lunes, 15 de noviembre de 2021

Pucha qué admirable creer en el buen futuro de Chile, de buenas a primeras, al depositar toda la fe y toda la confianza en uno o en otro candidato. Lo que es yo, como mucho creo en el buen desempeño de mis estudiantes. Y para de contar. En general, en lo relativo al mundo, ya no me hago expectativas de nada ni de nadie, a riesgo de caer de nuevo en la desilusión, y me considero un total escéptico. Y no es que tenga que ser así necesariamente, es solo mi percepción de las cosas, dada la lectura propia de los hechos y la experiencia. Con todo, votaré igual, como quien apuesta una carrera de caballos, solo por jugar a algo, sin la convicción plena, sólo por el hecho de participar.
A fin de cuentas, todo lo que alguna vez nos dijimos, todo lo que nos prometimos en la intimidad, con tanta pasión, y todo lo que proclamaron los idealistas de turno, en las calles, con igual intensidad, no fueron más que palabras vacías. Puros significantes sin significado. Relatos sin correlato en la realidad. Narrativa hipócrita. Fantasmagorías sin materia. “Expectativas que brillaron a través de la duda/Que pronto se convertirán en el precio/De lo que valdrá una palabra/Cuando llegue el mañana”. Death, Empty words.
A una semana de las elecciones presidenciales, es más que evidente que quienes se meten en el barro de la política van a salir sí o sí ensuciados. Así es el asunto. Un implacable choque de poderes. Usted, ciudadano, camarada, vote o no vote HÁGALO A CONCIENCIA.