viernes, 19 de agosto de 2022

Regreso a las crónicas escolares:

-Profe, está cuático el mundo-, dijo una chica del Segundo B en la mañana. –he cachado a caleta de cabros sacándose la cresta, mucha violencia, mucha maldad, ¿Qué será de la gente? ¿Qué nos espera mañana?-. Se hizo esas preguntas mirando al techo de la sala, implorando al vacío de la inmensidad, mientras sus compañeros no paraban de conversar a su lado. Sus preguntas no tuvieron respuesta, porque tenían intención retórica. Únicamente resonaron en medio de la sala, atestada de distracción. El tema tratado durante la clase había consistido en los tópicos literarios, y se habían revisado, precisamente, tópicos como el teatro del mundo, el mundo al revés y el memento mori. Les había recalcado, una y otra vez, que no vieran estos tópicos ceñidos solo a una época particular. Tenían que concebirlos como algo transversal a todas las eras, propios del espíritu humano, palpables a cada momento cual respiración simbólica de la existencia. De cierta forma, la chica, con su inquietud espontánea, había logrado intuir el sentido de cada uno de los tópicos citados, percibiendo en la violencia un verdadero teatro del mundo, un presentimiento de la muerte en cuanto fenómeno inseparable de la memoria y una total inversión de valores que provoca, una vez más, la recreación del adynata o la imposibilidad. No faltó mucho para que un cabro sentado a su lado interpelara a la chica. –Ella, la filósofa-, le dijo, en un contrapunto burlesco al impulso trágico. La chica, en cuanto escuchó a su compañero, se dio la vuelta para responderle. -¿Filósofa? No pasa nada. Solo se trata de pensar un poco. Todos podemos hacerlo-, respondió. Inmediatamente, se tocó la sien con su dedo índice. La chica había ironizado con el cabro y, al mismo tiempo, pretendía que no se la viera como alguien diferente. En efecto, para ella, no había nada especial en el hecho de pensar. Sin embargo, pocos se atreven a hacerlo, por miedo a que la realidad les muestre su cara más abyecta y golpee sus expectativas, sin compasión.