miércoles, 9 de noviembre de 2022

Ha aparecido una nueva variante del coronavirus: Cerbero. Al ser considerada como variante de interés por su nivel de contagio y tras algunos estudios hechos en Alemania, se la ha llamado como “el perro del infierno”, el can de la mitología griega que custodia las puertas del inframundo. Por el nombre, podría pensarse que se trata de una variante ultra peligrosa, que infectarse con ella equivaldría a vivir una morbosidad dantesca. Nada más lejos de la evidencia científica. “No lleva ese nombre porque sea infernalmente peligrosa”, ha dicho un doctor de la Universidad de Salamanca. De hecho, para Cornelius Römer, científico de la Universidad de Basilea, la BQ.1.1, nomenclatura técnica para el Cerbero, solo podría causar un aumento de los casos en algunos países de la Unión Europea, pero nada comprueba que sea potencialmente más peligrosa que cualquier otra variante del bicho. Tal parece que la denominación rocambolesca obedece más a un ejercicio poético, de modo que cada nueva variante adquiere un nombre mitológico acorde a la capacidad ficticia del especialista. Pese a esta consideración, no deja de ser un escenario cruento, el hecho de que alguien pueda, eventualmente, morir por las fauces del perro que custodia el infierno de los enfermos. No cabría allí otro lenguaje que el ladrido del virus, ni otra expresión que la encarnación animal del miedo humano.