sábado, 25 de septiembre de 2021

Allende versión MGTOW

Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre soltero, emancipado, libre del matrimonio y de las exigencias sociales.

La verdadera conspiración y el problema de la soberanía, Arturo Ruiz (fragmento)

“El temor a la enfermedad es virtuoso. Hasta los guerreros espartanos huyeron de Atenas cuando supieron que había peste. Su valor estaba hecho para combatir a otros hombres, no a los miasmas impuros, que era lo que se creía que trasmitía las enfermedades antes de que se conociesen los gérmenes. A pesar de los “avances” entre comillas del feminismo, todavía es relativamente vergonzoso para los hombres mostrar temor ante la agresión, porque la ingeniería social no puede deshacerse de la naturaleza humana y porque las mujeres, pese a su adoctrinamiento, no seleccionarán a machos cobardes. El miedo a la enfermedad en cambio, al ser virtuoso y no tener el estigma de la cobardía, permite que los hombres puedan mostrar miedo y permite controlar mejor a la población masculina, logrando que se encierren solos por temor y obediencia. Los ataques a la “masculinidad tóxica” entre comillas no son por mera ideología. Al feminizar al hombre, el poder reduce la posibilidad de rebelión. Recordemos que los preppers, que son estas personas que tienen armas y preparación para cualquier desastre y que comenzaron en los Estados Unidos bajo la amenaza de la guerra fría eran en su gran mayoría hombres que querían proteger a sus familias ante un eventual holocausto nuclear. En este caso, el miedo actuó en contra de los intereses del poder, ya que una población armada y con la capacidad real de rebelarse no es algo que los gobiernos deseen. El temor a la enfermedad, en cambio, sí puede neutralizar la masculinidad rebelde”.

“Fatale”: la psicopatía femenina desde la figura de la “mujer fatal” asesina en el cine B.

What else is a woman but a foe to friendship, 

an inescapable punishment, a necessary evil,

a natural temptation, a desirable calamity,

a delectable detriment, an evil of nature,

painted with fair colours!

(Malleus Malleficarum).


Cuando se piensa en psicópatas, se suele pensar en hombres. Este prejuicio se hace aún más patente cuando se piensa en psicópatas asesinos. Así, la mujer, cuando mata, suele ser excusada ante la sociedad como víctima de las circunstancias, actuando en defensa propia o movida por “impulsos incontrolables”. Si estas mismas excusas fueran aplicadas a un hombre, en las mismas condiciones, estoy seguro que no cabría lugar para la misericordia e inmediatamente sería considerado, ante la mirada pública, como un psicópata, peritajes psicológicos aparte. Por esto, cabe hacerse las siguientes preguntas ¿son los hombres aquellos que siempre ostentan la calidad de victimarios por defecto? ¿O existen casos de mujeres que pueden calificar como victimarias activas, inclusive bajo la denominación psicopática que tan arbitrariamente se le atribuye al sexo opuesto, casi como si fuese patrimonio de un solo género y no de la humanidad en su conjunto, a propósito de construcciones sociales?

Todos estos cuestionamientos se vuelven necesarios para poder profundizar en la psicopatía femenina desde la figura de la asesina en el cine b, en específico, con la película Fatale (2020) de Deon Taylor, protagonizada por Hilary Swank y Michael Ealy. La película se trata de un refrito de la clásica Atracción fatal (1987) de Adrian Lyne, con Glenn Close en el papel de Alex, la femme fatale ochentera por excelencia del cine b. En esta ocasión, Hillary Swank cumple el rol de la detective Valerie Quinlan, quien, después de una noche de pasión con Derrick (Michael Ealy), se reencuentra con él sorpresivamente, luego de ser la policía a cargo del caso en el cual él es víctima de un asalto en su propia casa. Tras este reencuentro, se da cuenta que Derrick le mintió sobre su estado civil al verlo con su esposa, lo que detona en la trama el nudo del conflicto, a partir del cual se suceden una serie de ires y venires, cargados de dramatismo, violencia y tragedia. Mismo esquema que en Atracción fatal, solo que, en esta película, Valerie cuenta con una relación conflictiva con su ex pareja, mediando un problema de tuición sobre la hija. Básicamente, estos dos relatos: el del “amante” y el del ex marido son los ejes sobre los cuales se desarrolla la historia de Valerie, con especial énfasis en su enfrentamiento con Derrick, quien acaba construyendo también una relación conflictiva con su esposa, al punto de la traición y la muerte.

Ahora ¿Por qué tratar esta película y no otra, habiendo tantas otras películas que son herederas de Atracción fatal? Pues, básicamente porque se trata de un refrito relativamente reciente, fresco y no del todo analizado, a causa de su tibia recepción de parte de la crítica y su etiqueta de cine de entretenimiento, restándole el mérito que pudiera tener a la luz de una lectura un poco más personal. Además, sobre Atracción fatal creo que ya se ha escrito lo suficiente. Ocurre lo mismo con Bajos instintos, La mano que mece la cuna o Malicious, todas películas icónicas, pero, por eso mismo, ya bastante asimiladas por el ojo crítico y el gran público. No así Fatale. Y por eso me tomé la tarea de verla (disfrutando la intriga y las actuaciones) para poder tratar el tema de la psicopatía femenina desde la ficción cinematográfica, tema tabú para la sociedad pero que, gracias a la mirada subversiva del cine, puede tener un cauce digno de interpretación y de pensamiento crítico.

I APROXIMACIÓN TEÓRICA A LA PSICOPATÍA FEMENINA

Para empezar con el análisis, habría que hacerse una pregunta de rigor: ¿Las psicópatas femeninas existen? Y de hacerlo ¿pueden llegar a matar por móviles y circunstancias similares a las de un hombre psicópata? En un principio, puede afirmarse que sí, solo que se trata de cuestiones políticamente incorrectas y, en todo momento, se sostendría que la psicopatía femenina es minoritaria y excepcional en comparación a la masculina, pero, como señala María Fernández López-Acevedo (2020) en su estudio Perfilación criminal de mujeres violentas y psicópatas: “Diferentes sesgos de género han apartado a las mujeres del lugar que les corresponde como autoras de delitos con conocimiento y voluntad de cometerlos, lo que ha convertido a la criminalidad en un área más monopolizada por hombres”.

Uno de estos sesgos, explicado por la propia autora, tiene relación con la imagen social de las mujeres como menos violentas y peligrosas, sesgo abiertamente contradictorio que en ningún momento se condice con la realidad, puesto que si lo que se busca es determinar la igualdad de condiciones entre los géneros, también se debe estar dispuesto a considerar el hecho de que las mujeres son tan capaces de la violencia como los hombres, evitando caer en una discriminación positiva y un paternalismo hipócrita que las ve como indefensas e incapacitadas, cuando lo que se busca es un empoderamiento, una cierta simetría y no un victimismo conveniente:

“Un meta análisis llevado a cabo por Loinaz (2014) confirmó que la violencia contra la pareja, delito que actualmente se aborda casi exclusivamente con el hombre como agresor, es más comúnmente llevada a cabo de manera bidireccional; es decir, también por parte de las mujeres hacia sus parejas y en una proporción considerablemente similar a la de la violencia de género”.

Ahora bien, es preciso entender que no toda persona violenta o incluso asesina es necesariamente psicopática. Entonces ¿en qué sentido una mujer asesina puede serlo? La propia autora del estudio aquí citado da luces al respecto. Ella hace hincapié en los móviles y en el modus operandi para marcar la diferencia con respecto a aquellas mujeres que simplemente matan movidas por un arrebato emocional, un ataque de celos o una disfunción psiquiátrica. De acuerdo a la autora:

“La violencia también está íntimamente relacionada con la psicopatía, en la medida en que la psicópata perciba que su uso le puede conducir a la consecución de sus propósitos, debido a la escasa tolerancia al aburrimiento que les caracteriza, así como el narcisismo, la baja tolerancia a la frustración, la impulsividad, la carencia de empatía y remordimiento y la búsqueda de sensaciones”. María Fernández López-Acevedo (2020) Perfilación criminal de mujeres violentas y psicópatas.

En este mismo sentido, la violencia de la psicópata suele ser instrumental, “que es planeada, sin emociones y motivada por objetivos externos” Wynn, Høiseth y Pettersen (2012).

Por otro lado, Robert Hare, doctor en psicología, experto en psicología criminal y uno de los más prominentes estudiosos de la psicopatía, ha señalado, literalmente, que “hay muchos casos clínicos de psicópatas femeninas, pero relativamente menos investigaciones empíricas sobre esos casos”. Así lo deja entrever el artículo titulado “The last frontier. Myths and the female psycopathic killer” de Frank S. Perri y Terrance G. Lichtenwald (2010).

En este mismo artículo, del cual solo existe versión en inglés, los autores comparten, a grandes rasgos, los mismos planteamientos del doctor Hare, sobre el hecho de que existen casi la misma cantidad de casos de psicópatas femeninos que de masculinos, solo que los estereotipos de género han influido mucho en la percepción clínica, jurídica y sociocultural a la hora de considerarlos. Así, por ejemplo, a un psicópata masculino siempre se le tenderá a pensar como un “malvado antisocial”; en cambio, a una psicópata femenina se le tenderá a pensar, simplemente, como una “perturbada” con un desorden histriónico o limítrofe de la personalidad.

Son esta clase de mitos, impulsados por una agenda ideológica, y una falta de reflexión y prejuicio generalizados, los que han llevado, de acuerdo a los autores, a minimizar los casos de violencia protagonizados por psicópatas femeninas y a exacerbar los casos de psicópatas masculinos, aun cuando existan diferencias en el carácter y en las formas, pero no tanto en los móviles ni las razones. Los autores Perri y Lichtenwald vuelven a sostener que:

“Las psicópatas femeninas están dispuestas a recurrir a la violencia brutal para satisfacer sus necesidades; la violencia es simplemente una solución que está disponible para ellas como otras formas de controlar a alguien (como el engaño, la manipulación, el encanto, etc). Mientras que la mayoría de nosotros tenemos fuertes inhibiciones para herir a otros, la violencia es una solución que usan los psicópatas cuando están enojados, desafiados, frustrados, porque su sentido de derecho narcisista está siendo amenazado, y dan poco pensamiento al dolor y a la humillación experimentados por sus víctimas”. The last frontier. Myths and the female psycopathic killer” de Frank S. Perri y Terrance G. Lichtenwald (2010).

Resulta interesante que, luego de un riguroso estudio desmitificador, los autores concluyan que “la violencia, especialmente el asesinato, es una cuestión humana y no un fenómeno de un género específico”.

Esta conclusión permite redefinir la situación de la mujer psicópata asesina no solo en relación a sus pares masculinos en sociedad, sino que también en relación a su configuración ficticia desde la mirada del cine. Para ello, habría que ahondar en mayores antecedentes sobre la figura de la mujer fatal como figura sobre la cual se ha encarnado su “lado más oscuro”, su “sombra” junguiana, su “resistencia al molde patriarcal”, su aspecto de subversión y de liberación catalizado desde una perspectiva masculina, en oposición a una mujer modélica, pura, casta y virginal. Sin embargo, para efectos prácticos, me limitaré a analizar al personaje de Valerie en Fatale (2020) desde el prototipo de la mujer asesina psicopática, en base al marco teórico aquí esbozado.

II VALERIE ¿ASESINA PSICOPÁTICA?

La detective Valerie Quinlan aparece en escena en una disco de Las Vegas, cuando el empresario Derrick Tyler va a una despedida de soltero. Siente que su esposa lo engaña con otro, entonces se lo cuenta a su amigo, socio de la compañía de deportes. Derrick se dirige a la pista de baile y es ahí donde conoce a Valerie. Encuentro casual. Atracción inmediata. Es tal la química que pronto acaban bailando. La cosa se pone tan candente que pasan la noche juntos.


Hasta ahí todo es fuego y pasión. El primer impasse, sin embargo, ocurre al día siguiente. Derrick debe volver temprano a casa. Valerie desea que se quede un poco más con ella. Pero le miente. Al punto que cambia de nombre, llamándose Darren, y de dirección, Seattle, por miedo a que su esposa descubra su infidelidad. Antes de irse, ni tonto ni perezoso, folla con Valerie por última vez.

El reencuentro con ella ocurre, como ya se explicó al principio, después de que Derrick y su esposa fueran asaltados en su propia casa por un hombre misterioso. La detective Valerie acude a la escena del crimen y se topa con su amante furtivo. Segundo impasse. Ella, desencajada, y él, sorprendido, disimulan no conocerse con tal de no levantar sospechas. Ella le arroja indirectas sobre su encuentro y sobre su identidad. Luego, cada uno sigue su camino, ella, como investigadora del caso, y él, en calidad de víctima.

Más adelante, se nos advierte sobre la relación que guarda Valerie con su ex marido. Ella acude a buscarlo para poder ver a su hija, pero él le niega la posibilidad, luego de incurrir en una irresponsabilidad que le costó la vida a su anterior hija. Este antecedente permite esbozar el cuadro traumático en la vida de Valerie, atormentada por esta muerte y por sus consecuencias. Hasta este punto, se puede llegar a comprender la impotencia y la rabia que ella siente, expresada de manera sutil en sus expresiones y, en especial, como se verá más adelante, en un odio proyectado hacia su marido y luego hacia Derrick.

Valerie acude a la sala de interrogatorios para hablar con Derrick sobre su caso. Este, sintiéndose culpable por haberle mentido, le plantea a Valerie que lo siente mucho. Ella, imbuida de hastío y decepción, le saca en cara su hipocresía. Es cosa de ver la escena completa para sentir la tensión entre ambos y, en particular, las emociones que brotan de Valerie al momento de confrontar a su amante mentiroso. “¿Lo sientes? Sientes que te haya atrapado mintiendo” menciona Valerie, con un tono entre sarcástico y despectivo. Esta escena también es clave para poder comprender el naciente conflicto entre ambos personajes, el cual irá in crescendo hasta llegar a un punto de no retorno.

Derrick queda intrigado al verse descubierto por Valerie y al saberla una policía. Entonces, investiga sobre su vida y da con el conflicto que mantiene con Carter Haywood, su ex marido. Mientras tanto, Valerie continúa investigando el caso del asalto, hasta que le pide a Derrick que la acompañe en su vehículo para ir a una casa en una playa y le revela una cruda verdad: su socio y su esposa, en realidad, eran amantes. Ellos siempre se encontraban en esa casa, a espaldas de Derrick. Y es más. El asalto que sufrió él en su casa fue maquinado por ellos mismos. Con el fin de la investigación y esta revelación el cuadro se completa. Derrick, cual Edipo, no puede creer lo que está viendo. Y la detective, cual oráculo, le muestra la verdad sobre su esposa. Ahora, ambos son amantes despechados y van desarrollando una extraña relación de complicidad culposa.

El punto decisivo, tal vez, para poder determinar la verdadera personalidad de la detective lo constituye el encuentro que tiene ella con Derrick en su casa. Él acude para indagar más sobre el caso. Entonces, Derrick, ebrio, empieza a maldecir su destino. En tanto, Valerie aprovecha eso para meterle ideas en la cabeza a Derrick, diciéndole que podría matar a su socio y a su esposa “para protegerse”. Derrick, enojado, menciona que no lo tiente, con cómo se siente ahora. Valerie intenta convencerlo, tratando de justificar esa idea de ir a matarlos. Producto de la tensión sexual entre ambos, acaban follando nuevamente. Pero luego Derrick se va, confundido. Esta otra escena es clave para poder entender el juego de manipulación psicológica que urde Valerie, valiéndose del contexto de vulnerabilidad emocional de Derrick para poder tenderle una trampa y, en cierta forma, proyectar sobre él sus propias frustraciones.

Más adelante, resulta que el socio de Derrick y su esposa acaban muertos. Todas las sospechas recaen sobre él. Valerie lo interroga en duros términos, acusándolo del crimen, diciéndole que, luego de salir de su casa, él fue a la casa de la playa para matar a su socio y a su esposa (muy conveniente, considerando que ella misma le había mencionado sutilmente la idea de ir a matarlos). Producto de esta acusación, y las supuestas pruebas que pesan contra él, Derrick acaba siendo investigado por el crimen, socavando su trabajo y su imagen pública.


Valerie acude luego a la casa de Derrick para “darle el pésame por su esposa”. Él se sorprende al verla por esos lados, en un acto, a todas luces, insolente. Entonces, Valerie termina por confesarle, de manera indirecta, que la asesina de su socio y de su esposa es ella. Derrick se sobresalta e intenta detenerla, pero Valerie, con rapidez, lo intimida, alegando que, si la ataca, podría matarlo por defensa propia, diciendo además que nadie le creerá su versión.

En esta parte es cuando Valerie despliega su verdadera personalidad psicopática. En un juego macabro, Valerie obliga a Derrick a que retroceda y se mantenga en silencio, para que actúe “como el esposo triste y dolido de la mujer que lo amó tanto que quiso matarlo”. A Derrick, sobrepasado por la situación, no le queda otra que retroceder y volver a la casa como si nada hubiese pasado.

Como se puede apreciar, todas y cada una de las acciones fueron fríamente calculadas por Valerie. Todo apuntó a incriminar a Derrick, desde el momento en que él fue a su casa para saber toda la verdad del caso. Se trata de una maniobra muy inteligente, con una lógica implacable y motivos sumamente retorcidos, por supuesto, contrarios a la moral. Es en este sentido que Valerie devela su ser psicopático. Pero tenemos que esta psicopatía no es gratuita. Es solo la manifestación de la oscuridad que Valerie lleva por dentro. Su deseo de vengarse. Sus emociones reprimidas producto de la impotencia. El odio que fue cultivando, a causa de la relación con su ex marido y luego el desengaño de su amante, se mostró al espectador en forma de un pandemonio de extorsiones. Como menciona María Fernández López Acevedo en su estudio sobre las mujeres violentas y psicópatas.

“Esto es coherente con los planteamientos de Rovelo y Borja (2019), según los cuales “La forma más común que tienen las mujeres de ejercer la violencia contra otras personas está caracterizada por el daño psíquico a través del uso de lenguaje degradante, la amenaza, el chantaje, la manipulación, el acoso, la mentira, etc. Estas formas de violencia se clasifican como violencia relacional”. María Fernández López-Acevedo (2020) Perfilación criminal de mujeres violentas y psicópatas.

Todos estos elementos se configuran en el carácter y en las acciones de Valerie, primero, tras el fin de la investigación del caso, y segundo, tras confesarle a Derrick que ella es la asesina. Desde ese momento, su “sombra” se desata y comienza su conspiración. A Derrick no le queda otra que defenderse, proteger su nombre, como le imploraba su madre. Por eso, trata torpemente de eliminarla, usando a su primo delincuente como matón, pero no contaba con que Valerie, aparte de ser una psicópata a sangre fría dispuesta a todo, es policía, por lo que, para ella, matar es solo un gaje del oficio. Así, liquida al primo de Derrick y a su socio matón sin problemas, alegando defensa propia.

Valerie y Derrick se reencuentran, tras un breve llamado. Ella le confiesa que ahora mató a su primo. Derrick se abalanza contra ella para quitarle el arma. Pero tampoco contaba con que la astuta de Valerie le había quitado las balas. Entonces, ella le apunta con otra arma para amedrentarlo. En esta secuencia, Valerie coacciona a Derrick mediante un chantaje. Si no quiere ser incriminado en el asesinato de su socio y de su esposa, tendrá que matar a Carter Haywood. “Yo cometí tus crímenes. Ahora tú cometerás el mío”, le dice, fuerte y claro. Derrick, atrapado, sobrepasado por la trampa en la que cayó, no tiene más remedio que cumplir los caprichos perversos de Valerie, si no quiere pasar el resto de sus días sin ver la luz del Sol. “Eres una jodida psicópata”, le grita Derrick a su ex amante. “Quizá… pero ahora me necesitas”, le responde ella, fría, segura de sí misma, aunque profundamente perturbada. Una psicópata auto declarada.

De acuerdo al estudio de María Fernández López Acevedo, existe una clasificación de mujeres delincuentes construida por Rovelo y Borja (2019) a partir del psicoanálisis freudiano. Habla de las delincuentes por consciencia culposa. Señala que "las mujeres que han tenido una vivencia traumática en el pasado se creen legitimadas a cobrarse la deuda resultado de esa injusticia (…) sujetos que poseen una conciencia de culpa que solamente puede ser aliviada llevando a cabo acciones culpables, tales como transgredir la ley”. María Fernández López-Acevedo (2020) Perfilación criminal de mujeres violentas y psicópatas.

Valerie en Fatale (2020) encaja muy bien con esta denominación de la delincuente culposa. Primero, la culpa por la muerte de su hija, que le acarreó el odio de su ex marido. Luego, la sensación de culpa por haber sido engañada y haberse sentido usada por su amante. Una suma de culpas que desencadenaron en Valerie un sentimiento irrefrenable de humillación, el cual, al ser tan inmenso, solo pudo tener su cauce a través de la ley de talión. Es en esta faceta que su psicopatía le viene de cajón, urdiendo un plan maestro para su venganza.

De acuerdo a otra clasificación de Michael y Kelleher (1998), a la luz del estudio del autora ya citada, Valerie, además, podría encajar perfectamente con el perfil de la “viuda negra”, al ser una mujer divorciada con rasgos de personalidad antisocial, un cociente intelectual alto y un poderoso móvil para matar a su marido, con un grado elevado de planificación.

Finalmente, Valerie fue capaz de vengarse por partida doble, usando a su amante mentiroso como sicario para matar a su ex marido al cual tanto odia. No cabe duda que Valerie es una psicópata asesina que no trepida en manipular a los otros con tal de conseguir sus objetivos. Tríada oscura. Pero, como ya se vio, toda esa frialdad y crueldad esconde un dolor y una angustia profunda no sublimada.

III CONCLUSIONES

¿Era Valerie acaso, conociendo su historia y su personalidad, solo una víctima de las consecuencias de sus decisiones en un entorno de “hombres insensibles”, o era plenamente responsable de cada uno de sus actos, incluyendo la muerte de su hija y el enredo con su amante? Esta es la pregunta reflexiva que cabe hacerse, con tal de enriquecer la interpretación psicológica y cinematográfica que se ha hecho sobre la figura de la detective. Más de alguien podría llegar a empatizar con Derrick, el malogrado protagonista de la película. Otros, en cambio, con la propia Valerie, la antiheroína, la antagonista que es interpretada genialmente por Hillary Swank, deslumbrante en este papel de femme fatale psicopática de cine b.

Fatale quizá no pase a la historia como una película memorable, a fuerza de repetir un tópico ya manido, pero sí constituye una propuesta fresca que se atreve a configurar un personaje femenino capaz de tantas viles acciones, en un escenario cultural cada vez más políticamente correcto y simplificador de la realidad, al punto de la caricatura.

Cabe repetir que “la violencia es una cuestión humana y no un fenómeno de un género específico”. Y tanto la mujer como el hombre pueden ser partícipes de ella. Solo espero que este tipo de propuestas artísticas contracorriente eche luces al respecto, y no se repitan en masa los mismos lineamientos ideológicos y hegemónicos de Netflix, que tanto daño hacen al disfrute y el entendimiento de la cultura pop.





Bibliografía


María Fernández López-Acevedo (2020). PERFILACIÓN CRIMINAL DE MUJERES VIOLENTAS Y PSICÓPATAS. Revista de Criminología, Psicología y Ley. Vol. 4. Septiembre 2020


Frank S. Perri, Terrance G. Lichtenwald (2010). The last frontier. Myths and the female psycopathic killer. THE FORENSIC EXAMINER. Summer 2010