jueves, 12 de noviembre de 2015


A menudo con el tiempo los libros que una vez se prestaron sin retorno se parecen a amantes que casi no alcanzaste a disfrutar lo suficiente, y que por esas cosas del destino acabaron en manos de otro simplemente por exceso de arrogancia o de generosidad. Lo peor de todo, sin embargo, no es el hecho de haber sido engañado, sino la pérdida de la confianza en la palabra empeñada, y sobretodo, la incertidumbre sobre qué estará haciendo aquel otro con el antiguo objeto de tu posesión. Es ese "quizá" el que, sin duda, quita el sueño.