miércoles, 10 de diciembre de 2008

Narrativa de vida

La memoria es frágil. Eso es casi una constante en la vida, pero quizás esté la posibilidad de abrazar por un instante los vacíos ante los cuales tu existir permanece expectante. Uno de esos vacíos es la infancia. Creo haber nacido con los ojos abiertos y con una fuerte fotofobia. Gracias a ello puedo al menos imaginarme como habrá sido mi crecimiento y mi futuro. Para esos entonces, mis padres aún se hallaban juntos. Parecía que todo correría bien. 

Uno de los recuerdos más vívidos que poseo, fue una experiencia a los 5 años. Mis padres me sacaron de paseo, creo que un día domingo (a juzgar por el escenario idílico que se creaba), alrededor del Parque Italia. Pronto, en cuanto pretendía despegarme para correr y tropezar sobre el césped, sentí que mi decisión devolvió una suerte de karma: mis padres desaparecían. Yo me encontraba feliz en la intensidad de esos instantes en el juego del parque. Sin embargo, tan pronto corría el frío por mi cuerpo y un dolor de cabeza afloraba, me sentía falto de compañía. Transitoriamente huérfano. Y en la calle despertó mi llamada de auxilio. Esa escena creo que fue como un flashback eterno. 

En tanto hoy proyecto aquel virtual temor, desde que mis padres cortaron. Pensándolo bien, no sé quien fue el gran prófugo: si yo o ellos. A medida que pasaba el tiempo, este extraño sentimiento me perseguía. Hacía brotar los demonios interiores en mí y en mi familia. Hasta mi etapa escolar de los doce, creí en una especie de culpa o falso orgullo. Mi mayor regocijo era el no poder resolver el aparataje de todos aquellos rollos creados en mi mente y germinados desde esos acontecimientos. Temía que si se resolvían desaparecería ese lapso de inocente autonomía que experimenté en el parque. Y, por otro lado, me exigía el poder entender las razones desde mi núcleo familiar. ¿Era yo en fin el prófugo? ¿O en verdad nunca existió la fuga en mí, sino que solo un hecho eventual, interpretado como escape? Porque era mi mente que entremezclaba todo haciendo de esas experiencias un solo híbrido pensamiento. Aun así, puedo decir que reconozco en aquel cúmulo de experiencias una fuerza oculta, inexpresable, la cual he llevado pegada a mí como un tumor inmaterial. Esa fuerza ha hablado por mi todo este tiempo. 

Hoy vivo con mi madre. Mis padres aún existen. Yo sigo siendo yo, al menos desde la superficie. Era también el rollo de mi hermano perdido, mi no-hermano. Yo mismo me sentía la réplica de ese hermano. Yo mismo esa fuerza. Era como si yo naciera para compensarlo. No sé. Entre el parque, mi hogar y el mundo se genera un triángulo a ratos intrigante. En realidad, mi vida toda no ha sido más que ese triángulo. Y lo confieso: no he tenido círculo alguno, todavía. 

Pero en fin, no puedo reprocharle nada a nadie. Todas las atenciones, todos los ojos interesados alimentando mi paranoia. Mis amigos, aquellos que desean extraer ese rollo mío. Mi familia, ese mito que vuela solo y hace de las suyas mientras yo me siento el amo de la fuga y el conflicto. Es ahora que puedo decir: siento orgullo. Orgullo de esto, esto que pienso, orgullo de aquellos demonios interiores. Universidad, familia, amor ¿Será ese mi orgullo? Y es que se supone que debía volver a nacer y seguir llenando todos estos vacíos que en mí son emoción, imaginación fértil. Y, sin embargo, quedó aún ese abstracto corte, inserto ya en la memoria como al hermano que nunca tuve. Y es por esto que sí, la memoria es lo más frágil. 

lunes, 27 de octubre de 2008

"Efemérides"






















La plática post nocturna

No te quiero ahora para entrar al invernadero, 
y comentar este nuevo llamado al exterior. 
No es necesario hacer algo público 
en tal dimensión de curvaturas. 
Todo se cuelga expuesto 
en campanas húmedas y membranosas 
como sobre tu cabeza se abriera una boca 
discutiendo, un depósito de rancios favores y cumplidos. 
La próxima palabra estaría equivocada 
si la niego dentro de esta plática, esta determinación. 
Adéntrate a través de voces desorganizadas, 
entes amarillistas, sofocados de orgullo. 
Redescubre lo que alguna vez fue luz.
La colisión empieza abriendo los sentidos 
de ojo a garganta, la curvatura está viva. 
Una recta curva toma forma, de una línea predilecta 
¡que todas las visiones del mundo podrían diseccionar! 
y dar mayor profundidad a lo que alguna vez fue luz. 
Cortinas restrictivas dramatizan la conversación 
como sobre tu cabeza se abriera una boca 
pone llave a cada cosa que te sea afín. 
Una pantalla de fresco odio se deja ver 
al chasquido metálico de campanas líquidas,
di tu peor verdad y mejor mentira:
es el brote educativo presionando mi puño a mi edad, 
es la gangrena atada hacia el perro, 
es un error criado y envuelto en simpatía.
Como desconocen tu omisión 
da la espalda y habla de un síntoma universal. 
Mira a tu más oscura articulación 
reintégrate a como acostumbras 
sucumbiendo sin mucha armonía
como comprenden el fin de tu cordura 
encuentra una cuarta dimensión
...y termina con la conversación.

Conocimientos sinérgicos, 
uniformidad global, 
y en un nuevo día, 
Redescubre lo que alguna vez fue luz. 
Pasión, 
Miedo.



El androide aproximado

La quimera postulante en él, en él,
la dorada proporción.
1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21,
antes de lo perpendicular de un mundo-rubro,
la base de los datos no puede inspirar
más que una técnica factura
de memoria, de logros, de carcasas,
esa misma que infiere
hasta en la menor descarga de brillantez.
La lucidez, la vanidad del metal,
en concilio con la alérgica sustancia,
la carditis del alma, el resplandor del mineral
surgido del mismo tecnicismo,
como esa proporción.

La vacía promiscuidad se hace erecta,
informática, aproximada.

Si pudieran culpar a los cielos, 
nosotros no los creamos,
ni él creó, ni yo, la creación.

Una legión de baterías pensantes se abre paso,
cuestionando un terreno repleto de gris,
color y forma de los avanzados.

Para salvar el mundo, un disco duro reprogramado.
El manejo de los circuitos intenta parecerse
al de su percepción de formas.
Miles de ellas, multiplicándose,
como bacterias en sus proyectos.
Así como se da a luz lo que usaremos,
y, al hacerlo, se hizo lo que creíamos banal,
por esa cosa llamada realidad,
por esa cosa llamada imaginación,
por esa cosa llamada progreso.

El espacio X, el nuestro, no basta.
Los borrones universales,
las leyes físicas,
los rayos naturales,
ya no cumplen su legislado ejercicio.

No hay relatividad en cómo deban dinamizar la tierra.
Lo único cierto es la compra de los sitios
que les debían por invertir.

Están en cada avance,
cada mensaje,
cada fracción de arte,
no sobresaldrá sin su presencia.

Somos materia galáctica sin fondo a su lado.
Sin embargo, su paradoja se expresa
y detrás suyo, el procesador supremo. 

Mientras deducen su velocidad,
él socava las vísceras del tiempo. 
Mientras absorben su luz,
él entierra la médula del espacio.
El ejército del androide aproximado,
la clave ancestral desbloqueada,
la abismal consecuencia de Bill Gates,
domador de programas y dictador tecnológico.

Un pacto químico se estimula y produce,
a través de las imágenes vistas,
y los fantasmas del pasado segregan la toxicidad
y los venenos de la estirpe camuflados con la lluvia,
sobre colosales depósitos de gas y petróleo.

Hiroshima habrá de repartir sus átomos,
dado el conflicto y el negocio misilero,
todo terminará reciclado 
al ritmo de los bombos de guerra.

El paso de los ingenieros de la gran arma
enfrentando la tormenta, colores precipitados,
un nuevo brillo en sus penetrantes ojos.

La circulación de sus venas indica
que llega el momento de dominarlos.
Por el aceite de los movimientos,
se apoderará de los panteístas.

En crisis de intereses,
la gran arma apuntará a lo superior.
El hambre del hombre, la halotecnia religiosa,
sin brazos turbo ya es un alquimista,
él, el de las “Puertas del Costo”.

Con el tiempo se darán cuenta
de que fueron hechos para crear y ser creados,
y no terminarán de construir su arquitectura maligna,
ya que el modelo dorado 2000
envuelve aquella proporción
y, en borde de una geografía,
te empuja sigiloso al extremo de los extremos.

Navegando en pantallas, ya lo tienes ante ti,
y cuando las bestias y las mototecnias copulen,
los entes cívicos darán nombre al experimento.

El ejército del androide aproximado,
la clave ancestral desbloqueada,
la abismal consecuencia de Bill Gates
domador de programas y dictador tecnológico.

Desde el pasado, se describirá y revivirá
al desalmado substituto,
al único y cibernético substituto,
y este volará por lo remoto,
para desafiar a la gravedad:
poseída libido de la raza humana.



2006

martes, 9 de septiembre de 2008

"Discusiones bipolares"





LA CASTA DEL ZOMBI

Después de la función,
detrás de los aplausos del espectáculo
se esconde un sujeto:
es el conspirador en su soledad engañosa.
Miles de cabezas desaparecidas
eran el precio que pagaba por sus actos.
Busca entre sus huellas,
y verás su variedad de ojos,
intentando hacer de las suyas.

Sin las gafas no podía traicionarse ni a sí mismo.

Él es tan inciertamente hipócrita,
Él no tiene edad ni cabeza ni espacio.
Escucha a través de sus sermones,
y en su sudor verás Muerte,
dividida en maniático, maniático poder.
Llega listo para desplegar a sus sometidos
en forma de asesinos de juguete.

¿Quién se supone que debe morir antes?
¿El asesino o el asesinado?
¿El rebelde o el conciliador?
¿El padre o el hijo?
¿El hijo o el padre?

Todo está dispuesto,
otra forma de honestidad siendo violada,
otro individuo estrechó su mano,
incitando a todos al último llamado
con su corrompido aliento,
divulgado por los laberintos de la capital,
ente escombros, sirenas y tripas.
¡Sólo 17 años! Todo parecía expectante,
pero ya existe un grito,
un grito que te acerca a ese silencio.
Entre la multitud, entre esos cuerpos,
todo se ve impasible e impune.
Los escombros reposan,
los movimientos empiezan a perder sentido,
pero una incomprensión se propaga,
evidenciando lo más sublime de tu agonía.

La contaminación ya es un hecho.

Con la mordida del conspirador,
tu limitación está consumada,
pero ese viejo factor todavía sigue vigente…

¡Estás entre la casta del zombi!

¿Quien se supone que debía morir antes?
¿El asesino o el asesinado?
¿El rebelde o el conciliador?
¿El padre o el hijo?
¿El hijo o el padre?





ESCENAS DE FRÍO EN UN PARQUE

Yo cruzo este lugar, y carezco de toda compañía
y ya están hechas mis mejillas
para imitar la sublime pureza del parque.
Mi presencia es reconocida por mi nombre,

y todos parecen imaginarse a sus llamas santificadoras,
blanqueándoles la mente.

Esta noche no es para mí.

Estoy solo,
ahora necesito mi costilla restante, 
y duele, y podré saber quién es el elegido,
pero mis mejillas, cada vez son más nítidas.
Estoy empezando a recordar 
a alguien en mi propio estado,
estoy empezando a recalcar sus nombres.

¿Dudas acaso sobre algo al verme a los ojos?
¿En tu calor?
¿En tu sexo? ¿Para qué? 
[Soy una reliquia en ebullición].

Y la naturaleza podría conservar mi alma y creatividad
para exhibir una cosa llamada...
SEXO.

Ahora es cuando tus mejillas 
empiezan a cambiar sus colores.
Tú eres maldita, y yo un bienaventurado,
cuánto te amo,
cuánto te envidio.
El color es cada vez más frívolo,
estás contagiándome,
exponiendo tu juventud.

Quizás no sea el momento adecuado,
para mostrarme tus mejillas
y entiendo la situación.
Mira a los astros y estrellas
ellos reparten su luz,
pero no la necesitamos.
Mira a todas las figuras alrededor,
tu calor podría ahora ser inmortalizado.

Cada vez necesito más tus mejillas,
Cada vez necesito más tu cara,

Cada vez necesito más...
Tus manos, tus manos.
¿Podrías perder tu calor por mi nombre?
Todo el mundo en órbita recibirá tu último aliento.

Aquí mismo, entonces, daremos una silenciosa vuelta por este lugar,
mirando cada planta, mirando cada objeto,
contemplando cada construcción,
violando lo que merece serlo.
¿Sientes el mundo un poco más grande?
Respóndeme,
¿Cada cosa del parque no se parece un poco a nosotros?

FFFFFFRÍO
FRÍO, FRÍO, mis mejillas empiezan a sentir,
FRÍO.

Ya no mires más hacia atrás,
ya no mires hacia mí, ya no creo una cosa.

Sólo fue otra escena de frío en un parque.
Sólo fue mi mentira más blanca,
mi palabra más blanca,
mi rostro más blanco,
tu rostro más blanco,
tu mortal calor,
tu felicidad es fría,
tu corazón y tu alma ya se empieza a poner
FRÍAS!

El calor es imposible de recuperar.

Ya es todo mío.

Todo mío,
imposible.

Todo mío.




2005

viernes, 5 de septiembre de 2008

Agenesia

Fue hace mucho tiempo cuando aterricé en este mundo de improviso, con este cuerpo y esta vida prestada, y he llegado con alas que muchos de los que me rodean nunca lograron percibir. Algunos se preguntarán si de verdad vengo de algún lugar especial. Como verán, no hice más que llegar a este mundo de espaldas, nunca perdiendo de vista la matriz de mi origen. Y sí, lo recuerdo muy bien. Ella era tan alta y tan jovial. Nunca pasó por mi mente la distancia entre nosotros dos. Siempre la concebí joven, casi en el umbral de la grandeza. Es por eso que de alguna forma sabía que ella podría ofrecerme eso de lo cual siempre yo carecí o, al menos, aquello que necesitaba, porque si llegué incompleto a este mundo, no lo será solamente por mi cuerpo. Si quisieran que les describiera este mundo lleno de completitud al cual se me invitó, diría que mi primera estancia fue en un lugar llamado Hospital. Al abrir mis ojos contemplé tal escenario, y lo primero que hice fue verla a ella. La verdadera niña-madre. Enseguida contemplé a mi alrededor y atisbé a seres aún más altos que mi madre, de porte vehemente. Con el pasar del tiempo, fui recordando a aquellos seres, y pronto llegó a mí una especie de reflejo, y fue ahí cuando supe que yo pertenecía a ellos. Entonces, aferrado fuertemente a mi madre, noté en ella una especie de abandono. Sentía que conmigo estaba compensando la ausencia de uno de esos seres. Aquel “no ser” que veía reflejado en mí era realmente la causa de mi origen. Pero eso a mi madre nunca le pareció importar, excepto cuando me observaba con esos ojos cautivantes que parecían hacer cobrar vida en mí a ese “no ser”.

Esos seres en el Hospital me manipulaban, solo, solamente con mi cuerpo, y percibían en mí cosas que perturban, cosas cuyo nombre se me hace aún difícil reproducir. Agenesia, decían aquellos seres. Ellos también se interesaban por mi boca. Algo tenía, o de algo carecía. Pronto nombraron raramente mis labios y mi paladar. En ese entonces fue cuando me di cuenta de que era especial. Me sentía perfecto en mi incompletitud, a la vez que imperfecto en mi completitud. Esos nombres aún resonaban en mi cuerpo entero, al punto de sentirse identificado con ellos. Poco a poco sentía que esa identificación me estaba robando el alma. La hacía sentir incompleta a secas y ensombrecía esos minutos de hálito vital que compartí desde el principio, con ella. Ese él que nunca fue, era en realidad la causa de mi carencia toda. Pronto todo lo que abrazaba tan sólo con mis ojos se me hizo aún más difícil de contener.

Un lapso de tiempo que no lograba capturar. Aquellos seres se fueron. Y desperté así en una segunda estancia. Notaba que muchas cosas se me hacían aún más intocables que antes. Pero, extrañamente, noté a mi madre aún más real, a pesar de captar la novedad de aquellas cosas. Otros seres venían. Intentaban cubrirme con extrañas ropas. Mi cuerpo percibía un calor artificial. En medio de mi ahogo proyectaba el cuerpo y las extremidades de mi madre, y sentí que debía cumplir este ciclo para aguardar por su presencia. Realmente esas experiencias poco a poco me incitaron a llenar mi vacío, el cual hasta ahora sólo mi madre había podido cubrir.

En un breve estado de paz, fui llevado nuevamente. No sé si esos seres permanecieron, pero sentía que ella aún compartía su vientre con mi fragilidad. A medida que se hacía más evidente también percibía un clima más cálido y más confiable. Un segundo Hospital fue mi cuna. Me embargó una emoción que hasta ahora no había sentido. Quizá mi condición especial cambió, al reconocer a seres idénticos a mí. Por primera vez me sentía en un mundo repleto ya no de completitud, sino de reflexión. Sin embargo, aquellos diminutos seres, aun poseyendo mis características y mis hábitos, podían abrazar las cosas del mundo y patalear al aire con la ilusión de recorrer el terreno sembrado por sus madres. Y claro está, en esta estancia se encontraban seres idénticos a la mía. No eran precisamente las madres de aquellos seres idénticos a mí, sino que eran madres que buscaban en ellos esa misma sensación, ese mismo complemento, como el de mi cuerpo a las extremidades, y la calidez recorría mi cabeza a la vez que mi vista se hacía más nítida. Al verlas a ellas, me reconocía a mi mismo. Poco a poco, ellas me ayudaron a concebir aspectos nuevos de mi cuerpo que mi madre no alcanzaba a proyectar. Vi en mi cabeza una nueva extensión de mi cuerpo, y mi pelo rojo, como ellas decían, les arrebataba gestos y tratos parecidos al de una mano sobre las mejillas. Me sentí más vivo que nunca. Mi ser se encontraba presente en todo. Ya no existía vacío alguno que llenar. Era yo y mi madre, una vez más.

"Gragkos"




Edad febril


Él nunca y siempre feliz,
¿Y QUÉ TIENE?
unos grandes tentáculos
que reemplazan sus manos,
impidiendo examinar al mundo,
y las moscas necrófagas
invaden su turbada cabeza,
llena de podridas
armonías y odas.

¡Edad febril!

Él nunca y siempre feliz,
¿Y QUÉ TIENE?
todos sus enemigos
le contagian el mal de ojo,
irritando lo que sus manos
no terminan de rasgar.
Su mamá le ha robado el mojo
durante la abisal siesta
antes de ver a su papá
muñecas tocar.

Edad febril!

Él nunca y siempre feliz,
¿Y QUÉ TIENE?
edad, carácter, idilios
que todos quisieran,
y que sin mayor trauma tendrías,
pero es un ejemplo inequívoco
de que si conocieras tu alma
más que al mundo,
todo el mundo sería un circo,
todo este circo sería una familia,
más que orgullosa, completa, unida
e impotente en su:

¡Edad febril!




Por siempre cero

Lo que los vivos añoran como vela al viento,
desaparece en cuanto lo nombran,
y no decanta pero quiere ser poseído.

Las sombras lo vigilan todo,
desde el oasis de aguas negras,
y cuando estés en el desierto de los desiertos
te darás cuenta de que vives
siendo sólo arena y olvido.

Lo opuesto, la cara inversa, prohibida, misteriosa.
Tus fuerzas consumidas,
tú consumido, vives siendo
un conjunto entre dos paréntesis,
y crees ser tú mismo ángel y demonio
cuando tu nombre apenas se distingue
entre los tantos ecos de tu caverna.

La lluvia cae y cae en el espacio,
Los soles lloran su promesa inmaterial,
haciendo de la luz un fugitivo que retorna a la concha.
Envilecida la piedra, inflamado el abismo,
el centro es lo que se excita de tanto tropezar.

Las aristas van de aquí para allá,
y crees armarte en medio de la oscuridad,
siendo que tú eres el miedo en persona,
todo lo que temiste, temes y temerás eres tú,
y buscas alguna salida de emergencia,
y caes sin presente, y lames el eje de las luces,
y es producto de tu imaginación,
que todo lo puede al ser pervertida,
al ser tocada en su punto de carne, su punto vital.

Y ya que esa, tu vida, no es más que un círculo,
hoy suspiras y aspiras el polvillo de pensamientos ajenos.
Todo cae como daga, deberías saberlo,
todo queda en 0.



2007

martes, 2 de septiembre de 2008

"Game over"





El enigma de la tierra caseosa

Otra premonición ha aterrizado
En forma de rayo interrogante,
En algún espacio de lo intangible,
En la inestabilidad de la Tierra Caseosa.

Un arrebato natural marca líquidamente
las cabezas de los llamados elegidos.
Una ceremonia se ha hecho presente.

Dios Casio, su tótem predilecto, dice:
“El receptor de los agujeros negros de nuestro mundo
nos abrirá la mente”.

Casio reflexiona sobre el juicio sin demasiadas pruebas,
la premonición ya es un hecho.

La voz del pez gordo penetra implacable en la sordera caseosa.
Mientras tanto, una entidad maligna germina,
en la espora abierta de ésta tierra:
“Los elegidos desconfían de su posición,
al igual que su Dios, con seguridad
y la ceremonia será, tarde o temprano, clausurada”.

Los numerosos ciudadanos de este Estado Caseoso,
aún no han sido testigos de la verdad.
Casio ha llevado su creencia hasta el límite:
“Lejos de la ciudad vive el nuevo elegido”.

Su familia le desconoce al punto de creer en su ordinario camino.
Ésta ha de ser su decisión ahora:
“Sigue el secreto linaje de tus ancestros sin que lo sepan.
El tabú de todo esto será tuyo”.

Un pródigo caseoso ha nacido.

“El mal observa a los faltos de clarividencia”,
menciona Casio ante el nuevo pródigo.
Por fin suelta la voz este último:
-¿Es ésta mi única forma de destino, de conspiración, de escape?-
Le responde su ídolo: “Por ahora, es la única forma posible”.

En presencia de fastidios adolescentes,
El Dios le arranca su hormonal disposición,
Y se apodera de la situación.
Ahora, el novato aprecia un abanico de posibilidades.
“El antagonista ha estado siendo tu sombra y cuerpo.
Ahora sale de ti e invade el espacio y tiempo.
Todo dependerá de ti”.

Un Dios, un pródigo, un opositor,
El juego empieza a tomar sentido
¿Tiene más sentido cuando existe la maldad y el misterio?
¿Tiene sentido obsesionarse con el juego?
¿Tiene sentido jugar con el destino?
Sólo presiona el botón de partida,
un enigma sin solución,

continuará…



Game over

Fue tu última vida,
Lo intentaste…
Pero tus ases y mangas no te dieron lugar.
Fue tu última vida,
Tu última vida
Y tu consola, tu escritura
esas tardes de verano,
esos sueños pixelados
siempre fueron análogos
Análogos, y todas tus muertes no te dieron lugar.

Tu eléctrica vida,
Te comiste los comodines,
Tu control eléctrico, has perdido.
Fuera o dentro del juego,
Tu tiempo de rol no tiene retorno.

¿Para qué agotar la capacidad de jugar a unos cuantos trazos de realidad?
¿Para qué agotar la delicia del fracaso a unas cuantas vidas limitadas?

El jugador juega un rato a creerse creador
El creador desea darse vuelta el mundo.
A ninguno, ni al mundo, le pertenece el juego. 

Déjate perder,
Y piensa que puedes fracasar mejor.
Déjate perder,
Y piensa que ganar solo existe
dentro de tu juego.

-Mañana ganas, hoy pierdes-

¿Volverás a intentarlo?
Paga el precio
e inserta tu última moneda.



2006

Gragkomania

lunes, 16 de junio de 2008

El Tuco



Hugo Antonio Pérez Molgado, Alias “Tuco” 

(1952) 

El Tuco, como le llaman hoy por hoy los hueones de la calle Retamo, es uno de esos tantos viejos pintorescos que salen a las veredas a emprender el típico macheteo porteño, con la esperanza vaga pero legítima de algún día poder surgir de las tinieblas del anonimato en el que se halla producto de no poseer inmuebles. Pero ¿Qué es lo que llama la atención de este viejo entre tanto machetero? Ese es el punto que me lleva a dejar un resabio de su no menor afloramiento biográfico. El Tuco, desde los 30 hasta los 45 años, participa en uno de esos tantos negocios clandestinos de los cerros de Valparaíso. Se le puede encontrar en un pasaje sin nombre de la calle Vallejo, justo a esquina de la Avenida Francia, a una cuadra de Colón. Es allí donde truca y vende anfetaminas y falopa a precio conversable. Parece ser que la vida del Tuco corre por cierta vía de infra realidad. Su familia es un verdadero ente fantasma, a excepción de su hermana menor que para remate no lo quiere. Sus estudios se vieron congelados hasta enseñanza media por voluntad propia, porque daba lata volverse un autómata; y entre sus aventuras amorosas resultó que ninguna le pareció trascendental porque nunca creyó en el matrimonio ni en el cuento ese de la cigüeña. Mientras pasaba su vida metido en el fructífero “negocio negro”, el Tuco revelaba por las noches su bizarro lado B: era un poeta. El ambiente bohemio era lo que marcaba el sello de esta moneda antigua que era el Tuco, pero entonces ¿Nunca publicó nada? ¿Nunca hizo alarde de su talento? No, realmente no. La verdad es que el Tuco fue más inteligente: dejó todo para sí, entre tantos episodios de su vida, que se podría decir que este viejo ha llegado él mismo a ser un “libro”. Inédito, pero en fin, un libro. 


He aquí algo descubierto de entre sus vericuetos: 


Av. Francia 


Gentil hombre dime ¿Que hora es? Dime ¿Donde estoy? ¿Dónde está la salida? 

por la bullanga de estos rebenques parece que al fondo del pasillo en la ventana verde 

¿No la ve acaso compadrito? No se nos vaya a caer pues, caballero...

mire que la matrona es media alharaca y me podría despedir si le pasara algo a usted... cuídese de las tablas que están medias sueltas...

cuídese de los clavos que están medios oxidados…

mire que si se cae podría golpearse el mate…
Compadre... ahí si que me caga...
la *lady Pía pondría el grito en el cielo y mandaría a buscar a los matones de la calle Francia... esos sí que son malos... de esos sí que hay que cuidarse...

no ve lo que pasó el otro día con el fulano del segundo piso… le sacaron cresta y media… quedó como membrillo negro el pobre huevón…

lo sacaron en camilla con la cara tapada... no, no estaba muerto...

lo que pasa que a estos siempre se les calienta el hocico cuando tienen que golpear... 

y como son tres, se ensañan los culiaos...

luego llegaron los pacos pidiendo los carneses...

y el *“Chalao” le palabreó al capitán de la patrulla

y quedó todo resuelto… se llevaron al cojo loco…

y como estaba curao, como usted compadrito, pero más que usted, en todo caso…

si ya ni balbuceaba…estaba hecho lona y con un tajo en la cabeza…cagó redondito…

pero por eso le digo…váyase tranquilito.


*Lady Pia: Es la arrendataria del clandestino que el Tuco frecuentaba para llevar a cabo sus negocios.

*el “Chalao”: El pez gordo de los matones de la Av. Francia. Este Chalao está peleado con el Tuco porque según él este le quitó cancha a su banda de choros y matones de este sector del Cerro de La Cruz.

Yo soy

Yo soy el Sol de mis fantasías,
yo soy la fuente de mis errores
yo soy la roca que encara a la mar
yo soy el mar seducido por la roca
yo soy la ventana que mira hacia mi soledad
yo soy la noche
yo soy la raíz de la planta que crece para la raíz
yo soy el oxígeno que se respira a si mismo
yo soy el vómito interno de ser yo
yo soy el hambre deliciosa de no ser
yo soy la furia inocente
yo soy el miedo elegante
yo soy el niño que orina conocimiento
yo soy el cuco que dormita en el abuso
yo soy el monstruo sin vejez
yo soy la vista de mis ojos
yo soy el apéndice extraviado
yo soy la caída libre
yo soy la muñeca inflable de mis fantasías
yo soy el puente que solloza por gravedad
yo soy la lágrima que anhela ser lluvia
yo soy el semáforo que anhela el accidente
yo soy el correr sin velocidad
yo soy el que come luces
yo soy el odio de lo que ya amó demasiado
yo soy el odio de lo que aún ama demasiado
yo soy el bozal atado hacia el perro
yo soy ladrido sin voz del perro
yo soy silencio que no quiere serlo
yo soy universo sin tierra
yo soy la tierra sin el universo
yo soy mi propio pecado y salvación
yo soy la antena televisiva conectada a mi cerebro
yo soy todos los canales de mi antena televisiva
yo soy el imán ignorando al metal
yo soy el metal ignorando el imán
yo soy el enchufe asexual
yo soy la cortina que oculta el polvo de la noche
yo soy el polvo de la noche
yo soy el polvillo que emprende viaje a lo nasal
yo soy el teléfono que habla para si mismo
yo soy la mujer de sábanas arriba
yo soy la sábana que se resiste a soñar
yo soy el sí de las niñas
yo soy la musa activa que posee como tótem al poeta
yo soy el roble que no leña
yo soy el nombre que no es noble
yo soy el noble sin nombre
yo soy el que se pisa los callos
yo soy el excremento que advierte donde pisar
yo soy el salvador cesante
yo soy el palomo sin mensaje de paz
yo soy el “rompe-paga”
yo soy la droga inmune
yo soy el arco atragantado a pelotazos
yo soy la taza de café cargada de rabia
yo soy la electricidad de la mañana
yo soy el reverso de la moneda
yo soy el yoyo contraproducente
yo soy la pistola inerme
yo soy el brazo oscuro inanimado
yo soy la furia pránica de la piedra
yo soy el movimiento sin reflejo
yo soy la piedra que manda sobre la sequía
yo soy el fantasma con vestidura nupcial
yo soy el fantasma y la vestidura nupcial
yo soy el voyerista de lo que no se ve
yo soy el voyerista de lo que teme verse
yo soy el voyerista de lo que teme ser visto
yo soy la relatividad sin referente
yo soy el espacio tiempo sin vergüenza
yo soy todos los nombres
yo soy todos los números
yo soy todos los años y secretos estrellados
yo soy la hueste infinita entre el 1 y el 2
yo soy el uno que desconoce al dos
yo soy el dos que persiste en ser dos
yo soy el uno y el dos sin ser el uno y el dos
yo soy la idea de muerte que respira lo abstracto
yo soy el viento que sopla con el fin de volver la tierra una pluma
yo soy la espada masoquista en su filo
yo soy la flecha que mata al cupido
yo soy el dedo que aprieta el botón
yo soy la huella digital de todo dedo
yo soy el dedo que deviene mano
yo soy la mano masturbando al destino
yo soy el otro diferente al de mi foto
yo soy el otro diferente al de mi poema
yo soy el otro diferente al de mi diferencia
yo soy la hembra sonriente en mi ambigüedad
yo soy el tesoro redimido de todo precio
yo soy el que subyace a la vista en un espejo
yo soy el que media entre los diálogos
yo soy el mercado negro entre monólogos
yo soy el caballista del 0 que galopa hacia la disolución de su dígito
yo soy la banda sonora de mi vida
yo soy la película ABC de mi vida
yo soy el videojuego de mi vida
yo soy “eso”
yo soy horca
yo soy cuello
yo soy miles
yo soy cientos
yo soy el escalofrío de la mente
yo soy el coito entre la planta y la luz
yo soy el Sol de mis fantasías
yo soy la suma entre el menos y el menos
yo soy el lápiz que antecede a lo escrito
porque es la causa de lo escrito
yo soy el lápiz que antecede a lo escrito
porque quiere ser lo escrito
yo soy el lápiz que antecede a lo escrito
porque quiere ser yo
Y YO SOY...

jueves, 15 de mayo de 2008

Bonito, no?

Nacer,
crecer,
fornicar,
morir,
Y PLASMAR TODO LO QUE PIENSO
EN UN MALDITO BLOG...

Bonito, no?

jueves, 8 de mayo de 2008

10 ego mandamientos


Iluminación en medio de sábanas amarillas y pajas: 
Jura por tu Yo madre que conocerás a cabalidad estos 10 ego mandamientos y jura por tu Yo padre que los subsumirás a tu vida y organismo y sistema nervioso central neurálgico (llámese espíritu, llámese fantasma, vértebras, esqueleto) para volverte oveja de ensueño metarreal no necesariamente negra. Que el Yo sea tu pastor cuando quieras comer del pasto ataráxico. Oh Filautia, Que el Yo sea un tubo de escape, que el Yo sea el único escape:
1. Amarás al Yo por sobre todas las cosas.
2. Toma el nombre del Yo en vano si así Lo quiere. 3. Santificarás las fiestas del Yo.
4. Honrarás al Yo.
5. Mata a los demás en tu cabeza si así lo quiere tu Yo
(Si lo haces en la realidad te las verás con el karma y la justicia terrena).
6. Cometerás actos de cualquier naturaleza con consentimiento de tu Yo.
7. Robarás a los demás para beneficio y/o supervivencia del Yo.
8. Mentirás siempre como prueba de la suprema imaginación del Yo.
9. Consentirás todo tipo de pensamientos según el Yo desee.
10. Codiciarás según el Yo desee. 

Ahora firma aquí con tu lengua____________ y confirma tu asistencia al Eggogedon de los gusanos que gustarían comerse su propia cola, tener de aperitivo las galaxias, de banquete la Tierra y de postre Su cabeza. 

(Ello sucederá en X siglos). 

Come del Yo y serás comido (bis) COME dEl yO y SeRás comido. Amén.

sábado, 26 de abril de 2008

De cómo escribo o de cómo mis venéreas ideas se vuelven venérea materialidad

Debo empezar diciendo lo típico: que escribir es un acto íntimo, gratuito y suicida, tal como ciertos tabúes que prefiero no nombrar. Mas confieso que mis locos pensamientos me llevan solo a derrochar cruces sobre el papel, por ejemplo: reivindicándome metafísicamente (si ese es el término) luego de una interiorización demasiado estéril para mi gusto. No acostumbro a definirme, no acostumbro a comulgar con lo mundano, pero me dejaré hacer una excepción esta vez, solo para ensalzar y actualizar una vez más, el hecho de que lo escrito retumba como tic tac en la cabeza.

Debo decir tal vez que no soy una máquina ni de hacer libros ni de devorar libros. En todo lo que puedan encontrar resabios de alguna mácula literaria, es solo por un descuido de mantener mis ventanas neuronales por mucho tiempo abiertas o receptivas.

Pues bien, hace algún par de años, solía tener como arquetipo literario ciertas musicalidades que no tuvieran que ver estrictamente con la excrecencia del lápiz (por ejemplo: ciertos tarareos musicales pre matinales) y uno que otro hueveo verbal que pretenda ser al menos embrión de oda o no sé que otra cosa. Pero el caso es que partí siendo sobre todo un editor o, mejor aún, un traductor (léase traidor) de mi propia veta imaginaria, ejemplo: solía traspasar página por página los artículos zoológicos del pintoresco Félix Rodríguez de la Fuente; acto seguido, ilustraba cada una de sus científicas observaciones, cercanamente al acto de mimesis aristotélica, con tal de darle un poco de cebo a mi pequeñísimo ego (pequeñísimo de edad) y convencerle de que dichos bosquejos extraordinarios eran autoría mía.

Mi próxima etapa (la más ambiciosa a mi haber) consistió en crear una épica historia fantástica con reminiscencias de videojuegos, que trataba de emular la típica historia del corre que te pilló del gato y el ratón, pero aumentada hiperbólica y mitológicamente.

Hoy por hoy, mi método de escritura (si es que puedo tener algún método las 24 horas de cada día) sigue siendo foto calco de lo que era hace ya unos tres años, cuando iba en Media y florecía, en todo el sentido de la palabra. Mis obras nacían de la hemorragia interna de decantar un título como una *idea, o bien paradójica como referente, o bien que concatenaba a nivel macro un montón de “cruces sobre el papel”.

*Mis obras eran la incipiente sopa microcósmica que bullía gracias a mis esquizotípicos demonios interiores. Mi gracia consistía (y consiste aún) en no dejar disolverse esos demonios interiores demasiado temprano, y hacerlos evaporar junto con tu susodicha habilidad artística. De esa forma, todo tipo de emociones y pasiones encontradas se podían resolver a sí mismas.

Luego de varios zigzagueos, mi pasta se vio contagiada continuamente de ciertos vaivenes convulsivos por la música rock, aunque siempre en pauta de aquella barata receta, pero ahora he mandado al fiasco aquello, y el liricismo no puede ser más excéntrico que pretenda salir o despegarse casi dérmicamente del papel o querer ser otro cuando se le lee o se le imagina. Ahora mis obras son futuros abortos. A mis obras les doy casi toda mi materia gris. A mis obras les doy casi todo mi ego (¡No! no caeré en esa volada romanticona). Digo que mis obras son pretensiones o coqueteos con una piñata lejana y visionaria, que no le es propia. Que mis obras hacen deporte con el mundo exterior, mi paupérrimo círculo social, y se columpian entre críticas de toda ensalada de índoles; la más radical de todas, la hermenéutica, y la mejor a mi modo de ver. Y digo que mis escritos son SUYOS. Ustedes escriben su imagen de lectura a modo de fetiche, y yo, al mismo tiempo, leo mi imagen de escritura justo cuando mis obras “debutan” (he de ahí una antología) pero ¿quién escribe y quién lee? y eso ¿A quién le importa? Si al momento de alabar ¿No alabamos solo el espectáculo? y dado ello ¿No somos solo payasos y espectadores del circo poético? Y les juro que no he pensado esto antes, y no volveré a caer.

Lejos de estos elucubrares, tengo que sacar a colación y concluir: mis escritos son una elegía potencial. A la hora de escribir se justifica todo, todo, excepto aquello escrito. El título sigue siendo un paradigma, de él nace o sobresale mi maratón metafórico a corto plazo, que insta a quedar en antologías y volverse fetiche, y digo en fin que no soy ni versolibrista, ni ultraísta, ni irrealista ni un autista, y me defino solo como un fastidioso diletante literario, pero no, no me tomo nada en serio a la hora de imaginarme como un pedagogo, o lo que es lo mismo, como un fantasma teatral, y el acto de escribir no pasa de ser así, más que un mero suspenso digital, tal como el sexo, la muerte, ¡EL MUNDO!