martes, 2 de julio de 2019

Carl Sagan dijo "somos polvo de estrellas". José Maza repitió su frase en un libro homónimo. No faltará aquel que, obviando la metáfora, e inspirado por la ciencia, incursione en el jale.
Otro perro callejero entró a la sala de clases hoy día. Esta vez para quedarse. Lo más sorprendente fue que los cabros lo recibieron con total calidez. Una le daba ramitas. Otra le acariciaba el lomo. Pasó por mi mente echarlo, pero ya que el perro era de lo más piola, y no amenazaba la clase, lo dejé tranquilo. De tal forma, el perro se paseaba entre los puestos, algo inquieto. Cuando dejé de pasar contenidos, un alumno se levantó y con las ramitas intentó encaminarlo hacia la puerta, sin éxito. Sucedía que el perro era demasiado tímido, y en cuanto alguien se le acercaba con la intención de echarlo, se corría. Así que durante un tiempo muerto copié la táctica del alumno, nuevamente sin resultado. "Déjelo ser", repetía la alumna que había acariciado su lomo. "Déjelo ser". Entonces abrí la puerta de salida y la dejé en esa posición sin siquiera pescar al perro. Fue de ese modo que el célebre can, en cuanto captó que el exterior se veía despejado, se levantó y salió corriendo. Le conté sobre esto a la secre. Ella recordó a otro perro que el año pasado se había vuelto la mascota del instituto. Tanto así que incluso venía regularmente en período de ensayos. "Era un alumno más", repetía con una sonrisa copiosa, al borde de un ladrido de orgullo.
Mejor compre estas gafas y vea las cosas como son