viernes, 13 de septiembre de 2019

Los días martes figura como secretaria una alumna. Sí. Tal como se lee. Sucede que la primera secre, la de planta, era venezolana y tuvo que presentar una renuncia por un problema de la visa. Entonces el jefe de la sede, no pudiendo contratar a otra secre, le pidió el favor a una joven estudiante de Derecho para cubrir por lo menos un día. Esta estuvo solo durante un mes y luego tuvo que retirarse por cuestiones de estudio y de su hijo. Fue así que el jefe, no teniendo a quién más incorporar, cortó lo sano y eligió a una de las alumnas, y no cualquiera, sino que a la más aplicadita, a la que siempre llega temprano y falta poco, a la que rinde bien en los ensayos y participa en clases, aunque a veces se haga la lesa y se ponga a conversar más de la cuenta. Ella al parecer tenía los atributos necesarios para cubrir el infaltable puesto de la secretaria. De ese modo, de un día para el otro apareció quien era una de las cabras más piolas del curso, en la oficina sentada frente al ordenador y atendiendo unas cuantas llamadas telefónicas. "-Profe, qué tal?"-. -¿Qué hace acá?-, le pregunté la primera vez. "-¿Qué cree usted?-", respondió, un tanto irónica. No lo podía creer. La chica había adoptado el rol de la secretaria con sumo desenfado. Tampoco lo podían creer algunos compañeros. Una se preguntó qué pasó con las otras, porque había una demasiado joven ahí cobrando mensualidades y gestionando visitas. Otro decía extrañar a la venezolana y preguntar por la última, la de Derecho, al hallarla más "potable". Solo un par de cabras que ya sabían de antemano, amigas de la alumna secre, aparecieron durante los siguientes días martes escuchando reggaetón y copucheando de lo lindo en la oficina, escena que encerraba por sí sola el meollo de la situación. "¿Quiere que le imprima algo, profe?", preguntaba la alumna secre, notando lo intrigado que estaba en el límite de la puerta de la oficina, no cachando muy bien, asimilando el contexto del asunto. Le decía que no era necesario. "-¿Esto es temporal?"-. -No, es hasta fin de año-. Todo indicaba que tendríamos alumna secre para rato. Hoy día jueves volvía tranquilamente al aula, al rol que le correspondía en un principio, y el jefe tomaba, a su vez, las riendas de la oficina. Es así que nuestra querida alumna secre alterna entre sus dos papeles con suma naturalidad. Prodigio de laboriosidad.

Daniel Johnston, RIP

Algo escribí sobre Daniel Johnston hace años, el 2014 para ser más exactos, en una especie de proyecto de críticas musicales. Aquí lo vuelvo a postear, a propósito de su temprana partida: 

Daniel Johnston, el genio loco, como Syd Barret o Brian Wilson. Aquellos que lidian con la enfermedad como un huésped, y le dan de comer con la misma mano que escribe la melodía, en ellos la música es como una presencia que los posee, un Otro, una realidad doliente, viva. Eso lo supo Cobain, depresivo como su ídolo, en una tentativa de invocar la belleza clandestina de los "raros", en medio de la maquinaria del pop: "corromper el imperio desde adentro", y corrupción aquí significa entronizar a los fracasados, que la enfermedad y la exclusión engendran la vitalidad del abismo, en un lenguaje y un rumor brutal, auténtico; un instante en que la cultura de los populares se desnuda, se delata a sí misma como un círculo de favores y de traiciones. Entonces, como en la consigna de su primer disco (hi, how are you?), este sentimiento saluda al mundo de la parafernalia, y Johnston consigue la sintonía con ese espíritu alternativo, en figuras como Bowie, Tom Waits, el mismo Cobain, Sonic Youth. Toda la atmósfera del rock se baña de esa respiración bipolar, esa honestidad que en los "raros" es po-ética, y se despoja un momento de velos, luces y cámaras para escucharse en esas voces y cuerdas, que vibran bellas con la fragilidad de todo. Allí los raros son la música de la vergüenza que cava en los corazones mediáticos. El propio Johnston atestigua en varias entrevistas, en medio de largas giras por Europa, ese silencio, el camino del arte, como reza en una de sus canciones: "El artista camina solo".