domingo, 28 de octubre de 2018

"En Los detectives salvajes el exilio cobra un significado particular. Después del intento fallido por salvaguardar a la madre Cesárea, símbolo de sus deseos y anhelos más profundos, Arturo y Ulises optan por la determinación soterrada del exilio. La perdida del ser y del estar, el arrojo del cuerpo y de la memoria comulga con un sentido ético en relación con ese otro que se sabe perdido. Quizá, la conciencia nos vuelve unos cobardes, parafraseando a Hamlet. Quizá no disponemos de las armas suficientes para hacer frente a nuestros enemigos. El exilio, sin embargo, es una prueba ética. Arturo y Ulises optaron por volverse relato: aspiraron a luces subterráneas, fueron cometas que de cuando en cuando incendian la cabeza de los maníacos de la vida y de la literatura. Esa es la lección que propone la po-ética subyacente en la ficción. Arturo y Ulises fueron antihéroes a su manera. Déjenlo todo, nuevamente. Lo importante es ir cayendo ante las esfinges. Sacarse los ojos hasta dar con la sombra verdadera. Y es que si no nos vamos todos antes al carajo y nos volvemos polvo del universo nuevamente, como Cervantes o Shakespeare, ciertamente, resta declarar a la literatura como el vórtice del olvido, y claro está, el olvido como la sustancia de todo aquello que está vivo. Las palabras son otra forma de burlar el destino". Autocita, en La po-ética de Roberto Bolaño.