jueves, 22 de septiembre de 2022

No hace mucho, el Minsal acaba de poner fin a la obligatoriedad del uso de mascarillas y a la exigencia del pase de movilidad. Con esto se cierran más de dos años de restricciones sanitarias que fueron duramente cuestionadas por gran parte de la ciudadanía y por ciertos sectores disidentes, asociados al libertarismo, a la causa anti plandemia y también a la izquierda anti progre. Algunos políticos como Mauricio Ojeda y Johannes Kaiser ya habían manifestado su rechazo a las medidas contra el covid, señalando que incurrían en un manejo geopolítico de la población y en un atentado contra derechos fundamentales como la libertad de reunión, de desplazamiento y de consentimiento del paciente. Hoy, tras “desescalarse” las políticas contra el bicho, el propio Kaiser ha presentado un proyecto para derogar el artículo 36 del Código sanitario que permite al Ministerio de Salud decretar alerta sanitaria sin pasar por el Congreso. Según Kaiser, esto sentaría un precedente para que en un futuro no vuelvan a ocurrir “nuevas dictaduras sanitarias” ni regímenes de carácter “plandémico”.

Al parecer, cierta disidencia ya está celebrando este cambio drástico en la lógica anti bicho como una victoria contra el sistema. Sin embargo, nada es tan fácil. Hay que pensar que cada movimiento en el tablero perverso del poder está organizado de tal forma que siempre exista una ilusión de resistencia, de modo que las elites puedan ganar tiempo para instalar sus nuevas agendas y protocolos. Así, la nueva ministra de salud, Ximena Aguilera, ha anunciado que, pese a todo, “el covid sigue con nosotros”, por lo que se va a implementar una nueva campaña de vacunación para los grupos de riesgo, tal cual como se ha hecho contra la influenza. Esto redundará en un plan de inoculación anual que incluye la “vacuna bivalente” de covid 19, la cual cuenta, según dicen, con los componentes necesarios para combatir la variante Ómicron. Nuevamente, Chile será el país piloto con un Programa Nacional de Vacunación y las farmacéuticas podrán continuar con el negocio de las inyecciones, claro está, sin hacerse responsables de los efectos secundarios que ya tuvieron estas vacunas experimentales en muchos de los pacientes inoculados, durante la primera cruzada del 2021.

Jorge Zamora, disidente activo de la plandemia, ya había advertido la gran farsa detrás de este supuesto avance con respecto a nuestro anterior estado de cosas. Para él simplemente se trata, en buen chileno, de otro gran “pico en el ojo” de la disidencia controlada, y no puede ser menos, para alguien que sostiene firmemente que “el virus no existe” y solo es un constructo virtual genómico, usado de manera maquiavélica para el control demográfico y para la guerra biológica. Si bien, en este punto, me reservo las dudas sobre el origen y naturaleza del bicho, cuestión que excede mi competencia, sí es evidente que el relajo en las medidas sanitarias en Chile, está lejos de constituir una verdadera seña de libertad, y solo se trata de una victoria pírrica, una en que únicamente se celebra el hecho de ejercer lo que nos pertenece por derecho natural, lo que no constituye, ni por asomo, una conquista digna, a lo sumo, una concesión transitoria del propio status quo, para continuar viralizando sus influencias, acaso sin anticuerpos suficientes.