sábado, 2 de septiembre de 2017

Un texto de Daniel Cassany en el cuadernillo de intensivo PSU. "La cocina de la escritura". Me acordé de aquellas eternas clases de linguística, en las que el punto era analizar la escritura en cuanto proceso. El texto planteaba que el acto de escribir debía seguir etapas o, si se quiere, recetas. El fragmento de La cocina de la escritura estaba enmarcado en el apartado de léxico contextual. En un ítem se preguntaba respecto a la palabra que podía reemplazar al término "significativas", aludiendo a las diferencias entre el comportamiento de los llamados escritores aprendices y escritores expertos. Una pista clave para responder aquel ítem y el apartado en general decía relación con las palabras citadas como alternativas y su consiguiente explicación. De ese modo, había dos posibilidades de respuesta. Estaban las opciones que emparentaban el término con la apreciación subjetiva de las diferencias (importantes, preciadas, valoradas), y las opciones que lo relacionaban con su grado de relevancia para la investigación de la escritura (valiosas, fundamentales). Una chica de adelante había dado con aquellas dos últimas opciones, pero no conseguía entender por qué la opción del término "valiosas" difería tanto de la opción del término "fundamentales". En ese fragmento la E era la alternativa correcta, "fundamentales porque las diferencias son los principios que dirigen la investigación". Sin embargo, la chica aún tenía la inquietud respecto a por qué esa alternativa sobre las diferencias como principios difería tanto respecto a la alternativa sobre las diferencias como la "base". Algunas compañeras de al fondo permanecían calladas. Asentían tímidamente, o bien, renegaban pero con un silencio cómplice. Otros tantos estaban de acuerdo con la alternativa e de manera enérgica, pero sin la inquietud de nuestra alumna dilemática. La cuestión estaba en esclarecer por qué tenía que ser el término fundamentales el que reemplazara a "significativas" y no el término valiosas. Le expliqué de manera gráfica. Cassany en ese fragmento establecía de manera preliminar las diferencias entre aprendices y expertos, dando pie para que en el resto de la investigación se profundizara en esas diferencias incluso hasta agregando otros elementos. Por lo que esas diferencias entonces supondrían "principios fundamentales" y no necesariamente una base teórica acabada. Claro está que el dibujo de la explicación en la pizarra era lo suficientemente rústico como para que bastara solamente con un par de anotaciones rápidas. Unas flechas hacia adelante, otras oponiendo términos. A la chica se le veía conforme, aunque a juzgar por su ceño no lucía completamente convencida. Seguramente anotó la alternativa e, como el resto de sus compañeros lo había hecho, para seguir con el desarrollo del resto de la guía. Pero lo cierto es que algo, una señal en su kinésica, una cierta tensión en el ambiente, un silencio inesperado, indicaban que la explicación a la respuesta no era del todo comprendida, que no comprensible. La pregunta inaugurada por la chica, al fin y al cabo, permanecía penando en el ejercicio, a pesar de la lectura del siguiente texto. Otra chica al fondo, en toda la esquina de la sala, comenzaba a leer un texto sobre Heródoto. La chica de la pregunta, por su parte, revisaba su celular. Se alcanzaba a distinguir una conversación de whatsapp. De pronto, de la nada, durante el mantra de la lectura, se paró y salió a contestar un llamado. El cambio de página había aliviado la tensión, pero no la incertidumbre. Una suerte de neblina teórica obligaba, sin embargo, a seguir la clase. Textos y preguntas como esas marcarían la diferencia, a la hora de la verdad. Era solo la sospecha irracional frente a la posibilidad del error.