domingo, 25 de septiembre de 2016

Dolores de cabeza

Me ha asaltado un dolor de cabeza singular desde la mañana. Hace casi un mes estuve dos días enteros con una cefalea que iba y venía cada cierto tiempo. Es difuso el origen de ciertos dolores. Se podría asociar de forma rústica a cierto estrés, o, por otro lado, a un "caldo de cabeza" que llamamos a una sobredosis de pensamientos y preocupaciones sin tubo de escape. Algo así como una úlcera mental, si se permite esa asociación. Uno podría estar toda la tarde hablando o, en su defecto, escribiendo sobre la sintomatología de los dolores, y en particular, de los dolores de cabeza. Cómo diferenciar un síntoma de una dolencia de raíz. Es porque el dolor de cabeza se supone que funciona como una alarma doliente que avisa al organismo sobre algo mayor. Pero a veces creo que el dolor de cabeza podría tener su propio relato, y no solo servir de síntoma. Leí que Nietzsche sufría de esos dolores, y para agregarle misticismo al asunto, alegaba que eran los dolores de parto de sus próximas ideas. (En algunas ocasiones, más que dolores de parto se parecen a abortos). Kafka también padecía de esos dolores en racimo. Y en su constitución enfermiza eran prácticamente parte de su ser, y por ende, de su literatura. Sería muy apresurado e iluso decir que esos dolores de cabeza repentinos me pertenecen, por el simple hecho de su recurrencia. Hay algo ahí en la cabeza que se inflama, que quiere salir, o que, por el contrario, insiste en mantenerse adentro. Demasiado esfuerzo visual? Demasiadas ideas sin forma? Demasiada preocupación sin praxis? Como sea, inclusive es difícil diferenciar un simple dolor de cabeza de una migraña, una jaqueca o una cefalea. ¿Nombres técnicos? ¿Sinónimos? El dolor de cabeza se presenta ahí como un enigma. No se sabe a ciencia cierta su origen. Lo único cierto es el dolor que provoca. A simple vista un dolor sintomático, un dolor con un propósito. No un dolor gratuito. Lo que funciona al menos como un consuelo. Al menos como una garantía de que el dolor significa algo. Entonces ese dolor no deja de ser menos doloroso pero elimina su componente absurdo. Lo curioso es que una brisa de viento helado del exterior puede espantarlo, como hoy al salir de tarde, o, por el contrario, una siesta puertas adentro y a oscuras. No hay fórmula excepto la improvisación cuando no existe farmacología. El dolor de cabeza uno de los dolores más personales, quizá por la sola sensación de claustrofobia mental, recordándote con saña que ahí arriba no está vacío sino que hay algo vivo que quiere que dejes de pensar y que detengas la máquina.