martes, 4 de junio de 2024

En respuesta al artículo "El mito de Dubois" de Gonzalo Serrano del Pozo

Se ha publicado un artículo de Gonzalo Serrano del Pozo, doctor en Historia, que "desmitifica" al "Robin Hood porteño" y lo describe sencillamente como un ladrón y un asesino que arribó al puerto y cometió crímenes atroces de alto impacto social. Serrano alega que la construcción del mito se debió, en parte, a la connotación de sus delitos, a la "revolución periodística" en torno a su caso y al hecho de que haya sido un europeo de "buena pinta" el perpetrador. Producto del artículo han salido algunas voces a apoyar el punto de vista de Gonzalo Serrano y otros a defender de manera férrea el mito en torno a la figura de Dubois, sobre todo, en alusión a su caracter de "santo popular", propio del patrimonio de Valparaíso, que también lo conforman sus leyendas y tradiciones.
Hace poco escribí un artículo sobre Émile Dubois. Como buen porteño, nacido y criado, me lo debía. Fue a raíz de su candidatura imaginaria a la alcaldía de la ciudad, proyecto concebido por un tal Jim Délemont, en su muestra «Evasión hacia un futuro olvidado». Cito lo siguiente: "hay quienes cuestionan que un asesino en serie de la talla del francés sea considerado motivo de culto y de reivindicación, y hay quienes le profesan una fe íntima y otros que indagan en su carácter de mito, mediante el poder evocador del arte y la narrativa. Emile Dubois fue una figura histórica que asoló el puerto con su legado de sangre. El aparato judicial de su época lo condenó, con justa razón, acorde a la ley, pero su personaje y su leyenda le sobreviven, a toda prueba".
En efecto, Dubois fue eso: una figura histórica como apunta Serrano en su desmitificación. Aunque una cosa no quita lo otra. El Dubois histórico no niega necesariamente la existencia del mítico. Es precisa una perspectiva rigurosa y apegada a lo demostrable de los hechos, pero también es vital la perspectiva mitológico-poética de las cosas, para dotarlas de un sentido más profundo e intimista. Es bueno separar ambos personajes, el Dubois histórico y el mítico, y entenderlos, cada uno, en su propia dimensión. Ambos coexisten en Valparaíso. Es en base a relatos que la ciudad es lo que es. Pues recordemos la Poética de Aristóteles: la historia cuenta lo que ya sucedió, en cambio, la poesía trata sobre lo que podría pasar, y por eso es más filosófica. Ciertos porteños querían que Dubois fuera un santo ladrón milagrero, y así se convirtió en uno, bajo el poder evocador del futuro condicional. Si nos quedáramos simplemente con la versión rigurosa de la historia, no existiría literatura ni mito posible.
Durante el gobierno de Boric, tanto Llaitul como Jadue fueron apresados, el primero, bajo sentencia condenatoria; el segundo, bajo prisión preventiva. Este es un hecho fáctico. Las conclusiones dependerán del lente político de cada quien.