viernes, 5 de octubre de 2018

Todo lo que recuerdo de esos años lo sé por otros. Según lo que decía mi madre, vía inbox, unos días antes del plebiscito, para el cierre de la campaña, habló Ricardo Lagos (luego del famoso "dedito acusador") sobre un escenario lleno de gente en Pedro Montt, a la altura de la Plaza Victoria. En esos momentos, estando yo en sus brazos, y producto del caos colectivo, me dio un arrebato y no paré de llorar en todo lo que duró la ceremonia. Años después, ya en el gobierno de Aylwin, se encontraron cadáveres en Pisagua y a los de Valpo se les hizo una enorme misa en la catedral de San Ignacio. También ahí, según lo que cuenta, me puse a llorar sin parar, muerto de hambre, hasta que una mujer de la agrupación de familiares de detenidos desaparecidos le ofreció una galleta a mi madre para que se la diera a este pobre llorón insufrible y se callara de una vez. "Fue una época dura pero que sacó lo mejor de todos nosotros", comentaba ella, a modo de cierre. Se sabe que desde tiempos paradigmáticos he sido un aguafiestas, un hinchawea de antología.
Investigando sobre la exposición "Más allá de la música" de Kurt Cobain que se realizará en el Museo de la Moda, doy con otra noticia de este mismo año, sobre un incendio que destruye casi por completo otra exposición en el Museo de Historia de Aberdeen. Las causas del accidente aún se desconocen ¿fatal negligencia o complot en contra de Cobain en su propia tierra? Lo abigarrado del asunto da para especular lo peor. Se me vinieron a la mente las palabras del propio líder de Nirvana, tomadas a su vez de un tema de Neil Young: "Mejor consumirse que apagarse lentamente". Además, tengo entendido que en uno de sus accesos de locura endógena, y según alimenta la leyenda (falsa o no), Cobain habría desatado un incendio luego de quemar un autobús escolar en Seattle. ¿El fuego aquí presente habrá sido una suerte de homenaje? ¿Quemarse -como bien hablaba en relación a su interpretación de la filosofía budista- habrá sido una forma subrepticia de purificarse? El incendio del museo de Cobain gráfica, de forma simbólica, aunque no de la manera más digna, la propia figura del rockero, su propio ánimo nihilista y autodestructivo, su candente belleza, hecha, de una vez y para siempre, llama, ceniza, promesa rota.

De ucronías, hombres en el castillo y plebiscitos

Ucronía: Reconstrucción histórica que se basa en hechos posibles pero que no ha sucedido realmente. Hay una serie, The man in the high castle, que lleva a la pantalla la ucronía de Philip Dick sobre la Alemania Nazi. Hoy se lanzó la tercera temporada, en el mismo día que conmemora los 30 años del plebiscito en Chile. Leí por ahí que la ucronía podría aplicarse perfectamente al caso chileno, lo cual lleva a preguntarse ¿y si hubiese ganado el Sí en lugar del No? ¿Qué hubiese pasado? Un ejercicio ficticio pero uno que vale la pena hacerse.