miércoles, 27 de enero de 2016

Thick as a Brick

En el año 1971 Ian Anderson decidió hacer un disco completamente progresivo con una idea que siguiera a lo largo de todas las canciones así como lo hacían Yes, Elp y otras bandas del género, ante la exigencia de la discográfica que pedía una continuación de lo que habían hecho con su anterior album, Aqualung. Ian Anderson, que gustaba del humor a lo Monty Python, se reía de la nomeclatura "arte conceptual" adjudicada a Aqualung y entonces creó una obra que a todas luces fuera llamada progresiva pero al mismo tiempo burlándose de los tópicos del estilo. El nuevo album consta de un solo tema largo dividido en dos grandes partes llamado Thick as a Brick, que relata el poema de un ficticio niño genio llamado Gerald Bostock, en el que además, con el arte del disco, se cuenta la historia del niño y cómo la sociedad literaria ha descalificado su obra y le han quitado el premio concedido al autor acusando escándalo y locura. Por ahí leí que Thick as a Brick sería al progresivo lo que el Quijote fue a la novela de caballería. Una obra "bisagra", que representaría al mismo tiempo la máxima expresión de su estilo y su saturación mediante la parodia. De repente, Ian Anderson, en lugar de pensar en un disco progresivo, estaba pensando en un poema satírico musicalizado para cagarse en la crítica musical de los setenta. Sigue, sin quererlo, la idea de obra total, propia de la literatura contemporánea. Sueño con una versión novelada de Thick as a Brick. Todo exactamente igual, pero por escrito. Y haciendo mención, en un juego metaficticio, tanto a Cervantes como a Ian Anderson, solo por joder. Habría que hacer algo similar a Thick as a Brick. Pero en libro. Incluso un libro con banda sonora. Hasta con trailer. Difiícil tarea. Sobretodo porque se trata de una broma magistral.

Me retracto

Soy malo para recordar nombres. A menudo soy mejor fisonomista, o, en cambio, recuerdo detalles, momentos, incluso palabras, por nimias que parezcan, pequeñas grandes cuestiones. Durante la mañana se me aparece el puro verso de una poeta que fue antologada en la misma antología en la cual me antologaron. "Me retracto de todas mis muertes". Casi de inmediato, por el solo hecho de memorizar su verso, doy con su nombre y su faz, incluso al abrir correo me aparece una invitación suya para agregarla a Linkedin, como si con eso hubiese sido invocada, como si al leer que se retractaba de todas sus muertes yo a su vez me retractaba de alguna clase de olvido, digamoslo, ingenuo, simplemente un recuerdo ritual, fugaz. Me retracto de su muerte en mi memoria. Me retracto de una presencia ausente. Me retracto de mi mismo. Simplemente, me retracto.