miércoles, 18 de marzo de 2015

Lo bueno de reescribir es ese juego entre autenticidad y traición

Lo bueno de reescribir la biografía sobre una autora del siglo antepasado es ese juego entre autenticidad y traición... ¿cuánto de fidelidad a la fuente hay en esa reescritura? ¿cuánto de ese texto fantasma al que se le alquila un cuerpo consigue ser resucitado? Desde el polvo de las páginas viejas a la palidez del documento virtual, transcribo sin ética. La historia se paraliza, creo desaparecer en esa transcripción. El texto ya se escribió. Ya no vuelve el Chile de ese siglo. Trabajo sobre una vereda que ya se caminó. La autora invisible reaparece sarcástica en un gesto de arqueología. Ni hablar de realidad, ni hablar de originalidad: son todas ficciones de su figura mitificada, de mi impotencia laboriosa. ¿cuánto de la autora sale a flote? ¿cuánto de mí comienza a hundirse? A medida que traduzco su biografía, voy escribiendo un epitafio. Le regalo la posteridad como si me pesara, como si no la necesitase, en secreto.