Abraham Loeb.

Cada vez más científicos plantean la posibilidad de que todo sea un simulacro y que, de hecho, sea una creación artificial, por lo cual las ideas platónicas y cartesianas cobran una fuerza inusitada. La idea del demiurgo creador de Platón, en Timeo; la del genio maligno de Descartes; e incluso, la del Arquitecto del Universo planteada por los masones, vuelven a ser levantadas desde el mundo enterrado del esoterismo para convertirse en las nuevas hipótesis de la ciencia posmoderna. Allí donde la lógica positiva no puede entrar, se escarba en la dimensión de lo desconocido y en el territorio de lo increado.

domingo, 21 de julio de 2024

Premio Nacional de Literatura 2024. Le voy a Tomás Harris. Su Historia personal del miedo me pareció fenomenal.