miércoles, 26 de junio de 2024

En una invitación a su taller literario, Arturo Ruiz afirmó: "la escritura es la nueva esgrima".

Por la razón o la fuerza, siempre. Tierra de poesía, jamás.

Hubo un tiempo en que el clásico lema de la nación chilena "Por la razón o la fuerza" quería ser cambiado por "Tierra de poesía". Afloraba un ánimo refundacional que tuvo su punto de eclosión durante la asonada de octubre del 2019 y que desembocó en el fracasado proceso constituyente. Quienes pretendían ese cambio eran progresistas de cartón, carentes de sentido histórico. No atendían el auténtico origen del lema y lo hacían basado en un buenismo hipócrita. El argumento que esgrimían era que el lema incitaba a la violencia. Eso implica desconocer el trasfondo de su surgimiento. 

El lema fue propuesto por José Miguel Carrera y Manuel Rodríguez en pleno período independentista. Se incorporó luego al Escudo Nacional de la Patria Vieja. Su texto completo rezaba: "Tras las tinieblas, la luz; por la razón o la fuerza". En realidad, se trata de una adaptación de una frase en latín que decía: "Por el consejo o la espada". Si se le considera en perspectiva, atendiendo su contexto histórico, la frase reivindica el carácter aguerrido del pueblo chileno, en contra de sus invasores. Se trataría, por eso mismo, de una contundente proclama de soberanía. 

Los progresistas de cartón propusieron "Tierra de poesía" en lugar del clásico lema, sencillamente porque lo consideraban más amable. Y aquí viene lo peor. Sostenían que, en un mundo globalizado, es la Tierra la nación, restándole mérito al carácter soberano de la nación chilena, en pos de un buenismo universalista que esconde un claro interés globalista. Clara intentona deconstructora de la identidad nacional y de la historia de Chile que afortunadamente no prosperó. De haberse hecho real, se hubiera pasado de tener una imagen beligerante a ser el mayor hazmerreír de Latinoamérica. 

Otra cosa totalmente cuestionable: la poesía considerada como algo inocuo, vaciada de su símbolo abismante, mera proclama progresista, etiqueta al uso (y abuso) de poderes fácticos, aparataje mediático. El origen mismo de Chile es poético. Véase La Araucana, poema épico de Alonso de Ercilla. La tradición poética de Chile supone un orgullo, condición misma de su historia. Por lo mismo, es consustancial a su carácter de nación soberana. Así mismo lo concibieron los grandes, de acuerdo a su propia poética: Neruda, Huidobro, Mistral, De Rokha. El problema está en articular la poesía con un discurso deconstructivo de corte posmoderno, y plantear un peligroso intento político de balcanización bajo el amparo de una pretendida libertad artística, que no es otra cosa que un afán relativista sin fondo ni sentido. 

Ya casi puedo ver a los posmodernos poetas del futuro cantando en las Naciones Unidas su himno a la "Tierra de poesía", ciudadanía del mundo, poesía globalizante, globalizada, globalista, desarraigada, desraizada, aséptica, buenista, en sintonía con los Derechos Humanos y las directrices internacionalistas. Por la razón o la fuerza, siempre. Tierra de poesía, jamás.