martes, 19 de noviembre de 2019

Sebastián Edwards declaró que el experimento neoliberal está muerto. Pregúntense lo siguiente: ¿Cómo interpretar estas palabras? ¿Como un remedo de una declaración nietzscheana, tomando al neoliberalismo cual teología, acaso también una teleología, una cosmovisión fundante? ¿O como una aseveración histórica, una suerte de relectura del "fin de la historia" de Fukuyama, a raíz de su artículo titulado “El levantamiento de Chile y el fin del neoliberalismo”? La sola mención al experimento confirma el hecho de que Chile fue el conejillo de indias de una política económica pionera a nivel mundial, (con el séquito de Milton Friedman como sus científicos principales) solo que, a juzgar por los dichos de Edwards, el "laboratorio" simplemente no dio el ancho, y desembocó en la crisis transversal que hoy vive. Por supuesto que el análisis de Edwards debe entenderse como una crítica solapada a quienes sostuvieron durante tanto tiempo la proyección de un modelo económico que se pretendía definitivo, (en palabras de José Piñera, un "Mercedes Benz"), más allá de sus fisuras y sus contradicciones, pero lo hace desde el punto de vista estadístico, como quien le reprocha a sus colegas su falta de visión o de inteligencia a la hora de emprender un proyecto común. No está abogando por el cambio estructural impulsado por la ciudadanía, se limita a confirmar la incompetencia de sus pares declarando una afirmación categórica, cual experto que refuta una teoría dada su inviabilidad. Cabe señalar que Edwards plantea dos posibles escenarios sobre el futuro del país que conviene tener en cuenta: "1 Chile tendrá una nueva Constitución, una que le dará un rol central al Estado en los temas económicos y sociales, y que garantizará a nivel constitucional derechos sociales, como educación y salud. Y 2 El experimento neoliberal está completamente muerto. Es probable que sea reemplazado por un estado de bienestar que intentará seguir a los países nórdicos. Ahora bien ¿Cómo conjugar una posible Nueva Constitución con un cambio radical en el modelo económico? Si el neoliberalismo en Chile está agonizando, y con él se cae a pedazos cierta moral materialista, cierta concepción del mundo utilitaria, cierto culto a la eficacia y a la eficiencia como valores intrínsecos ¿qué vendría en su reemplazo? ¿O en qué mutaría este engendro? ¿Una economía mixta? ¿O ante la falta de un nuevo y consistente esquema de cosas y de una transmutación efectiva de los valores capitalistas, caemos de nuevo en una visión apocalíptica, en aquel nihilismo ya vislumbrado por el alemán del martillo desde la vereda filosófica? Una sensación de incertidumbre invade en el corazón del sistema, incluyendo a sus vástagos y verdugos, pero, como diría Zizek respecto a esta era de convulsiones: "parece más fácil imaginar el “fin del Mundo” que un cambio mucho más modesto en el modo de producción, como si el capitalismo liberal fuera lo “real” que de algún modo sobrevivirá, incluso bajo una catástrofe ecológica global".
Voy caminando por el plan y de repente suena la alarma de la Onemi, igual a la de ayer. Luego, se escucha en casi todos los celulares de la gente la misma alarma de evacuación por incendio en Rodelillo. Llamo a mi madre que vive cerca, también de fondo se escucha la alarma en cuestión. Su redundancia se hace necesaria, aunque insufrible. Continúa sonando en la ciudad la banda sonora de emergencia, como si fuese un mantra de sacrificio, en el momento que avanza una nueva marcha a través de Pedro Montt. El humo de la lagrimógena comienza a confundirse con el de las cenizas que caen de los cerros. Valparaíso , señal de pánico. Carne de cañón. Patrimonio del desastre.