sábado, 11 de mayo de 2024

Poemario "Asonada"

Poemario que he estado preparando, entre muchos otros, durante este último tiempo. Se llama Asonada. Comprende poemas que escribí en el período 2021 - 2024. Aquí una versión preliminar del poemario. (La foto de portada es provisoria)


Asonada

Salvador Galindo


“Fuego negro que arde, pero no ilumina”.
Lucy Oporto, La cifra de Dios.



La Gran Conspiración



¿Qué pasaría si te dijera que todo fue una pura mascarada y que hay mucha más opacidad tras el tejido de los sueños?


¿Que detrás de los ideales que seguimos con tanta insistencia, estaban los mismos que financiaron el sistema que combatimos?


¿Que aquellos rebeldes que creímos incorruptibles, escondían su propia agenda secreta y servían a intereses todavía ocultos al profano?



¿Que detrás de cada supuesto despertar se sobrepuso otra ilusión que procuraba mantenernos en un estado de sonambulismo, divorciados de la propia conciencia?






No hubo, no hay, no habrá




No hubo nada más utópico que nuestro pasado.


No hay nada más real que nuestro presente.


No habrá nada más distópico que nuestro futuro.






Apátridas





Progresistas y globalistas, con sumo nihilismo


Han hecho de la Bandera de Chile su propia mordaza


El símbolo de poder sobre el que despliegan su arrogancia victimizante


Forzando al país a tolerar sus exabruptos


Sirviendo a la agenda que los apátridas añoran.





La fiesta






Mucho antes de la peste,


La poesía era una verdadera fiesta


Y adorábamos declamar, reír, fingir


Bajo esa noche de expresiones teatrales


Cada quien con un gesto impostado


Procuraba robarse el corazón de los presentes


Pero tú y yo sabíamos que eso era pura mascarada


Que al día siguiente éramos simples comensales


Soñadores con demasiada imaginación


Creadores sin suficiente presupuesto


Apostándolo todo en un encuentro prohibido


Abominando de nuestras propias sombras


Con el rumor de la belleza y la virtud


Conspirando bajo el velo de las sábanas


Que envolvían los libros desparramados


Y los cuerpos extasiados,


arrebatados por la pasión, la complicidad


seducidos por el fulgor de la muerte


Por el presentimiento de un mañana sin nombre.


Mucho antes de la peste,


Mucho antes del gran estallido


Mucho antes de la gran conspiración


La poesía era una fiesta


Y a nosotros el destino, inexorable, nos apagó la música


Nos apagó las luces para huir de todos los sitios


Y acabar divididos por la imbatible noche


Que todavía vela cada una de nuestras palabras


y nuestros silencios, cómplices del desastre.





La peste






La peste llegó después de un estallido


como metáfora de nuestra ruptura


un quiebre institucional de nuestros sentimientos


trama de pánico, desengaño y disolución.


En mi corazón ya no hay patria


en el tuyo, solo la bilis y el caos.






Asonada






Un octubre sin fin fue abortada nuestra promesa


Un octubre sin fin fue evadido todo significante


Un octubre sin fin fue extinguido el tiempo


se perpetuó la bilis y se propagó la peste.


Un octubre sin fin no hubo sacralización


Un octubre sin fin fue usurpado el espíritu


Un octubre sin fin fue disuelto el sentido


El palacete y la estatua de los significados


Se quemó la ciudad y con ella el alfabeto de nuestra historia.



De nada sirvieron las palabras conjuradas en la noche


De nada sirvieron los rituales al fulgor de la belleza


Demasiado sudor nos empañó el destino


Demasiada pasión nubló la intentona


Por revertir el curso satánico del poder


Miramos a sus ojos y las grietas de su espejo


Penetraron en nuestra mirada


Ebria de ánimo disolvente


Tuerta de tanta redundancia


De tanto vigilar al adversario en las calles


De tanto alentar la dialéctica en las sombras


De tanto impulsar la inquina, a diestra y siniestra


y escarbar entre los muertos


Para profanar, una y otra vez, el grito de la eternidad.





Patrimonio vencido 




Valparaíso ha sido testigo de una ruptura, un quiebre y una caída: la suya propia.


Otros, cínicos y traidores, ya han escrito su crónica: la de la descomposición.


¿Oíste acaso cuando tocaban las sirenas del último día? ¿Cuando sobre nosotros cayeron los escombros del tiempo nocturno?


Sorda de espíritu, ebria de corazón, arremetiste contra quien osó darle un puerto a tu angustia.


Ahora ese sentimiento cobra la forma del patrimonio vencido


Por la codicia sin horizonte y la violencia sin patria.





El golpe




El golpe que me diste


aquella noche


ya había ocurrido en el tiempo


otros fueron sus protagonistas


porque la historia es un vórtice


sin principio ni final.


El golpe que me diste


aquella noche


fue un asalto


una ruptura del orden


que acababa de desmoronarse.


Nuestra sangre


trataba de encontrar una salida


las calles no dieron abasto


solo fueron testigos indolentes


Los gritos penetraron como nunca


las voces hablaron del odio


que empezaba a incubarse.


Solo hacía falta la historia


para darle un sentido a la farsa


sobre todo el fuego


bien incendiado en la memoria


y el corazón


encadenado al recuerdo


tapizado por una herida


tan estéril como inútil.


Solo hacía falta la historia


pero nuestro golpe


nuestro secreto golpe personal


nunca tuvo resonancia


solo furia y penitencia.


Hay palabras


que duelen más que sus significantes.







Caímos en la trampa de la consciencia alienada




Caímos en la trampa de la consciencia alienada


hicieron de nosotros pura carne de cañón,


nos transformaron en la marioneta de algún titiritero


escondido entre sombras conspirativas.






Al momento de tomarnos la mano


marchando por esas calles desvencijadas


entre consignas, rimas inútiles y disonantes


estábamos sellando la trama de la discordia.



Nunca hubiéramos podido intuirlo:


una parte de nosotros quería quemarlo todo


pero la otra se aferraba a los viejos esquemas


Asustados, hicimos del otro la proyección de nuestra más profunda carencia.


Y a eso le llamamos amor. Y a eso le llamamos poesía.



¿Cuál será el final de esta obra difusa? ¿Cómo sigue la farsa?


¿Quién leerá nuestros lamentos e imprecaciones,


cuando las páginas sean consumidas por su propia combustión?


Caído el relato, caída la máscara


Ya no hay calle de regreso,


ya no hay página de sangre


solo nos queda el rostro descubierto


y una mentira insolente


que reclama justicia.





Octubre






Una casa figura quemada


En el fondo de la noche


Es la recurrencia fatal


Es el mito incendiario


Del fin de la historia.






Un país ardía


Mientras nuestros cuerpos


ardían de placer


Demasiado ebrios en su disolución


Y nunca alcanzaron a adivinar


El futuro, el quiebre, la plaga.






El fuego no tiene sombra





Pero atrae penumbras


Sobre Valparaíso, abrasada la consciencia


Ya no caen aves electrocutadas


Solo corazones incendiarios.






El fuego corroe la memoria


Pretende la purga pero inflama la rabia


Sin luz, arrancan los tejidos,


Arrancan sus casas y sus espacios


supuran la ardiente melancolía


de un territorio indómito,


marcado por la disolución.






Perdido el ensueño y el arraigo


Caen ebrios en su proclama


Los agitadores y los esbirros


Perros de una leva poderosa


Se pierden en la bruma invencible


Vuelven a la Cueva, donde el Chivato reposa


Milenario en su relato,


Salvaguarda del acabóse.






El puerto reconoce su fuego


Sus cerros le gritan a sus árboles


Y sus árboles a los extraviados


Porque, transeúntes, volverán del olvido


Su patria será restaurada


En la medida que recobre


El ritmo de la inmanencia.






Cenizas del tiempo harán de los caídos


Una palabra tenue, vibrante


Ante la sordera del dogma


Y todos los incendios volverán


A su origen, tal cual el suelo


Que brotó infundado.




Breve relectura de Ginsberg



He visto a los mejores escritores de mi generación


Fascinados con los cantos de sirena del progresismo


Empachados de materialismo dialéctico


Poseídos por un espíritu de deconstrucción y por un embrujo iluminista


Entregados de lleno a la pura inmanencia


Sin otra palabra que la efímera ni otro horizonte que el ocaso.




Hidra



¿Qué pasaría si te dijera que toda aparente disidencia al sistema no es más que otra cabeza de la gran Hidra que nos somete? ¿Otra maniobra cuidadosamente calculada para hacernos caer una y otra vez en las infaustas redes de la Bestia, enrevesadas e incomprensibles para el ojo de la ideología?


¿Qué pasaría si te dijera que nunca hubo solidez a la cual arrimarnos y siempre navegamos, evanescentes, hacia el naufragio, en el mar de la disolución, sobre todo, cuando las palabras amor, democracia y política perdieron sus contornos y su semántica originaria?




Contra historia



Querida ¿Qué es el mal? ¿Qué es el amor?


¿Cuál es la fuerza que nos posee?


¿Dónde quedó la belleza? ¿Dónde la verdad?


¿Dónde la fuerza que vela por ti, por mí?


¿Qué es lo que nos hace avergonzarnos


de haber mentido y de haber roto los espejos?


¿De hacer vista gorda a la inclemencia del fuego?



Y mientras el mundo continúa su orgía incesante


¿Qué es lo que convierte las palabras que arrojamos


en fichas carentes de símbolo y valor?


¿Por qué es que cualquier cosa en esta tierra


que nosotros no entendemos


nos impele a estar arrodillados


y a abdicar del antiguo orden?



Las reglas de las instituciones no se cumplen


las reglas de los hombres se sabotean


pero las reglas de nuestro lenguaje presumen la sombra


por eso aún andamos a gachas


tanteando una historia desconocida


que no nos pertenece y que creemos única.



Algo nos ha dicho: despierta, no hay nada que buscar


y el deseo, invicto, reclama su porción de espíritu


su carne esotérica.


Todo lo que siempre quisimos


está aquí, en la punta de la lengua


y en la punta del lápiz, a punto de invocar


su propia marcha fúnebre


una condena anticipada, una palabra de despecho


un mundo derrumbado


ante la farsa del vidente.






Retro visión



La luz se dobla temprano alrededor del caminante


El artillero susurra suavemente su sombra en la pared


La multitud estalla desde dentro,


Un animal solitario hurga en la basura


Antes que los energúmenos se tomen el espacio


Nos encierran en una coraza y blandimos nuestra materia


Cuerpos enfermos corren rumbo al vacío


Toda la noche, los ecos de cabezas suspicaces


Sobre el cielo rojo, la cámara está filmando


Caídas las estatuas, caídas las banderas


El mundo se está moviendo estrepitosamente


¿hacia el precipicio? ¿hacia el fuego sagrado?


¿hacia un perverso cambio en las reglas del juego?


De todas maneras, nuestros libros ya han visto la luz


Sin embargo, no han callado su sombra


Y no hay forma de enmendar las palabras acribilladas


No hay forma de recuperar el estado de cosas


Previo a nuestro calamitoso desencuentro


Los hechos están consumados y las razones consumidas


En la última noche, entonces, beberemos


Beberemos para purgar nuestras contradicciones


Nos mantendremos despiertos, volveremos a aquella época


Y escucharemos a los vecinos arrojar sus fuegos artificiales


Joviales y penitentes, en la zona cero de la historia.