lunes, 7 de enero de 2019

Hace un par de años atrás apareció un grupo autodenominado "Individualistas tendiendo a lo salvaje" que se adjudicó el ataque a Oscar Landerretche, ex presidente del directorio de Codelco. El viernes volvieron al ataque con un bombazo en diferentes sectores de Santiago, detonando explosivos en la intersección de las calles Vicuña Mackenna y Francisco Bilbao, de Providencia. Varias personas salieron heridas. En el comunicado de su página web, dejaron claro que sus intenciones eran precisamente arrasar, no importando quien fuese el afectado: "Anhelábamos la explosión sanguinaria y mortal para cualquier humano, nos da exactamente lo mismo quien fuera, si pobre o rico, mujer u hombre, niño o anciano". Y todo ese espectáculo de sangre sería para "vengar la devastación de la Tierra". Al parecer, estos supuestos eco terroristas tendrían por objetivo destruir todo aquello que representase la civilización y la tecnología, todo aquello que, según ellos, haya socavado la Naturaleza. Por eso el año 2017 arremetieron contra Landerretche, al estar a la cabeza de un "mega-proyecto devastador de todo lo hermoso de la Tierra". El destinatario de la bomba antes tenía el rostro del economista, pero ahora el grupo fue más lejos y, en un arranque nihilista, no discriminó a nadie y detonó bombas en plena vía pública, abogando por un caos vengativo en el que cualquiera que fuera perteneciente a la sociedad sería cómplice. Sus declaraciones son más o menos categóricas, y dejan entrever su condición especial, su diferenciación respecto a la masa, su insurrección iluminada por una moral contraria a la civilización: "No hemos vuelto, porque nunca nos fuimos y siempre hemos estado ahí, aparentando entre la masa de purulenta falsa moral, simulando esterotipos, pero conscientes de no ser parte de la plaga asquerosa que pulula por una ciudad que tiene sus días contados y que tarde o temprano se extinguirá junto a toda la especie humana". En suma, y según sus propias palabras, la sociedad entera es la enfermedad, el tumor, y ellos son la panacea, la cáustica panacea, el bisturí ideológico. Ellos, los individualistas tendiendo a lo salvaje. Ahora, en la era de la posverdad, ¿es posible que estos sean lo que dicen ser, unos fanáticos de Rousseau en la pasta y con cabeza de pólvora, o solo se trata de una célula que esconde detrás de toda esa faramalla anarco primitivista unos propósitos todavía infranqueables para la opinión pública? En el mejor de los casos, se trataría de otro montaje más, usado con oscuros fines políticos, o, en el peor, los idiotas tendiendo a lo salvaje realmente existen, y han venido para quedarse, hasta hacer volar tu cabeza y el horizonte de tu estructura.