viernes, 8 de diciembre de 2017

La frase “Quienquiera que se deleite en la soledad es una bestia salvaje o un dios”, figura como atribuida a Francis Bacon en su ensayo sobre la amistad, parafraseando la Política de Aristóteles. Pero también figura en algunas partes como atribuida indistintamente a uno y a otro autor. La soledad de la frase es también la soledad de su fuente.
Enrique Vila Matas atribuía al barón de Teive, heterónimo de Pessoa, la constatación de la imposibilidad de un arte perfecto, a través de un breve manuscrito en el cual señala que buscará las palabras precisas, no para realizar la obra que nunca podría realizar, sino que para indicar con sencillez los motivos por los que no la realiza. Un ejemplo del Bartleby en la literatura, y por extensión, en la propia vida como proyecto. Con la alusión al manuscrito del barón, se demuestra que la inteligencia es también capaz de sabotearse a sí misma, cuando se reconoce limitada por sus propias circunstancias, acaso no como una forma de suprimir las aspiraciones, sino como una manera de rayar la cancha con una lucidez furiosa. Con esa declaración y su posterior suicidio, el barón no quería anteponer otra cosa que el orgullo y el reconocimiento de la finitud como condición sine qua non de la existencia material. Estaba dialogando subrepticiamente con Joubert, otro Bartleby, al confirmar en carne propia que "la dignidad de la inteligencia reside en reconocer que está limitada y que el universo se encuentra fuera de ella".