domingo, 8 de abril de 2007

TELE-VIRUS


Un tributo a una de las estupefacciones diarreicas mentales más grandes de las últimas décadas.
NO HACE FALTA QUE LO DIGAS, LA TV ES UN MIEMBRO SEXUAL ELÉCTRICO.

T.V (TELE VIRUS)

En el foco de la humanidad, inspecciona. 
Es un huésped portátil y frío
que te entrega coloridos subparaisos,
y si llegas a verlo, te darás cuenta
de que te interesas en él más que él en ti,
porque conoce cuánto puede consumir de ti,
y es infernalmente inagotable.
Solo ve a la mano maestra masturbar el circuito.
Comunicación verosímil
en la que solo filtra la psiquis en filamentos.
Es la garantía del expectante,
el cebo e higiene del gran Juglar.
La carga crónica ya saldada para ti,
y para tu fantasía en recortes,
una caja de acromática libido
¿Es por eso por lo que pagas?
¿Por el metal radiactivo en tu interior
y que sólo reverdece tu faz en yerro?
A ver cuánto puedes ver.
Solo si pudiera exprimir,
el portal entre mil estelares,
envase de auto saprofito eléctrico.
¿Creerás lo que estás viendo?
¿Verás a lo que estás creyendo?
Vuelve a presionarlo, rotarlo, agitarlo,
hasta que conjugue tu fenómeno,
y entonces tu radar cerebral
lista para la señal de pánico.
Dentro de tu anestesia de cobre,
creerás lo que estás viendo.
Réplicas hastiadas, de tu no-rostro
¡He ahí el producto de tus tres dimensiones!




El yo yo


Reflexionando por la tarde y con un fuerte astigmatismo, me puse a pensar un poco en mis dotes y metas como estudiante de primer año de castellano. Tomando en cuenta lo que aprendí de ese viejo gordo llamado Hessen, me cuestioné respecto al asunto del conocimiento, y me dije a mi mismo ¿es posible verdaderamente aprender o aprehender un algo? Lo pensé hondo, recitando silenciosamente el esquema de los fenómenos e imágenes producto de la aprehensión que planteó el viejo. Luego, recalqué, durante momentos de lucidez (o sea, cuando me inundan destellos de la noche pasada), en la capacidad de meditar sobre las atracciones de circo de tu espectáculo. Es como si toda tu vida vivieras respondiendo a una pregunta reciclada como gusano engullido de su propia cola. ¿Son por azar o por ley natural, todas nuestras acciones suscitadas en el espacio-tiempo? ¿Es todo conceptomanía, o hay un trasfondo superior a la de una respuesta de cada ente? Desde años vengo cuestionado por este rollo, pero no es hasta ahora que se los comunico a ustedes.

Leyendo a Schopenhauer y algo del budismo zen, concluí que existe una voluntad universal que responde a diversas disposiciones según cada ente. Pues, en este caso, es lógico que todos estos filósofos buscaban en la verdad un tubo de escape o, al menos, su propio privado entendimiento. No sé, pero me parece cuestionable la totalizacion de parte de sus cosmovisiones. En esto, concuerdo con el subjetivismo, ya que cada pensamiento se erige como parcial, puesto que el fenómeno realidad no puede ser concebido sino a través de conceptos. Eso está claro, ¿pero será razonable pensar que todo esto que vivimos, que percibimos, no sea casualidad? Por ejemplo: que hayas sido o no humano ¿resulta, a fin de cuentas, una coincidencia o producto de una voluntad misteriosa? Pues por eso he llegado a pensar que ciertas cosas suceden porque uno, como ente, posee una respuesta determinada. ¿Eso último nos rige a nosotros como lo que somos, o nosotros regimos aquella respuesta? El tema se ve complejo, pero déjenme analizarlo ahora desde un punto de vista de los sistemas.

Una hormiga, de una y otra forma, tiene un sinnúmero de complejidades, porque esa es su respuesta como ente, hacia un elemento de esta estructura que llamamos universo. Su tipo de codificación con sus semejantes, sus sistemas táctiles de antena, su manera de responder a los regímenes del tiempo, organizando la búsqueda de alimentos antes de la llegada del invierno, ¿no es un espectáculo digno de admirar? ¿Seremos en el fondo parecidos? Yo pienso que sí, pero en el sentido de que todos, en calidad de entes, entregamos esa tal renombrada "respuesta ontológica".

Y ahora, retomando el tema, pero desde el punto de vista nietzscheano ¿No es la voluntad de poder el fruto de una paradoja? ¿No les inspira risa y, a la vez, una seriedad espantosa? Yo considero que aun proponiendo ver este asunto desde un estructuralismo universal, no es posible escapar a la subjetivación humana. Pues bien, si consideramos ahora un ecosistema bípedo o, al menos, animal, podríamos tener en cuenta que todos somos elementos interrelacionados dentro de una estructura, que, a su vez, es infinita, puesto que todo lo que sea ente posee, a su vez, dentro de sí, un sistema de relaciones indefinida. Un organismo latente, fluctuante. De esa forma, NO SOMOS MÁS QUE EL TORNILLO DE UN ENGRANAJE. 

A esto prefiero hacer un alto antes de caer por las ramas. Volviendo al punto, debo decir que si todos los entes somos parte de una estructura, entonces no me cabe en la cabeza esa última interpretación que se ha hecho de la voluntad de poder ¿Es acaso producto netamente humano? Claro que no. Yo veo voluntad de poder en la medida en que un pez gigante se come a uno chico, y este chico a uno microscópico, y así hasta el infinito.

A todo esto, creo que es oportuno dejar la ventana mental más abierta para que entre así el polvo, y ejercer un nuevo proceso. Entonces uno, cuando comienzan a bajar las luces y a aparecer la noche, empieza a dudar y dice ¿Qué hacer? ¿Cuál es mi propósito, si así se le puede llamar? ¿Quiero solo existir o sobresalir dentro de ese existir? ¿Debo ser según lo que mi ente responda, o prefiero morir? Suprime por un momento tus ramificaciones, y repite: ¿he estado al nivel de la vida y a la altura de mis propios pensamientos?