jueves, 28 de septiembre de 2017

Literatura Playboy. Mi próxima tesis.

"Trump dice que Facebook está en su contra. Los liberales dicen que ayudamos a Trump”, escribió Mark Zuckerberg en un comentario por Facebook, su casa y su creación. "A ambas partes les molestan las ideas y el contenido que no les gustan. Así es como funciona una plataforma que recoge todas las ideas".

La caída de Hef

La muerte de Hugh Hefner divide las aguas en el mundo. Unos lo alaban como héroe, ícono de la revolución sexual, precursor del erotismo gráfico, el "hombre con más suerte del mundo", una leyenda, como diría el ex jugador colombiano Faustino Asprilla en un paródico homenaje en el que aparece vestido con una bata y un pucho. Otros, en cambio, lo critican como el machista número uno, especulador económico, cosificador de la mujer, haciendo de todas las chicas sus "conejitas", reduciéndolas a categoría de mascota o adquisición. Tras la caída del fundador de Playboy no hubo medias tintas. O lo amaron o lo odiaron. Miradas de complicidad y envidida solapada, o bien miradas de acusación contra quien se sabía el máximo representante del materialismo sexual. Así como Luis XIV señalaba enfático "El Estado soy yo", Hefner no reconocía otro Estado ni otra autoridad que su propio Imperio. Ahora que el Imperio ha quedado acéfalo, sin su cabeza visible, Playboy le sobrevivirá, subastando las fantasías del planeta entero, bajo la forma del principal afrodisíaco de nuestros días: el dinero.
No sé por qué la otra noche soñé con algo parecido a una sala de clases. O a una sala de eventos. Estaba encerrado. O tal vez quería estarlo. Por fuera veía pasar un universo de gente. Solo una chica pasaba por el lado. Miraba sutilmente hacia adentro. Y seguía su camino. En un muro, o tal vez encima de una mesa, o un cuaderno, no recuerdo bien, estaba anotado lo siguiente: fate no more.

Mother!

La última de Darren Aronofsky, Mother. ¡Una locura! Darren nos tiene acostumbrados a simbolismos y a personajes trastornados. Esta película no es la excepción. Primero un thriller y luego una cuestión alegórica, visceral. Javier Bardem en el rol de un escritor venido a menos y Jennifer Lawrence en el rol de dueña de casa. El clásico conflicto entre el ego del escritor y el deseo de ser madre de la esposa, pero todo abordado de una forma tan rocambolesca que lleva al límite las interpretaciones, desatando un hervidero de pasión y de violencia. Creación literaria vs creación de la vida. Por un lado, un escritor que encuentra la inspiración en el amor pero se obsesiona luego con su ansía de reconocimiento, buscando alimentar su autoimagen a través de la adoración ajena. Y por otro, una mujer que solo desea formar una familia pero tiene que luchar contra la paulatina invasión del mundo externo propiciada por el propio escritor. Lo que parecía un amor auténtico se ve pronto amenazado por la sombra de la vanidad, manifestada en el fanatismo irracional de las visitas indeseables. De esa forma, el escritor se vuelve una especie de pequeño dios, sacrificando en el proceso su propio amor. La mujer, por su parte, se vuelve una madre estoica, combatiendo su condición de musa hasta el final, con tal de proteger la obra de sus entrañas. Se asiste así a un festín en el que la lectura bíblica del conflicto acaba sublimada en la sangre y la ruptura del antiguo orden. ¿Quién era realmente el creador? ¿El escritor obsesionado con su obra, o la madre determinada con su hijo?. Uno solo de ellos, o tal vez ambos. La película versa en el fondo sobre el doloroso proceso de la creación. Pero también sobre su última y magistral ironía. "Para el que crea nunca nada es suficiente".