sábado, 27 de mayo de 2023

Cine en su casa: "El Túnel" (1987) de Antonio Drove.

Cine en su casa. Hoy, la película "El Túnel" (1987), adaptación del libro homónimo de Ernesto Sábato, realizada por el director español Antonio Drove, con Peter Weller en el papel de Juan Pablo Castel y Jane Seymour en el papel de María Iribarne. Una adaptación muy fiel a la historia original.
Para quienes conocen este clásico de la literatura hispanoamericana, no es necesaria la presentación.
Ambientada en los años 30, se trata de la historia Juan Pablo Castel (Peter Weller) un pintor reconocido que vive en Buenos Aires. En una exposición conoce a una mujer, María Iribarne (Jane Seymour) quien se ha quedado deslumbrada por uno de sus cuadros. Desde ese momento, Castel no puede evitar su intensa atracción por ella. La busca, se aleja. Luego, se encuentran, se separan y se vuelven a encontrar, para iniciar una apasionada relación que muy pronto se vuelve tortuosa, al punto de la muerte. Locura, obsesión, pathos.




Sobre La noche del oscura del alma de San Juan de la Cruz: la pasión del santo y el calvario del poeta.

La noche oscura del alma: desde hace mucho que me viene resonando ese verso legendario, y no es hasta ahora que lo retomo y lo repito cual mantra, al redescubrir la poesía mística del poeta español San Juan de la Cruz. ¿Pero qué me hizo leer con otros ojos a este poeta, en apariencia, tan lejano? Pues, una gran disyuntiva vital y existencial que también podría denominar como “mi noche oscura del alma” y un esfuerzo intelectual por revisitar el misticismo poético de aquellos entonces, ante la amenaza de un mundo y de un lenguaje cada vez más secularizado y nihilista al punto del paroxismo. La noche oscura del alma refiere a un viaje, el viaje de la Amada al encuentro con el Amado, que no es otra cosa que la metáfora del viaje del alma desde su prisión corporal hasta su reunión con Dios, su origen.

San Juan de la Cruz supo ver en el símbolo de la noche la cualidad incomprensible de lo divino, aquella que se avizora en los peores momentos para el espíritu humano. Tras su encierro por parte de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo, al fundar la Orden de los Carmelitas Descalzos con Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz vivió un auténtico éxtasis poético, sufriendo una penitencia solo comparable a la voluntad de su fe. Fue en ese período que San Juan escribió sus poemas místicos. Fue en su propia “noche oscura del alma” que hizo de su poesía un remanente de la belleza, a través del ejercicio del dolor, el dolor de la carne que sufre y del alma que añora su regreso con lo Absoluto.

Sin esa cárcel, puede que la experiencia mística de San Juan no haya sido posible. Sin esa prueba divina, no hubiera vivido lo que vivió ni hubiera escrito lo que escribió, tras sufrir en carne propia el desarraigo, el desamparo, la desconexión con la fuente. Pero hay en esa visión poética dos lecturas: una, la del poeta que dialoga con lo inefable, que hace de la nada la santidad, el umbral del silencio, la impotencia de la palabra para con Dios; y la otra, la del poeta que vislumbra la pasión del Dios-hombre en las sombras, para abrir camino hacia la redención. En el poeta, ambas lecturas confluyen y van a dar al mismo destino.

Cada quien, al momento de escribir, hace de su pasión un ejercicio mudo por incomprensible e inabarcable, o una voluntad férrea y extática en su sed por la verdad. La noche oscura del alma puede ser, a su vez, el infierno del santo y el calvario del poeta, y el necesario purgatorio de sus pasiones, la sublimación de su propia vida incomprendida: “¡Oh noche que guiaste! ¡Oh noche amable, más que alborada! ¡Oh noche que juntaste amado con amada, amada en el amado transformada!”



La OMS alertó hace poco la amenaza de “otro patógeno emergente” e hizo un llamado a todo el mundo a estar preparados ante este escenario. Días atrás, la misma entidad había declarado el fin de la emergencia pandémica del covid 19. Parece irónico que casi de inmediato ahora vengan a advertir a la humanidad sobre la posible aparición de otros bichos todavía más letales. Un llamado al pánico encubierto de previsión global. Habría que preguntarse ¿qué nuevos bichos aparecerán? ¿Variantes del mismo? ¿Surgirán nuevamente del laboratorio de Wuhan o de algún centro médico ruso? Las interrogantes se viralizan y la sospecha de la ciudadanía crece.

Por lo pronto, el principal resquemor viene de parte de sectores políticos que apuntan a una pérdida inminente de soberanía nacional tras el llamado a un “pacto mundial antipandemias”. La propia OMS ha salido a desmentir esta alerta, aplicando el ya conocido apelativo de “fake news” o desinformación. Sin embargo, muchos de estos sectores insisten en su renuencia a adherir a un pacto de carácter internacional. Sin ir más lejos, acá en Chile, la APSIIN (Agrupación de Profesionales de la Salud Velando por Entregar Información Veraz en Pandemia) publicó un comunicado en donde manifiestan abiertamente una crítica a estas políticas globales mandatas de manera vertical y proponen un debate abierto de toda la comunidad científica, donde se consideren las experiencias de la anterior pandemia, para no caer en los mismos errores y despropósitos del pasado.

Si bien no todos los países ven afectada su soberanía y seguridad interior por la adhesión a los tratados multilateriales en materia de salud (principalmente, países desarrollados), hay algunos, como Chile, que no tienen una estructura de protección nacional; por el contrario, es un diseño país bastante abierto y sometido a los dictámenes extranjeros, incluso alineado completamente al derecho internacional, al que se considera de orden estricto, al punto que está protegido y consagrado por la propia Constitución. La próxima propuesta constitucional, de hecho, pretende reforzar todavía más esta lógica vinculante de la nación al orden del globalismo, tomando en cuenta, además, la incorporación de la Agenda 2030 de la ONU como política de Estado desde el año 2015, para ser implementada de manera prioritaria mediante una hoja de ruta a la cual adscriben prácticamente todos los partidos políticos que forman parte de la nueva “cocina” constituyente.

Se avecinan nuevos tiempos pandémicos y, por extensión, nuevas dictaduras sanitarias, según informan nuestros custodios, las “elites”. Las señales son inequívocas: se quiere avanzar hacia modelos de mayor control externo sobre los Estados Nación y hacia nuevas formas de dominación tecnocrática y científico-tecnológica. Solo basta pensar en lo que fue el uso indiscriminado del pase de movilidad, una verdadera emulación del sistema de crédito social chino. Con el auge de las inteligencias artificiales, solo piensen en las posibilidades de control, a futuro.

Bajo este panorama, se ha tendido un manto de escepticismo colectivo sobre el accionar de las instituciones mundiales, a juzgar por sus cuestionadas políticas sanitarias y las catastróficas contraindicaciones de la vacunación, sin suficiente respaldo de toda la comunidad científica. El guion es demasiado evidente: se crea un problema y se propone una solución, con la condición del sometimiento. Ellos crean las condiciones para la existencia del problema; luego, ellos mismos ofrecen una panacea que debe ser aceptada sin chistar por todos los actores en juego. Otrora se viralizó el miedo; hoy por hoy, la duda. Frente a esta nueva ola de plagas y tiranos, no se puede volver a claudicar. A mantenerse inmunizados contra la fiebre globalista y a reforzar el sistema inmunológico soberano.