sábado, 1 de julio de 2017

Twin Peaks, el hongo atómico

¿Al principio fue la bomba atómica? El episodio 8 de la nueva temporada de Twin Peaks nos hablaba, al fin y al cabo, del origen del mal. La bomba capaz de condensar la energía del universo, en toda su capacidad destructiva pero también en toda su belleza inconmensurable. Para aquellos que no lo sabían, resulta que la primera prueba atómica fue en Nuevo México, el 16 de Julio de 1945, específicamente en la localidad de Alamogordo. Esa prueba inicial sería el detonante de todo. Lynch nos devuelve la mirada no tanto a una masturbación visual hermética como a una realidad inducida mediante un trance cinematográfico. Nos confronta con el horror de la verdad: el hongo atómico habría debutado en América. El mal en Twin Peaks no sería sino su manifestación clandestina, subterránea. América como el continente de Twin Peaks, la zona cero vetada por la historia oficial, el gran laboratorio del progreso occidental. Lynch no hace otra cosa que revelar la mutación de nuestra cultura y de nuestros pensamientos. Pero he ahí en esa verdad también un secreto peligroso. La forma del hongo también puede ser, a su modo, una obra de arte. Una fuera de toda convención. Una capaz de reunir creación y destrucción en un solo impacto. Algo parecido había dicho Stockhausen sobre el ataque a las Torres Gemelas. "La mayor obra de arte de todos los tiempos". Lo que nos lleva al auténtico punto: "¿Lo bello debe ser necesariamente bueno?, ¿No es acaso la moral un velo para la contemplación de lo bello? ¿Qué sería del arte acaso sin ese componente de maldad, de destrucción? Lynch nos ofrece una respuesta hecha de luz y de celuloide. Nos toca a nosotros decidir: o rendirse ante la magnitud de las imágenes o escapar de su radiación y perderse el espectáculo.