lunes, 23 de octubre de 2017

Papatón

"Soy una contradicción. Como Dios, uno y trino, trino y uno; como María, virgen y madre; como el ser humano, bueno y malo" Pío XIII (Jude Law) en The Young Pope.

Lo que más genera ruido en torno a la próxima visita del Papa ya no creo que sea el mero hecho de la fastuosidad del líder católico y cómo eso va en contra de los principios de la propia religión -resulta una cuestión archisabida, es cosa de recordar que desde la época de Lutero pasaba lo mismo, criticando la hipocresía eclesiástica-, sino que lo más raro de todo vendría siendo cómo un país que se supone ya declaró constitucionalmente la separación Estado-Iglesia se siga prestando para financiar con fondos estatales algo que solo debería ser financiado por los propios feligreses, siguiendo la lógica consecuente de su económica devoción. Una verdadera Papatón que seguramente se realizará sin chistar, a pesar del desembolso millonario en términos de presupuesto y retribuciones. Y para ir acorde al nuevo progresismo light, todavía sus representantes -entre ellos el coordinador nacional de la comisión- se daban el lujo de aclarar que se trataría de una "visita sustentable" al reducir el costo de los papamóviles para la peregrinación. A estas alturas, la risa nerviosa resulta incontenible. Una medida que debería causar algo de estupor por lo absurda, pero que, por supuesto, será de todas formas llevada a cabo pese al descontento colectivo. El punto es que el propio Papa habría, tomando las palabras de Pio XI, criticado el "imperialismo internacional del dinero" en un Encuentro Mundial de Movimientos Populares el año pasado en Roma, pero vemos ahora que justamente es ese "dios dinero" el que permitirá que su paso por Chile sea una realidad. La noticia en el fondo debería indignar y provocar un rechazo unánime, pero, viéndolo con perspectiva, después de todo supone un regocijo, puesto que se asistirá al espectáculo en vivo de una contradicción abierta, y más encima, con la venia del propio Estado laico. Lo que ha sido coronado como Papa ya no es solo un hombre, sino que la imagen, la representación misma del absurdo milenario de la Iglesia. Como habría repetido el propio Voltaire: "Cuando se trata de dinero todos somos de la misma religión".