miércoles, 6 de marzo de 2024

Entre progresismo y globalismo, nos olvidamos de la poesía.
Para quienes extrañan mi antiguo estilo de crónicas rápidas, aquí va una con temática escolar:

Al volver al colegio para entregar mi carta de renuncia voluntaria, me reencontré con una alumna, "la poeta", que le digo. Se sorprendió gratamente de saludarme. Lo primero que preguntó fue si acaso seguiría este año. Le respondí que ya no, que emigré. "¿Y por qué se fue?", volvió a preguntar "Porque donde quedé está más cerca y tengo más horas", le contesté, escueto. "Si es así, no hay por dónde perderse. Se le extrañará harto", dijo la alumna. "También pues", le dije de inmediato "Sobre todo sus poemas".

Ella me había confiado sus creaciones para poder revisarlas. Eran textos con un gran potencial, diamantes en bruto, un augurio de una gran poeta. Quería saber si ella había escrito algo nuevo para volver a sus textos, pero sabíamos que mi partida haría más difícil la situación, así que me limité a preguntarle si había escrito algo nuevo desde el último poema que me había enviado. Dijo que sí, que de hecho tenía guardado un proyecto de libro de más de sesenta páginas que esperaba sacar cuando saliera de Cuarto Medio.

Asombrado, la felicité por su esmero en su propio oficio, le repetí que quedaba poco y que se atreviera a dar el paso de la publicación. "Quizá no, profe", comentó ella. "Quizá lo deje para después. Primero quiero salir del colegio", agregó la alumna poeta, decidida. Orgulloso, no pude evitar aconsejarla, que creyera en su trabajo, que era sensato demorarse, que no comiera ansias y que saliera por la puerta ancha. Ella dijo que eso era lo que iba a hacer.

Más allá del aula, del pesado curriculum, en ese reencuentro detrás de la renuncia al colegio, había trascendido entonces una confianza basada en la creación poética. En calidad de autora, la alumna me había confiado sus textos para realizar un trabajo de edición que excedía el trabajo mismo de las guías y de las pruebas que le hice en su momento. Este último trabajo la ayudaría a pasar de curso, pero el primero la ayudaría a consolidar su obra. Al rato de hablar en la salida, nos despedimos. Quién sabe que le deparará una vez termine la escuela. Si seguirá escribiendo, si de verdad le espera una carrera meteórica en la poesía. Eso espero de corazón. De lo contrario, jamás me lo perdonaría.