miércoles, 6 de enero de 2021

Microsoft planea patentar un software que permitirá a la gente conversar con sus seres queridos después de muertos. Se trata de un auténtico chatbot que recreará la sensación de comunicarse con un más allá virtual. Para lograr ese efecto, se usarán los datos de redes sociales de la persona muerta para procesarlos y emular su personalidad con ayuda del software. Con la consecución de este proyecto, se espera “resucitar” al difunto gracias a su sustituto de inteligencia artificial que imitará lo más fielmente posible su identidad al comunicarse con los deudos. Inclusive, los creativos de Microsoft han querido llegar más lejos, tratando de trascender el plano de la comunicación en línea para conseguir que aquella réplica virtual de un fallecido adquiera “vida propia”, de tal forma que la gente podrá interactuar con ella, y esta, a su vez, podrá desenvolverse en el mundo como si fuera su original orgánico. Ya existen empresas que ofrecen el servicio de crear una réplica de ti mismo, reservada especialmente para cuando mueras. Una de esas empresas es Here After, la que realiza entrevistas a los voluntarios, analizando su voz, sus gestos, su carácter, etc. toda la información posible sobre la persona, en base a la cual desarrollarán un perfil artificial con el que se podrá interactuar postmortem. 

De nuevo, el miedo a la muerte y la posibilidad de superarla gracias a un más allá virtual, no metafísico, como lo hubiese querido Ray Kurzweil. Por supuesto, como todo sueño eléctrico, tiene sus contratiempos. Al supeditar esta idea a un software de IA, eventualmente podría ser hackeado y utilizado para suplantar a personas vivas, con el fin de intervenir en sus datos privados. Surge no solo el problema tecnológico, también el problema humano ¿Cuál sería el límite de hackear la línea entre la vida y la muerte? ¿Cómo se podrá distinguir, bajo un escenario de riesgo, a un “vivo virtual” de un “vivo orgánico”? Los que vieron el episodio Be Right Back de Black Mirror podrán advertir, al menos de manera ficticia, el resultado hipotético de la implementación de esta nueva tecnología en el futuro.