martes, 24 de febrero de 2015

El sueño de Rodin y De Rokha en el Festival

Soñé que entraba a la obertura del festival, acompañado por no recuerdo qué clienta vip o en no sé qué azarosa circunstancia, y que después del show poético (con la pretensión de inculcar en el monstruo alguna dosis de cultura, pero que solo consiguió volverlo todo un hueco espectáculo), aparecía Pablo De Rokha en el escenario agarrándolo todo a escopetazos, ante el estupor de un público que no entendía nada pero que se embriagaba de emoción. Luego ocurría un temblor y misteriosamente cae al escenario una réplica del pensador de Rodin. Los que se quedaban a ver el número musical evacúan. De Rokha agarra la cabeza del pensador de Rodin y la patea. El resto sube a la platea en un acceso de fanatismo a recoger los pedazos de la escultura como si con eso fuesen a inmortalizar el evento. Despierto aplaudiendo creyendo que ahí terminaba la noche.

El nublado de Valparaíso, evocando la oscuridad y el romanticismo que ha perdido, la del estilo británico de los bancos, la de la vida portuaria, la de las logias e incluso la del mito decimonónico. El otro Valparaíso flaite y neo hippie, sería una aberración concertacionista, el pastiche de una identidad festiva, latina, que no junta ni pega. Sería el Valparaíso a la usanza, el de la transición que no llegó. Valparaíso no es Río. No es barroco. No es carnavalesco. Mucho antes fue una ciudad de inmigrantes, llena de misterios. El Valparaíso de la Cueva del Chivato, el Valparaíso del cuento de Lovecraft... Según un amigo, ese es el estilo, ese es el "gris" que podría recuperar.