jueves, 19 de septiembre de 2024

Fui a las ramadas de la Alejo Barrios de Playa Ancha. No iba hace más de dos años. Creo que no alcancé a estar ni una hora. Terminé chato. Todo muy caro, ni por asomo a precio popular. Eso sí, había caleta de gente, demasiada diría yo.

No sé por qué ya no me atraen los eventos con multitudes. Será, como escribí en un estado similar hace siete años, no tanto por un exceso de espectáculo como por un ánimo misantrópico, que evita tener que codearme con tantas personas, yendo y viniendo, merced a un falso sentido colectivo, en el contexto de que se celebra algo, una fecha paradigmática, de la cual la mayoría no tiene idea.

Me comí apenas un anticucho (carísimo) y un vaso de bebida, y regresé en una micro que se demoró media hora en partir, de todos modos, satisfecho por mi salida a terreno, habiendo confirmado mi teoría de que no era buena idea ir solo y sin un propósito de disfrutar como lo suele hacer la gran masa de compatriotas agolpada allí por exceso de calorías, grados etílicos y un impulso gregario exacerbado por un conveniente relato histórico.