lunes, 6 de febrero de 2023

Phishing

Al correo me llegó un extraño mensaje de Servicio de Impuestos Internos. Lo abrí y el asunto trataba de una presunta factura no pagada. El mensaje señalaba que este era un segundo aviso, y que debía regularizar la situación cuanto antes, de lo contrario, podría recibir un cobro judicial. Al principio, creí que se trataba de un error, aunque, pasmado por el tono amenazante, caí en la incertidumbre. Fui en la mañana a consultar directamente a la sucursal, le expliqué todo lo que me había pasado a una ejecutiva y ella, serena, me pidió que revisase la dirección del correo recibido. En él figuraba una dirección de México. “Es falso”, señaló la ejecutiva. “Usted ha recibido un correo malicioso. Descuide, ya le ha pasado a varios”, agregó. Tan pronto lo supe, me tranquilicé rápido, aunque todavía rondaba en mi cabeza la idea de una deuda impaga que, en todo caso, no tiene nada que ver con el fisco.

Mucho después, cuando crucé la calle para llegar al centro, me llegó otro correo. Esta vez era una Solicitud de retiro 10% AFP iniciado. No iba a caer de nuevo, (el cuarto retiro había fracasado) así que abrí el mensaje con confianza. Ahí se especificaban unas supuestas instrucciones para la gestión de un nuevo retiro de dinero desde el fondo de pensiones. Revisé inmediatamente la dirección del correo, recordando el consejo de la ejecutiva, y resultó que también venía de México, como el del correo de la factura no paga. El mensaje era tan burdo que no mencionaba la AFP a la que estaba afiliada ni mucho menos el número del monto al que debería hacer alusión. Ante esto, decidí no abrir el archivo adjunto y simplemente mandar el correo a spam, sin mayor problema. Debo reconocer que, en un principio, la idea de un nuevo retiro sedujo mi mente. Había algo en esa idea, por inverosímil que parezca, que alcanzó a retumbar en mi reflejo condicionado: un deseo económico, un salvavidas cotizante en medio del aciago verano. Si el falso cobro de plata fracasó, sí podía triunfar la promesa de un giro milagroso. La estafa del phishing había conseguido insertar un cebo en la mente y un placebo para el bolsillo. Esa era la nueva tónica del control en pleno siglo XXI: ya no la coacción, la seducción. Si no vas a cruzar, al menos, envenena el pozo.

El remitente desconocido no tiene forma, no puede ser vencido, solo evitado.
Ni memoria, ni olvido.
Continúa el proyecto de novela romántica y existencialista, quizá mi texto más complejo, pero en lo complejo está el desafío. Aquí otro extracto:

Ella se emocionó hasta las lágrimas. Todos fueron a felicitarla. Faltaba yo, el escritor que reniega de sí mismo. Me levanté para darle mi respectivo abrazo a la estrella de la noche. Ella lo recibió muy sensiblemente, totalmente entregada a ese instante de felicidad. Por un segundo, logré conectar con su corazón. Y no lo digo en sentido metafórico. Literalmente, con ese abrazo, sentí por primera vez los latidos del corazón de Judith, retumbando sobre su pecho y el mío, en una especie de secreta conexión entre dos cuerpos que ya se conocían, pero que recién en ese momento consiguieron la chispa, la chispa que desataría, en adelante, una historia incendiada.

En algún punto, por ínfimo que fuese, siempre estaba presente Judith, aludida indirectamente o como el indicio de una posibilidad en nuestro universo simbólico. Ella, muy intuitiva, ya lo sabía, y había decidido jugar conmigo al juego de las sincronías, con tal de darle algo de picante a nuestros esporádicos encuentros. Pero lo cierto era que ninguno de nosotros había conseguido la suficiente conexión con el otro, todavía. Habíamos llegado al punto de tenernos a la distancia, de orbitarnos sin llegar siquiera a tocarnos, y era preferible ese abismo de indeterminación, con tal de no perder la perspectiva de las cosas y de los hechos. La soledad era el costo de seguir queriendo, de sabernos unidos, de alguna manera, sobre la base de nuestra pura sugestión.

En cierta medida, siempre fuimos eso, cuerpos danzantes, heridos, cada cual más errático que el otro, palpando un arraigo que no fue tal, que no consiguió la suficiente entidad, mirada ni horizonte, a lo mucho, la promesa, la carne, el incendio del tiempo.