martes, 6 de agosto de 2024

Satanistas y Luciferinos por Chile

No es una película a lo Kenneth Anger. No: es la realidad. Un grupo de satanistas y luciferinos se reunió el 30 de julio, ante el Ministerio de Justicia, para presentar su Acta Constitutiva y obtener un reconocimiento como asociación religiosa, con todas las de la ley. Si se aprueba la solicitud, sería un "hito", ya que se volvería el primer culto satánico constituido de manera legal en Hispanoamérica.

Las críticas fueron inmediatas. Ante la sospecha de los grupos conservadores, se refugiaron en la libertad de culto dentro de "un país laico y secularizado", flor de nuestra Constitución. Dicen no imponer a nadie sus creencias y abogar por la “libre determinación de la personalidad", cuestión que suena mucho a un liberalismo mal entendido, aunque muy similar a los principios de la Iglesia Satánica de Anton Lavey, fundada en los sesenta y de manufactura norteamericana. 

Sus ritos, explican, no consisten en una adoración caricaturesca del cola de flecha ni tampoco en una emulación de la magia thelemita (la filosofía de Aleister Crowley), se trata más bien de rescatar el sentido etimológico de la palabra Satán como el "adversario", quien se rebela, quien se enfrenta a toda imposición dogmática. 

Habrá que ahondar más en los principios de esta nueva Iglesia de Satán a la chilena, para un análisis concienzudo, espiritual y hasta para una ficción novelada. Sin embargo, no deja de causar ruido el hecho de que se consideren satánicos, por definición, adversarios, y le exijan al Estado un reconocimiento que los valide y que los consagre ante la ciudadanía. Ahí hay, tal vez, una maniobra contradictoria: un satánico exigiendo ser aprobado por las leyes humanas y jugando bajo las reglas de la democracia. 

Tal vez eso quiera decir que el Estado y la democracia siempre fueron el nuevo Dios de la modernidad, caído el Antiguo Régimen, o quizá, como piensan algunos tradicionalistas, sea precisamente el sistema democrático moderno el que tenga, en su origen, la marca del diablo. 

Al parecer, el último libro de Arturo Ruiz, "Estallidos satánicos" tuvo un alcance insospechado más allá de la mera política. Signo de nuestros tiempos disolventes y disolutos. Pero francamente ¿Qué cosa tan terrible pueden hacer un montón de picaos a luciferinos, peleando por un cupo en el sistema por secretaría? Comparados con la perversión de los materialismos del siglo XIX y del siglo XX, apenas se trata de un grupo de performistas muy mal pagados. Veamos qué traman.