sábado, 29 de septiembre de 2007

¿?

Permítanme ahora, resoluciones abruptas y condiciones de toda índole, declararme ciertas palabras, aunque no sea solo por gusto propio, sino para algo que pueda llamarse sin miedo a titubear: Proyecto… si es que ese morfema suena muy pesado para sus tácitas espaldas, o en la mente con esencia de espalda, ávida a cargar con las gravedades de las cabezas más geométricas.

Pues, a todo ello, me tomo una coca-cola (marca oficial de la bomba nuclear) y prosigo con la verborrea ¿Estábamos? ¡En el permiso! Como les imploro pues, y eso que no estoy en una agencia de sensacionalismos ni menos recogiendo mojones de perro en el puerto. Con las manos en posición completa y sincera de aplauso, les doy la más grata de las bienvenidas, a mi mundo…

Sobre conversar, sobre el hombre y la palabra, sobre el reviente de las sílabas, creo o pienso que ya está todo dicho. Es por ello que quisiera convocar algo en torno a lo cual sus órbitas neuronales puedan permanecer activas, y luego agradecerme con cordialidad ¿Qué significa para ustedes, por ejemplo, que esté eligiendo este instante decisivo, el querer sintonizar justamente este canal, con esta postura, este atuendo, este marco, estos espectadores, este cosmos tan reacio a exactitud? ¿Por qué? Sin embargo, toscos animales de corbatilla excelsa, me caen bien, a la vez que me invade una fobia escénica comparable a vértigo de cortesía. Eso es lo que me gusta de ustedes, robots, su no asco al por qué, al celo sexual de inquietud, como si no bastara con mantenerse bípedos y seculares. Bueno, en lo que concierne a mí, existe un control, este control, lo que proyecta aquella reconstrucción a lo más Chile, a lo más caos, que quería hacer presente a ustedes, los dodós del mañana, y salta en forma de ego hacia nosotros, invadiéndonos como profeta anacrónico ¡¿Les di una pista?! ¿Se anticipan ya? ¿Sienten el índex? ¿Qué les duele más que sus propias vidas? No, no es lo que creen… eso que ustedes llaman menester de doctores, pedagogos, maestros, esclavos, es para mí un anhelo sin efecto, como la diarrea que reniega de ser sólida… ¡Sí! Eso es mera creación.

¿Por qué obstruyen sus alientos de ese modo? ¿Por qué se trafican de ese modo, cada vez que mencionan esa palabrita? Eso, eso es como ustedes, ni tan plástico ni tan ángel… La poesía, robots, está siendo rematada hoy… ¡¿quién da más?! Yo daría hasta mis testículos, y resucitaría en María Magdalena, a fin de dar a luz a un poeta… ¡Ojo! En este antro no se fía, Más Allá sí.

La poesía, hay una cierta dificultad en etimologizar algo tan reacio a lógica, como metáfora en conserva capitalizada ¿Por qué les suena tan siútico? ¿Por qué se ruborizan? ¿No será acaso la poesía un invento militar, como el paraíso cristiano, como el dinero, como la Universidad? ¿Por qué se les endurece el lomo con tal de sudar amor? ¿Qué de grandilocuencia tiene? Déjenme entender por un segundo… ¿Qué significa poesía para ustedes? Como en un rayo se me vienen a la mente nada más que tres fósiles de conceptos:

a) Amor.

b) Belleza

c) Creación.

¿Qué puede ser más estúpido que el amor? Ya sé, cantar con la boca cerrada. ¡No! Es estúpido de por sí estupidizar al amor porque es un producto acartonado de exclusivo uso y abuso de “Dios. Inc” y crónicamente puede que venza alrededor de la cifra 666. Es un prodigio alcoholizado y recio. Tan tercos son nuestros sentimientos, nuestras llamadas “fracturas” que olvidamos que lo son, abortos espontáneos que dejan anemia por el resto de la vida, y todas sus preguntas y respuestas al fin y al cabo acaban congeniando y desechando su sentido, abortando en ardides métricos, mazamorras de individualidad, que para un idiota como Jung, se proyectan en arquetipos. Si no fuera porque nada de lo que nos concibe y nos atañe como cosas que somos, nos concierne en cuanto vida/muerte, más precisamente ¡¿vida?! (Quiero decir que solo tenemos contingencia de esas pajas de mandalas porque nosotros queremos creer en ellas, no porque otros inoperantes crean o quieran creer en ellas). Al fin y al cabo, somos y seremos pura intertextualidad… ¡Maldito Bajtín!

Me pregunto ahora ¿Por qué esa gula de crear? Algunos de los inmediatistas de las tecnologías de la (des)información y la comunicación (desanimalización) aquí presentes, me dirán: ¿Y qué tiene de malo? Justo es a ese punto donde quería llegar ¿Es malo estar aquí? O mejor dicho, perdiendo mi valioso tiempo, filosofando sobre el excremento y sus proporciones, con todos ustedes, con el debido respeto que se merecen personas a modo de máscaras (léase la inconclusa redundancia). Una posible contestación no cabría mal en estos últimos tres segundos… y eso, claro, es ¿Creación? ¿Estoy renaciendo con ello? ¿El contar granitos de arena en la playa es creativo y divertido? Ahora ustedes se divierten creando ¿amor? o solamente crean diversión, divierten como medio y fin, o divierten su creación como fin en sí mismo. ¡Lúdicos pendencieros! ¡Ya sé! Se divierten haciendo figuritas de conceptos que valen para todos, menos para mí ¿Estoy siendo divertido? Lo dudo, después de todo solo somos humanos.

¿A quién le interesa la humanidad? ¿A tu hermana? ¿Quién creó esa maldita raza o especie o ente o como cresta le llamen los putos de la academia? ¿Te importa a ti si te catalogan o te timbran con una hebilla ígnea en el culo: HUMANO? Al fin, cada uno de nosotros, individuos, bípedos indispuestos, nos regocijamos en las disputas inexorables del tiempo y el espacio, mientras nuestra guata pide a tientas una pizza. La farándula de una vacancia en Marte, con Hawkings como mascota, y todos al final nos sentamos con la misma proporción de culo sobre la misma proporción de cojín ¡Cobardes! Todos creamos bajo la misma proporción de azar, cuales más, cuales menos, pero como diría el bonzo carbón frente a la embajada de los yanquis: No hay mal que por bien no venga.

¡Les quiero responder! No a ustedes precisamente, sino a sus cauterizadas promesas. ¿Estamos en la temible posmodernidad? ¿Estamos en el barrio rojo de los sofistas, militantes o inoperantes? Y si has de atragantarte el día de mañana entre revistas virtuales, hecatombes y sexo virtual ¿Te importaría conocer un poco más de tu ser y del cosmos? Poco me importan los mandamientos de la Biblia, para tener que reinventarme un corazón cada ocho horas.

¡Grita! ¡Grita! ¡Grita! Eso, ¡me gusta que grites! GRITAR ES LA CREACIÓN más privada que se puede esperar de uno mismo. Al final la poesía debió ser creada a gritos para que se la entendiese como tal… ¿Por qué creen que no tengo y que me falta la voz?

Todos están cuchicheando últimamente sobre la muerte de un tal Jesucristo y sobre los atentados en la posteridad de los orientes, lugares que no conocería si no fuera por un humilde y sucio atlas con unos cuantos trazos a mano alzada, hechos en tiempos de primaria y jardín infantil, simulando patrias sobre las cuales insertan coloridos motivos en papel transparente, para hermosear lo inexistente. Además, hablan sobre Lao Tsé y su nido de contradicciones respecto al todo, o nada con dinero… ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué conozco esas precipitaciones, esos conflictos bélicos, esos monitos de ojo rasgado conformando las tres cuartas partes de la vanguardia terrícola? ¿Esos Colones divorciados de América? ¿Por qué los conozco si jamás en mi puta vida los he visto? ¿Será un síndrome televisivo el que corroe mi pulso de poeta? ¿Me he vuelto Dios o pequeño o semi-dios? ¿Estoy viviendo empíricamente la regla del capital por el capital? ¿Por qué me sé la tabla del 10, sé escribir y sé distinguir entre chinos y japoneses? ¿Por qué siquiera hablo? ¿Si en todo este tiempo no hice más que asomar mi cabeza sobresaliente por entre la ventana de mi cuarto? ¿Soy omnisciente, soy omnipresente, soy aguas muertas? ¡No! ¡No! Solo soy el parásito de mi creación, y el resultado de mi propia condición parasitaria.

¿Qué le pasa a la poesía? ¿Qué le pasa a la mierda del mañana? ¿Qué le pasa a sus mundos de antenas parabólicas? ¿Qué hacen saliendo a las calles, espantando la abulia y andando sobre dos pies? ¿Qué estilos de vida o qué vidas adoptan? ¿Estoy caminando ya como un asexuado? ¿No me queda demasiado grande el apellido? Respondan. Después de todo, esto es lo que estaban buscando: una vil calentura de hocico.