lunes, 17 de junio de 2024

Colérica poética (poema)

Un intento de poetizar la rabia y la odiosidad, tópico abordado hasta por los grandes, pero no tan explorado. Aquí un breve ejercicio:

Cuando todo cae, cuando lo que creías intocable figura oxidado, manchado por acción de la insania

la avasalladora tempestad de la turba, la sombra junguiana detrás de las caretas hipócritas

el reverso de la pálida belleza, redundante, demacrada por su propio origen traicionado

anatema de la raíz, vileza del tronco, ramas sin arraigo, viento que corona el despojo

ascienden del infierno los santos enterrados, las plegarias negadas al espejo de lo real

trizado cual espacio yermo de la soledad en crudo.



Las emociones ebullen del frío contacto, las presencias y ausencias fornican sin vergüenza

Ante nosotros, bebiendo del tiempo, ebrias, empujan la conspiración tras bambalinas

Tejen y destejen la hebra de los acontecimientos, repletan de veneno e intriga los intersticios

Procuran el ruido entre los espacios vacíos, entre las fosas de las palabras desarticuladas,

Por efecto de la carne y de la sangre invernal, por efecto de la baba que no sobrevivió

Y el fluido calenturiento que presidió las imprecaciones e imputaciones más abyectas.



La traición sirvió de contrapunto al lirismo de la imaginación, los decires que sobrevivieron

Al escandaloso misterio de un romance visceral, fueron carne y nata de voyeristas y conventilleros

Masturbándose ante la idea del mal en las letras, el peligro detrás de la creación de la palabra,

El flujo sanguíneo corriendo presuroso a la luz y penumbra de cada metáfora y figura retórica

En un cauce de fuego le daban caña a la moneda calumniosa,

En una patética apuesta subastaban el honor, el precio y la cabeza de los involucrados

Sus propios cómplices, sus propios contertulios, moribundas estrellas de la noche.



Insectos, criaturas rastreras, doblemente insectos,

Solo son humanos sus miembros, inverosímil la jeta con la que balbucean

Un relato, una narrativa, apenas un remedo de un discurso relamido,

Una trama grotesca, perversa en su meollo,

Funcional a los mercenarios literarios, a los saltimbanquis verborreicos

Amantes de la chimuchina y feligreses del chivo expiatorio

Que excavan en los corazones, sin medida ni escrúpulo

Y extraen, para regocijo moral, el oro negro del odio,

Cínicos, mascotas del titiritero, zalameros del caos.



Cuando todo cae, y lo que denotaba solemnidad se revela cual careta ruidosa, profana en su manierismo

Y los gruñidos de los energúmenos se confunden con las palabras inocuas de los biempensantes

Entonces los sueños y los deseos de trasnoche se vuelven una leyenda infame

Una locura material, negación de la negación, mera idolatría de las heridas y fetiche de la angustia.

Lo negro les arrulla el nervio sensible, se dejan encandilar por el demonio de la consciencia

Que les susurra el rumor de la belleza transmutada y disuelta para alimentar la hybris

De unos cuantos idiotas que abrigan la causa de la disolución y sacralizan el nihilismo del paria.



Asaltan las cabezas de las ilustres estatuas para regocijo de su cloaca histórica,

Su pandemonio de rencores, enconos y odiosidades, ante la sombra del teatro del pánico,

Espectáculo esperpéntico, destellante de magia negra, chapoteando en bilis y úlceras

Amor y obra de iluminados, vanguardia travestida, a la usanza del nuevo orden

Espacio indeterminado, abismo sin fondo en el que habitan sin habitar

En el que fluctúan al ritmo de la deconstrucción y de la relatividad del ser

Maniobrada por poderes fácticos y fuerzas convulsas

Ilegibles para su léxico mediocre, en el ocaso de las miradas y las perspectivas.



Lástima que su imaginario se limite solo a las excrecencias de la calle y su abulia

Una pena que el horizonte de creación se achate al tamaño de una barricada

Que el pirómano se vuelva el nuevo Prometeo,

que el ácido sea mezclado en el elixir,

que el fuego no denote otra cosa que el incendio

y no purificación, y no regeneración

que en sus mentes una llanta y un neumático improvisen la sinapsis.

Sus atropelladas intentonas son carruseles de adrenalina, movimiento animal

llama inescrupulosa del ímpetu y del hábito, colisión y persecución.

Lo siniestro no se detiene, la Hidra chapotea en el sino,

las cabezas de los malditos alimentan el egregor

cierran los cuartos, afilan los cuchillos, despliegan las escuadras

golpean con cinceles la bruta piedra del hombre, temen al golem

porque el golem es la metáfora de su monstruosidad,

menos ser que el ser, pura potencia, promesa altiva

lujuria de una arquitectura fúnebre, demonios en inviernos.



La real cólera los pillará solapados, cual topos sin madriguera, masticando el polvo

La real cólera los asechará, a medio camino entre ameba y humano

Hará que se odien a sí mismos, en la evaporación completa de su máscara

Odiarán el teatro que han montado, y no pararán de odiar hasta que la cólera sea el absoluto

Y el absoluto los engulla en fauces de constelaciones.

Contarán una a una las palabras afiladas en la batalla de los egos

A cambio de voces falsarias, repetidas en el inconsciente, tendidas cual ropa sucia

Babean en el piso mientras la bruma envuelve su agitación, su pequeñez legendaria

La palabra futuro ahora suena a mitología, la inocencia algo que se paga caro, en cuotas poéticas

Y en labios de poeta indignada, revolcándose en la basura de las omisiones y las decepciones

Constantes proyecciones de su propio ser miserable y carente.



La mercancía de la sombra se ha vuelto la regla, la ley interna, el martillo y el compás

La manía del progreso ha redundado en la prostitución del espíritu

El verdadero sentir del animal humano se esfumó junto con lo sólido

Como hueso enterrado en la arqueología del olvido,

La historia patas arriba, alumbrada por un Sol mercenario

De instinto egoísta, la mitad del hombre la mitad de lo que solía

Y de lo que quería, sin tapujos, sin concesiones, acaso sin otra frontera que su pescuezo.

El magnífico miedo sigue moviendo montañas, espectro abarcador

Dinamita las realidades y conspira debajo de las camas de sus infancias

Lo enfrentan sin armas, doblega sus fuerzas, revela la llave del ultimátum

Se niegan a acabar, pero los acaba en el acto, sin la palabra, con la violencia, con la mentira

La sensual mentira de aquella, el dulce y frondoso miembro de la maquinación.



Tras una historia con dolorosa trama, herida supurante, sin clímax

El amargo desencanto alcanza proporciones bíblicas y parte aguas,

Y parte el ascenso, y parte el descenso, porque ya no resta purgatorio

Y el puerto es todo lo que queda, el puerto herido de muerte, saboteado por un cadáver hediondo

Que sobrevuela sus rincones, esquinas e imaginarios, de manera impune

Que despliega a sus emisarios y procura manchar la tiniebla refinada

De sus adoquines, de sus edificios, de sus aceras

Sobre ellas restan los versos y los cantos extintos

Convertidos en sangre contra el pavimento, a merced del golpe

A merced del golpe furioso de la historia, la histeria vuelta creación activa,

Poiesis fatal, oro negro del odio,

versos perros, elegías y rabias.